Ignacio Martínez de Pisón y Castillos de fuego: "Los buenos libros exigen un trabajo de orfebrería interesante"

El escritor aragonés presentó su novela más reciente en la librería Anónima de Huesca

01 de Abril de 2023
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Ignacio Martínez de Pisón y Castillos de fuego

Es la primera vez que Ignacio Martínez de Pisón aborda de lleno como novelista la primera posguerra, a punto de celebrar los 40 años de su primera publicación. Castillos de fuego (Seix Barral) representa un canto a la resistencia del ser humano y a su afán por sobrevivir y, posiblemente, este libro pueda ser considerado como una de sus mejores obras hasta el momento.

El título más reciente del autor zaragozano se presentó esta semana en la librería Anónima de Huesca, con el profesor José Domingo Dueñas como maestro de ceremonias. "Se lee muy rápido, muy bien y con mucho gusto", indicó, para valorar después el enorme trabajo de documentación que ha realizado y que, "sin embargo, no asfixia la trama". Por el contrario, "todo sucede de manera ágil, aunque detrás de cada personaje y descripción haya muchos matices".

Ignacio Martínez de Pisó prefirió llamarlo "labor de familiarización de la época", y explicó que para ello recurrió a las hemerotecas digitales. Durante el tiempo que escribió la novela, todos los días leía periódicos de la época en la que transcurre la acción. Reconoce qué también pretendía transmitir "cierta lección histórica", aunque desde luego no era su objetivo principal.

Presentación en Huesca del libro Castillo de Fuego de Martínez de Pisón. Foto Myriam Martínez
Martínez de Pisón firmas ejemplares de su libro Castillos de fuego, en la librería Anónima. Foto Myriam Martínez

El autor de La buena reputaciónEl día de mañana Dientes de leche, entre otros libros, da vida a un grupo de personajes comunes que, en un momento convulso de la historia, creen en un futuro mejor y se afanan por salir adelante, pase lo que pase. A pesar del hambre, la penuria, o la sombra de la muerte, en el Madrid de 1939 a 1945.

El mismo título juega con las palabras para reflejar los distintos horizontes que se abrieron tras la guerra civil, cuyo término fue para unos un momento de celebración, mientras que para otros la contienda todavía no había terminado. La novela, dijo Dueñas, se puede entender como "un elogio de la capacidad de resistencia del ser humano".

Castillos de fuego se estructura en cinco libros centrados en periodos muy concretos, con personajes que evolucionan y en algunos casos desaparecen, una vez que han completado un ciclo y ha culminado su transformación.

CUARENTA AÑOS ESCRIBIENDO

José Domingo Dueñas recordó algunos datos de la biografía de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), que lleva recorridos casi 40 años de carrera literaria. En 1982 se fue a vivir a Barcelona y en 1984 publicó su primer libro. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza y cursó también Filología Italiana. "No quería ser profesor de instituto y se dedicó a la literatura, y entró por la puerta grande con el libro La ternura del dragón". Con esta obra ganó el Premio de Novela de Mieres que público con Anagrama, su editorial durante 20 años. Los últimos 20, ha trabajado con Seix Barral.

"Cuando era un estudiante ya se veía que iba a ser un gran escritor, ha cumplido el pronóstico y lo ha superado con creces, subrayó el profesor.

Ha escrito poemas y relatos fantásticos, pero a partir sobre todo de Carreteras secundarias se instaló en la literatura realista. José Domingo Dueñas lo describió como un autor "preciso, claro y contundente" y recordó que, en una entrevista, dijo que la contención expresiva era prioritaria para él, que quería contar buenas historias e implicar en ellas al lector. "Y creo que lo logra plenamente", añadió el presentador del acto.

El escritor aragonés Daniel Gascón destacó de él en un artículo "la ausencia de presunción, el respeto al lector y la convicción humanista de que la vida de los individuos merece ser contada", apreciaciones que también comparte José Domingo Dueñas y a las que añadió la "coherencia de su obra, sin bandazos", que es "el resultado muy claro de que sabe lo que quiere escribir".

A Ignacio Martínez de Pisón no le preocupa en exceso el mercado editorial ni las polémicas literarias, recordó Dueñas, y él mismo comentó en la librería Anónima que cuando comenzaba a escribir, "eso de ser profesional de la literatura sonaba como vender el alma al diablo".

Sin embargo, conforme han ido pasando los años, asegura que lo único que ha cambiado al respecto es que cada vez tiene más libros y confiesa que se siente un privilegiado. "Es como un sueño infantil cumplido. Cuando tienes 62 años descubres que llevas toda la vida viviendo de eso, que forma parte de esos sueños de felicidad que tenemos todos de dedicarnos a lo que nos gusta, que tu profesión sea, al mismo tiempo, tu hobby, un juguete gigantesco que te han traído los Reyes y que, no solo no se estropea nunca, sino que se renueva y actualiza. Y que 40 años después te lo pasas tan bien como el primer día".

En los primeros tiempos trató de averiguar qué tipo de escritor quería ser, "pero al final descubres el escritor que puedes ser", puntualiza, y él se vio como el autor realista del que al principio no parecía querer saber nada.

José Domingo Dueñas realizó un rápido recorrido por sus obras más destacadas y sus incursiones en el mundo del cine y la televisión con sus libros o como guionista, con títulos como la ya citada Carreteras Secundarias, Trece Rosas, Chico y Rita, o El día de mañana. Ha sido traductor, crítico y ha escrito en varios periódicos. Desde 2015, firma una columna quincenal en La Vanguardia. "Yo creo que se aprende mucho con el periodismo, la economía expresiva, que las líneas tienen que estar llenas, no puedes meter paja, que tienes que saber lo que quieres decir y cómo decirlo".

También ha recibido varios premios, como el de las Letras aragonesas en 2011, el Premio Nacional de la Crítica, el Premio Nacional de Narrativa y su libro Enterrar a los muertos fue considerado por El País como uno de los mejores del siglo XXI. 

"Los premios van bien y sobre todo si están bien dotados económicamente", comentó sin darse más importancia. "A mí me gusta gustar -prosiguió-. Hay escritores que parece que escriben de espaldas al lector y le exigen demasiado esfuerzo. Prefiero hacer el esfuerzo yo, que la novela ofrezca una lectura no demasiado pedregosa y tener la capacidad de captar la atención. Yo creo que uno de los grandes aciertos de Patria es la capacidad innata que tiene Aramburu para contar historias, por encima de que tocara un hecho grave y traumático de la historia de España. Eso es un don del cielo".

Está convencido de que los escritores, la música, el cine y pocos creadores más tienen "la capacidad de transmitir sentimientos", por lo que, si el objetivo de un autor es solamente el entretenimiento, la novela se puede quedar a medio hacer. "Los buenos libros están pensados para que, en la segunda lectura, los lectores descubran matices que se les habían escapado en la primera. Exigen un trabajo de orfebrería interesante".

 

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