Fernando Alvira Lizano, la mirada de "El Testigo Silencioso" y humilde que "hizo maravillas"

Se inaugura la exposición sobre el añorado fotógrafo comisariada por Vicente García Plana con un gran número de amigos y admiradores

07 de Mayo de 2025
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El Testigo Silencioso, Fernando Alvira Lizano, recibe un homenaje en Fundación Ibercaja Huesca

"El testigo silencioso" es Fernando Alvira Lizano. En su carácter y su creatividad, dejó profunda huella con sus imágenes cinceladas a través de un ojo metódico y penetrante, diferencial, con vista espiritual y manos de artesano. Se ha inaugurado la exposición que rinde tributo y justicia a uno de los más grandes de entre los grandes que, cámara en mano, han retratado la esencia de esta tierra. Ha sido en la Fundación Ibercaja Huesca, comisariada por su alter ego inseparable Vicente García Plana, su discípulo y exégeta, que ha protagonizado el acto con una estampa sentimental a la mirada de Huesca. El hombre tranquilo, desde sus predios de hoy, ha contemplado una sala pletórica de amigos y admiradores, incluso de amigos admiradores.

Alexia Serrano, en nombre de Fundación Ibercaja (cuyo presidente ha prologado el catálogo), ha expresado la satisfacción por acoger las obras que simbolizan todo el trabajo que Fernando Alvira Lizano tuvo a lo largo de su vida profesional, en la que acogió "muchos momentos de la ciudad de Huesca, rincones escondidos y mucho más allá de la propia ciudad". "Es una exposición que refleja la calidad profesional y humana de Fernando, y nos enorgullece que estas paredes puedan ofrecer a la ciudad la obra que él pudo componer a lo largo de su vida".

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Vicente García Plana estaba feliz por haber congregado a tantas personas. "Es maravilloso que Fernando siga teniendo esta capacidad de convocatoria y que, como el Cid, siga haciendo cosas después de haber marchado".

Ha asegurado qiue esta muestra es importante para él a nivel afectivo, pero sobre todo porque "Fernando es un hombre que para mí siempre fue un ejemplo de evolución. Empezó trabajando en una cosa que no le satisfacía, a pesar de que lo hacía muy bien. Descubrió una verdadera vocación y empezó a trabajar para poder conseguir lo que realmente perseguía, su sueño: ser fotógrafo. Toda su vida, aun siendo ya muy viejo, decía, a ver si cuando sea mayor pueda ser fotógrafo. Es el arquetipo del hombre hecho a sí mismo. Pertenece a esta generación de los años en los que trabajar era una decisión que se podía tomar y requería simplemente ese tesón y esa voluntad y no había la presión que hay ahora para salir adelante".

García Plana ha agregado que Fernando Alvira Lizana pasó de "ser un tornero en Durometal muy bueno. Mi padre trabajaba allí y conocí a Fernando cuando fui a revelar un carrete a la tienda que habíais abierto -dirigiéndose a la familia- en la calle San Jorge en 1985. Ese carrete fue el comienzo de una amistad que duró hasta hace unos meses pero durará toda mi vida en mi corazón. Fernando tenía esa magnífica capacidad, esa generosidad de enseñar. Llevé un carrete del 36 y debieron salir bien una o dos fotos. Y el hombre, con cierto paternalismo, me empezó a explicar cosas de fotografía. Y poco a poco, iba llevando los carretes y de alguna manera y de forma gratuita se convirtió no sólo en mi maestro, sino que me abrió las puertas de la fotografía. Pero lo hizo de la manera que él era, sin imponerse".

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Fernando Alvira, el testigo silencios

De hecho, esta personalidad trascendió a su hecho fotográfico. "´Su fotografía era así. Él hacía una fotografía en la que no busca el protagonismo propio, no quiere lucirse. Quiere que esa fotografía represente lo que él está buscando, a nivel arquitectónico, a nivel de composición... No era un fotógrafo artistoide, sino que lo buscaba era el enfoque sencillo de las cosas".

Su enfoque, ha agregado, era el de la humildad y "una constancia como pocas veces he visto a nadie, porque he visto cosas que le salían mal y volvía a intentarlo, y volvía a intentarlo una y otra vez hasta que al final las cosas funcionaban. Ese carácter hay poca gente que lo tenga, y es una maravilla que alguien empezara donde empezó y que llegara hasta donde llegó. Desde sus comienzos como fotógrafo amateur, enseguida entra en la agencia EFE y empieza a ser corresponsal para el Heraldo, y le curte la calle. Él siempre lo dijo: la verdadera escuela fotográfica es la calle, es la prensa. Es una sorpresa diaria y no sabes a lo que te vas a enfrentar".

Sin embargo, él perseguía una fotografía orientada a su carácter, que era el tema del paisaje, la arquitectura, la reproducción de patrimonio... "En eso hizo maravillas".

