El Grupo de Roda: la primera novela de Marisancho Menjón rinde homenaje a los salvadores del arte aragonés en la Guerra Civil

La autora recuerda cómo voluntarios arriesgaron su vida para protegerlo durante la Guerra Civil y asegura que merecerían un “premio”

03 de Septiembre de 2025
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Francisco Bolea, Marisancho Menjón y Javier Lafuente. Foto Myriam Martínez
Francisco Bolea, Marisancho Menjón y Javier Lafuente. Foto Myriam Martínez

El programa Biblioteca Presenta, impulsado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA) de la Diputación Provincial de Huesca, ha abierto este miércoles, 3 de septiembre, su agenda cultural con la presentación de El Grupo de Roda, la primera novela de la historiadora del arte Marisancho Menjón Ruiz, publicada por la editorial zaragozana Doce Robles.

El acto, celebrado en el salón de actos del IEA, ha contado con la participación de Francisco Bolea, técnico de Patrimonio Cultural de la Diputación, y la colaboración de la librería Másdelibros.

El editor Javier Lafuente, fundador de Doce Robles en 2013, ha abierto el evento destacando el valor de esta obra, que forma parte de la colección La Historia de Aragón en Novela, dedicada a narraciones basadas en hechos reales que buscan acercar al gran público episodios clave de Aragón.

La novela, subtitulada “La protección del arte aragonés en la Guerra Civil (1936-1939)”, es el primer trabajo de ficción de Menjón, aunque está basado en una sólida investigación histórica.

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Marisancho Menjón es experta en patrimonio. Foto Myriam Martínez

“El germen de esta novela está en una propuesta que me hizo Javier Lafuente -ha explicado la autora-. Me planteó que escribiera una novela sobre Sijena, y al principio acepté sin saber muy bien hacia dónde iba a ir. Con el tiempo, decidí cambiar el enfoque y centrarme en un tema que siempre me ha interesado: cómo se protegió el arte aragonés durante la Guerra Civil. Es una historia muy poco conocida, apenas estudiada y de la que casi no se ha escrito”.

Marisancho Menjón Ruiz es historiadora del arte y profesional autónoma con una amplia trayectoria como investigadora, editora y divulgadora cultural. Ha coordinado numerosos proyectos sobre historia y patrimonio aragonés, producido exposiciones y dirigido la edición de publicaciones especializadas en arte, historia y tradiciones de Aragón.

Es autora de una veintena de libros y de varias guías turísticas y didácticas, y en 2017 recibió uno de los Premios SIPA por su labor en la investigación y divulgación del patrimonio aragonés.

Entre 2019 y 2023 ocupó el cargo de Directora General de Patrimonio del Gobierno de Aragón, y actualmente retoma su actividad como profesional independiente, combinando la escritura con nuevos proyectos culturales.

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La presentación ha inaugurado el curso del IEA en su zona exterior. Foto Myriam Martínez

"CRUZ ROJA DEL ARTE ARAGONÉS"

La trama se centra en cinco jóvenes estudiantes -Cecilia, Roger, José, Mina y Juanito- que, cautivados por la riqueza artística de Roda de Isábena, fundan El Grupo de Roda con el compromiso de salvaguardar el patrimonio monumental de la localidad ribagorzana.

Quince meses después, el estallido de la sublevación militar y la guerra civil separa sus caminos: dos terminan en un bando y los otros tres, en el contrario. A pesar del enfrentamiento, el dolor y las dificultades, los amigos se mantienen fieles a su promesa de proteger el tesoro artístico de Roda y, con él, la herencia cultural de Aragón.

Menjón ha resaltado el carácter singular de este episodio histórico durante la Guerra Civil española. Por primera vez, las dos facciones en lucha se organizaron para crear un servicio de protección del patrimonio. La republicana fue pionera al iniciar estas acciones antes, mientras que la parte franquista lo hizo más tarde, en 1938, cuando ya quedaba poco más de un año para el final del conflicto.

Estas dos alas, lo que Menjón ha llamado una especie de “Cruz Roja del arte aragonés”, llegaron a conocerse, contactarse y comunicarse. A veces, los responsables de un bando permanecían en sus puestos hasta que alguien del otro trasladaba la custodia de las piezas de arte. Sin embargo, ninguno de estos voluntarios fue reconocido formalmente.

La autora ha destacado el valor de todas las personas que, en ambos bandos, se arriesgaron para preservar el patrimonio aragonés. “Habría que haberles dado un premio a toda esa gente que efectivamente se jugó la vida por salvaguardar un patrimonio que sabían que no pertenecía a unos ni a otros, sino a todos. No se les ha hecho mucho caso y me gustaría que esta historia sirviera para darla a conocer”.

Menjón ha recordado cómo se organizaron los equipos de salvaguarda en los primeros días del conflicto, especialmente en el bando republicano. Los voluntarios se presentaron tanto en Madrid como en Barcelona a los servicios de protección del patrimonio, que se crearon en cuestión de horas.

Durante el verano de la violencia revolucionaria contra los símbolos religiosos, fue necesario actuar con rapidez. Se movilizaron artistas, trabajadores de museos, intelectuales y personas con verdadero amor por el arte, que se pusieron a disposición de las instituciones para proteger los bienes culturales.

"Si esta historia se hubiera conocido en Estados Unidos, habría recibido tanto o más reconocimiento que la de los Monuments Men"

Menjón ha destacado que, "si esta historia se hubiera conocido en Estados Unidos, habría recibido tanto o más reconocimiento que la de los Monuments Men", aunque la historia de estos voluntarios españoles destaca por su solidez y heroísmo.

Tres de los protagonistas de su trama se basan en personas que existieron con sus nombres levemente modificados, del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional franquista. Luis Monreal escribió unas memorias que Menjón adquirió en 1999 y desde entonces fabulaba con esta historia.

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Ha sido clara sobre la importancia de estas acciones: sin la intervención de estos voluntarios, se habrían perdido innumerables piezas artísticas y bienes patrimoniales. Muchos de estos héroes se las arreglaron para "esconder" lo que sabían que era valioso, rescatar del fuego lo que pudieron y, en algunos casos, incluso engañar a los incendiarios, asegurando que todo estaba destruido para minimizar los daños. Gracias a su esfuerzo, se organizaron depósitos artísticos y, tras la guerra, los bienes fueron a parar a museos que ni los propios vecinos de los pueblos saben que están ahí. "Sería bueno que se recuperaran", ha indicado.

El libro concluye con dos epílogos que sirven para cerrar las historias de los cinco amigos.

Marisancho Menjón asegura que lo más complicado de este proyecto ha sido estructurar una historia con personajes y episodios de ficción, y afrontar un reto inédito hasta ahora. "A mi edad, estrenarme en un género que no había tocado nunca, ha sido, sin duda, lo más difícil".

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