La iglesia románica de Majones, una joya de la Jacetania de los siglos XII y XIII, sigue estando presente un año más en forma de calendario para dar a conocer esta pequeña localidad medieval de Canal de Berdún y recordar la importancia de su patrimonio.
La iniciativa altruista es de Beatriz Francisoud Araguás, que para este 2023 ha elaborado 350 grandes calendarios y otros tantos de imán para entregar en instituciones y otras entidades que tengan que ver con el patrimonio y la promoción del territorio, además de a particulares y descendientes de Majones que se lo piden cada año.
También Beatriz de Majones, como se presenta, se encarga de forma desinteresada de mostrar la iglesia en sus periodos de vacaciones, principalmente tres semanas de agosto, a todos los que conocen el valor de esta visita a través de la labor de difusión que se encarga de realizar. “Todos se quedan sorprendidos”, asegura.
Beatriz, que pertenece a la Asociación Sancho Ramírez de Jaca, desprende entusiasmo por esta localidad en la que nació su abuelo materno, Gumersindo Araguás Labarta en 1905, quien, aunque se marchó con la mayoría de edad y vivió en Barcelona, “siempre tuvo el amor a Majones y volvía muy a menudo”, relata Beatriz. “Cuando mis abuelos se jubilaron anticipadamente, se fueron a vivir a Jaca, por lo que Majones siempre ha estado presente en nuestras vidas”.
Desde hace 17 años, todos los días que está de vacaciones en Majones acude a las 18 horas a la iglesia y si hay alguien interesado se la muestra. “Hace cuatro años empecé a hacer una mayor labor de difusión y las visitas han aumentado", llegando un agosto a las 198. "Es un sitio muy desconocido -constata-, los visitantes eligen San Juan de la Peña, Santa Cruz de la Serós y les cuesta adentrarse por esta zona”, que sin embargo tiene una buena recompensa en este templo que es único por cabecera trebolada.
Antes de entrar, cuenta al visitante la historia de los Reyes de Aragón y el tiempo de construcción de la iglesia. Una vez en el interior, “se encuentran con algo que no esperan, una oscuridad que aporta sensaciones distintas a la de otros templos que Beatriz intensifica acompañándola con cantos gregorianos”.
La visita incluye los elementos que fueron añadidos en los siglos XV-XVI, en concreto una nave que hacía funciones de panteón para los señores de la torre de defensa que mantiene Majones, la sacristía y el coro “labrado con un friso precioso”. Beatriz explica los retablos y la cabecera con el altar mayor, antes de subir al campanario por unas estrechas escaleras de caracol, para contemplar las vistas.
La visita concluye en el exterior para apreciar los ábsides, el añadido de la sacristía y las distintas marcas de cantero. Además, el visitante se lleva de regalo postales, marcapáginas y una botella de vino con etiqueta de Majones.
El pasado año, el Gobierno de Aragón invirtió 48.000 euros en arreglar el tejado, y Beatriz apunta que la iglesia necesita también una limpieza y algunos arreglos, “pero no excesivos” porque valora las sensaciones que ofrece distintas a otros templos restaurados. Añade que el panteón tiene unas inscripciones en latín “que urgiría restaurar porque se están desprendiendo”.
Además, lanza una iniciativa para dar valor a la torre de defensa, de los siglos XIV-XV, que hace unos años albergaba el depósito de agua, que ya se trasladó. “Se podría hacer un centro de interpretación de las fronteras”, cómo han ido modificándose a lo largo de los siglos desde lo que comenzó siendo el Condado de Aragón.
Todo con el mismo objetivo: “Dar a conocer el patrimonio de Majones, que poco a poco se vaya restaurando, que no se pierda. No le damos el valor que tiene y es una pena que pueda desaparecer”, dice. Beatriz de Majones no se apea de esta lucha.