Ha expuesto su especial relación con Fernando Alvira, así como la transición de la fotografía analógica a la digital, "un auténtico desastre a mi modo de ver, porque se perdió toda la alquimia en el laboratorio, la forma de trabajar poco a poco y la fotografía meditada. La inmediatez no ha ayudado al hombre en ningún momento de la historia. Las mejores obras de la humanidad se han hecho con poca luz, con poco material y con unas circunstancias tremendamente adversas", y en este sentido ha establecido el ejemplo del Castillo de Montearagón, que en los primeros quince años dependieron de la decisión de su ubicación, y lo construyeron en noventa años... "pero el castillo aún está ahí", mientras algunas obras actuales caen casi en el instante. "Si el hombre pierde el detenimiento, el resultado se reduce".

Una espectadora en la exposición de Fernando Alvira Lizana
Una espectadora en la exposición de Fernando Alvira Lizana

El propio Vicente García Plana ha reconocido que abandonó el interés por la fotografía con la digital, pero Fernando reaprendió, compró equipos y el ordenador. De repente el ordenador era "un desafío para él. En ese carácter reside mi máxima admiración".

Ha reconocido la dificultad de seleccionar entre cientos de miles de fotografías, por lo que cogió diez temas que hubiera escogido en su trabajo profesional, desde fotoperiodista hasta que "él decidió lo que quería ser". Con su familia, Lourdes y Jara, realizó ese labor. También ha elogiado el diseño del catálogo de Sheila Enfedaque.

Diez fotografías sobre otros tantos temas comentados por diez personas "que son especialistas en cada uno de esos campos". Ha ido enumerándoles. José Luis Martín-Retortillo ha tratado sobre la naturaleza. En la publicitatira, Ana Gállego, de Enate, "que es mucho Enate, que es nuestra bodega, y que confió en los artistas locales y llamó a Fernando para esa foto que tiene treinta años y sigue promocionándola". En el retrato, Antón Castro ha escrito un texto sobre la imagen de Mari Cruz Sarvisé. Enrique Satué un interior del Monasterio de Casbas. El mitin de Manuel Fraga en Huesca pasando por la Ferretería de los Alemanes ha sido descrita por Jorge Orús. Javier García Antón comenta la de Anthony Quinn, que representa la incursión del cine en nuestra provincia. Un romanescu imponente ha sido reflejado en letras por Carmelo Bosque. Y una icónica, la del Peñas de baloncesto que fue cartel del club mucho tiempo y recibió un premio nacional, que ha sido relatada por Petón. Una de reproducción de obras de arte es explicada por Fernando Alvira Banzo. Y, finalmente, una abstracta y magnética del CDAN a la que ha puesto letra Raimundo Bambó.

Y la otra mitad de la exposición son las vitrinas, la principal la que se topa el visitante nada más entrar, "la cámara que Fernando Alvira se fabricó él mismo. Esto es Fernando Alvira. Este tipo de obra. Un tipo que no encuentra en el mercado una cámara para los propósitos que tiene. Y no consigue encontrar material adecuado, porque no lo hay. Y dice: ya me lo voy a hacer yo. Una cámara no es un yunque, es una cosa complicada con un montón de mecanismos y de aberraciones. Le vi fabricar esto y al final lo consiguió y funcionó y ha hecho fotografías maravillosas. Hay una liturgia extraordinaria en un hombre que se fabrica su propia herramienta, aunque sea un jadico, pero además es una cámara. Conozco a muy poca gente con estas capacidades, quizás Julio Luzán. Hay gente que tiene unas manos benditas, y Fernando las tenía, y las sabía utilizar".

En todas las demás vitrinas, muchas cámaras porque tenía docenas, y además material como los antiguos rollos, las cubetas de revelado... "Pero Fernando tenía muchas más cosas dentro de la cabeza. Era un hombre mucho más polifacético, más renacentista. Él coleccionaba cosas que le interesaban. No tenía colecciones extensas como quien quiere tener modelos de relojes. Cosas como la arqueología, que guardaba y se deleitaba en limpiarlas y organizarlas, e investigar. Hacía con sellos, con colecciones de cartas, con las vitolas de los puros. Recopilaba cosas que le interesaban y ya está". Finalmente, ha mostrado las fotografías de placas, así como recortes de periódicos

"El triunfo de Fernando es la eve sonrisa que decir su nombre provoca en los que lo conocimos, como cuando te encuentrasa con un amigo por la calle y durante un rato sigues sonriendo mientras te alejas. Alvira fue dueño de su vida, eligió ser un testigo silencioso y lo supo ser, y lo hizo de buen humor". El el epílogo del prólogo. Palabra de discípulo del maestro, Vicente García Plana a Fernando García Lizana.

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