En el salón azul del Casino Oscense tuvo lugar ayer martes una jornada acerca de la depuración del magisterio republicano por la maquinaria represiva del régimen franquista. Este acto se insertó en el conjunto de actividades por la preservación de la memoria histórica y la conmemoración de los cincuenta años de vida de la democracia española desde la muerte del dictador.
Se contó con la presencia de figuras de prestigio dentro del ámbito académico tales como Alberto Sabio, Víctor Juan Borroy, José Ramón Villanueva, Sescún Marías o Zoraida Hijosa, directora general de Atención a las Víctimas del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática (y nieta de un maestro ejecutado durante la guerra). Junto a ellas estuvo el subdelegado del Gobierno José Carlos Campo Subías.
En una primera mesa, Alberto Sabio, Zoraida Hijosa y José Carlos Campo se encargaron de la introducción y presentación de la jornada a través de una adecuada contextualización y un marco teórico claro. Así pues, se refirieron al paradigma del docente represaliado por excelencia en Huesca, el anarquista Ramón Acín. Sirviéndose de este ejemplo, pusieron en valor la defensa que aquellos maestros desplegaron de los valores de la libertad y la igualdad, esenciales en las sociedades democráticas, frente a los regímenes totalitarios.
Alberto Sabio optó por detenerse en el comentario pormenorizado de otro caso significativo de nuestro pasado, la maestra María Domínguez, primera alcaldesa de España y defensora de un sistema educativo público e inclusivo que integrara en los mismos espacios de docencia a los educandos, independientemente de su género. Detalló que fue fusilada y que actualmente sus restos reposan dignamente en el cementerio de Fuendejalón.

El historiador concluyó con unas palabras que invitaban a la reflexión conjunta acerca del número de docentes que sufrieron la misma suerte y sobre cómo se truncó el desarrollo natural de los avances científicos y culturales.
En una mesa redonda, se encontraron Víctor Juan Borroy, profesor de la Escuela de Magisterio de Huesca y director del Museo Pedagógico de Aragón, y José Ramón Villanueva, historiador y columnista, moderados por la historiadora Sescún Marías.
En este debate se citaron detalles del proceso de depuración del magisterio bajo el franquismo. Entre ellos, la Ley de Depuración de Funcionarios, recogida en el Boletín Oficial del Estado del bando sublevado y firmada por el ministro José Ibáñez Martín, que estipulaba la depuración sistemática y ejemplarizante de todo docente no afecto a los principios del alzamiento nacional y de aquellos sospechosos de pertenecer al izquierdismo. El objetivo primordial que esta ley perseguía, y para lo que su carácter retroactivo fue fundamental, era la expansión del terror y la represión entre la población civil.
Se mencionó que en la provincia de Huesca fueron asesinados 34 docentes (de los 128 totales en todo Aragón) y que el 10% de los procesados en virtud de esta ley fueron inhabilitados para el ejercicio de la docencia de por vida.
Concretamente, el Decreto 66, del 8 de noviembre de 1936, estableció cuatro comisiones de depuración para los distintos cuerpos de funcionarios, que practicaron la destitución y suspensión de empleo y sueldo de maestros y maestras republicanos.

Para ejemplificar el auténtico miedo vivido en aquel contexto, se aludió a un trágico episodio acontecido en Teruel. En la misma plaza del Torico fueron asesinados varios maestros, tras lo cual se cubrió de arena la plaza y se obligó a la población turolense a bailar sobre la tierra empapada en la sangre de los ejecutados. Esto supuso, en palabras del historiador, un trauma que aún perdura en la memoria.
En definitiva, los ponentes cerraron su intervención tratando desde una perspectiva histórica el significado del franquismo para la educación nacional. Esto es, la supresión del legado aperturista iniciado por la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, que pretendía “europeizar” y modernizar la educación española, y el inicio de una docencia en manos, en la mayoría de ocasiones, de militares sublevados en la Guerra del 36 o de párrocos, basada en el dogmatismo y la ausencia de pensamiento crítico.
La educación franquista, opinaron los ponentes, no se caracterizó por disponer de maestros cultos, sino de profesores adictos al régimen que buscaban crear nuevas generaciones de personas afines al sistema a través de asignaturas como la famosa Formación del Espíritu Nacional.
La jornada se cerró con la intervención musical de Pilar Almalé que, acompañada por viola de gamba, interpretó unos temas variados, desde una nana sefardí hasta Bella Ciao o Gallo rojo, gallo negro, que fueron coreados por los asistentes.