“En Félix Moreno se cumple que el principio de necesidad interior es el motor de toda su actividad creadora. Con su sensibilidad en el acto creativo consigue que sus obras sean bloques de verdadera emoción. Su obra se caracteriza por una gran sensibilidad en la pincelada y en la elección del color y también en no tener conflicto con los formatos. Cualquier soporte lo trata pictóricamente, dándole un sentido estético peculiar e interesante. Usa toda la gama de colores que está a su alcance y, cuando la pintura es aguada, aparecen obras sorprendentes. La obra de Félix es una sorpresa permanente. Sirva esta exposición como homenaje a su aportación al mundo del arte”.
Tal era la genialidad de Félix Moreno (Cetina, 1973 - Huesca, 2021) que me permito iniciar esta crónica de la muestra de tributo en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner por el final. Por el hermoso colofón en flamenco con su cuñado Luis Escudero acompañado de Andrés, Luis y Citrón de Chanela. "Siempre decía Cuñado, saca la guitarra que voy a cantar por Camarón". Y sonó, desgarrado y auténtico, el "Yo soy gitano". Una usuaria de Valentia salió espontáneamente a bailar y la sala rebosó magia.
El tributo a una "persona muy querida en la familia de Valentia y que ha dejado un legado grande", explicaba el director del Manuel Artero, Javier Gracia.
Eduardo Cajal, el artífice, maestro y confesor del taller de arte durante sus diez años, perfilaba como le dejaba el nudo en la garganta un discurso que contagiaba congoja y felicidad. "Félix era una persona entrañable, un gran trabajador del arte. Agradecerle profundamente este regalo, que son bloques de pura emoción. Sirva este acto como homenaje del mundo del arte. Gracias, Félix".
Recomponía la figura el artista tras las lágrimas indisimuladas. "Este proyecto se basa en cómo sacar lo que llevas dentro fuera y convertirlo en una pieza artística para el mundo. Félix lo sentía, lo llevaba dentro. Enseguida conectó. Tenía sus rituales de entrada al taller, un ritual maravilloso que había que seguirlo. Si no había lienzos, iba a buscar cajas, las deshacía. Una perspectiva pura. Desmontaba una caja y la pintaba. Aquí hay un testimonio porque era inabarcable. Entraba en trance y estaba horas y horas pintando. Era algo mágico. Para el mundo del arte es un hallazgo, una aportación maravillosa e imprescindible y hay que sacarlo adelante”. Ese instante le fascinaba. "Era feliz. Hacía un sonido gutural como del más allá, era perfección pura. Es recuperar el ser humano por dentro".
ANTES HACÍAMOS BISAGRAS Y AHORA PINTAMOS
El presidente de Valentia, Lorenzo Torrente, está feliz con la celebración de los diez años del taller de arte. Pone su gota de humor. "Se me quedó grabado: antes hacíamos bisagras y ahora estamos pintando. En su momento hacer bisagras fue muy bueno. Después de un paso, viene otro, y es cambiar ese trabajo manual por algo más expresivo. Yo sigo trabajando con bisagras, y veo que Eduardo trabaja con emociones. Es maravilloso ver cómo se te acercan. La especialidad de Félix era el arte y la canción. La familia venía al Manuel Artero a cantar. Nos queda este recuerdo suyo con esta obra pictórica, con las canciones, y nos queda disfrutar y ver que el taller de arte sigue ahí porque la vida sigue y hay que seguir con las emociones”.
Fernando Vidal, su compañero, quería intervenir, y con su desparpajo habitual expresó un escueto testimonio: "Félix era un gran artista. Lo quería mucho porque para mí era como un hermano".
El director del IASS en la provincia, Eloy Torre, se reconfortaba por personas como Félix y agradecía la gran enseñanza que ha recibido. "He aprendido que, con vuestro concepto de normalidad, en Valentia habéis superado la inclusión. Todas las personas estamos en la sociedad y ocupamos nuestro puesto con normalidad". Quiso proyectar la figura de Moreno. "Félix no era, Félix es. A los artistas les pasa como a los poetas. Mientras esté la poesía, sigue el poeta".