Masdelibros debía haber comenzado esta semana una nueva temporada de su Evento Cómic para hablar de tebeos, pero Ediciones Inuit ha puesto ya a nuestro alcance el último tebeo de Javier Marquina, Apokalipsis Yokai, lo que trastocó los planes de la librería oscense, y con mucho gusto, para celebrar el feliz acontecimiento.
Y no solo es motivo de festejo la aparición del nuevo título, Marquina llegaba con una sorpresa en la manga, la todopoderosa editorial y distribuidora ECC, con sede en Barcelona, se fijó en el fanzine Cómo hacer un cómic sin tener ni puta idea, que el guionista, crítico y divulgador realizó durante la pandemia con Rosa Codina. Y quiso trabajar con él.
Explicó que se levantó un día, encerrado en casa por la covid y amargado, y decidió “contar cómo funciona el mundo del cómic desde dentro”. Puso un anuncio en Instagram para preguntar si alguien se animaba a dibujarlo y Codina se ofreció. Llegaron a vender nada menos que 500 copias. “Ha sido la mejor idea que he tenido en mi vida con mucha diferencia”, aseguró.
Dentro de unos días, Marquina estará fimando ejemplares en el Madrid Cómic Pop Up con Javi Fernández, Jorge Jiménez, Bruno Redondo y James Tynion IV, entre otros grandes del tebeo, y participará en una cena de gala posterior.
Así, la jovencita Inuit, a la que buena parte de sus seguidores han visto nacer, llega ahora “en las cajas de novedades” de ECC. Donde haya un cómic de Batman, habrá uno de Inuit. Y la exclamación de Marquina encontró la aprobación de todo el público: “¡Flipante!”
Apokalipsis Yokai salió ya la semana pasada, un tebeo que guioniza Javier Marquina, lo dibuja Victor Camacho UVE, le da color Héctor Márper y le ayuda con los pigmentos y la rotulación Romina Molist.
“No hay sorpresas”, advirtió en la presentación Cristina Hombrados, especialista en cómics, los lectores encontrarán el “Marquinaverso”, porque el autor “no se sale de sus líneas habituales”.
“Hay personajes a los que les gusta repartir y hay malotes de esos que tienen una personalidad muy bien trabada”. Hay poder y una exhibición de cómo utilizarlo. Todo, con el propósito de que el lector se entretenga, que disfrute de las páginas y que le diga: “Podrías haberlo hecho un poquito más largo”, señaló Hombrados.
El epítome del propósito de esta aventura fue: “¡Vamos a pasárnoslo bien!”. Y entones Uve dijo que quería hacer un manga en blanco y negro, hasta que después de diez páginas quiso que tuviera color. Y llamaron a Héctor para que se ocupara de esa tarea, que tuvo que repetir y repetir en el primer capítulo hasta que Uve quedó satisfecho con su propio trabajo.
"Me gusta que alguien lea una página mía y diga: esta página es muy Marquina"
Marquina fue desvelando todos estos detalles y cómo fueron consiguiendo un buen planteamiento de la historia, que, a pesar de que es “un sujétame el cubata continuo”, fluye con naturalidad. Dividida en capítulos, incorpora algunas sorpresas, está salpicada de homenajes, como lo reflejan más evidentemente las portadas intermedias, y enlaza unos pasajes con otros sin ningún tipo de artificio para desembocar en un desenlace coherente.
“No es difícil, porque esto no deja de ser un videojuego y los niveles funcionan Cualquiera que haya jugado a Super Mario sabe que todo es posible”, comentó Marquina. “Ha sido divertidísimo, tener miles de juguetes en las manos y hacer lo que te daba la gana. Es imposible pasártelo mal -agrego luego-, cuando se te va tantísimo la cabeza”.
Javier Marquina se siente muy identificado con su estilo y con las historias que cuenta en sus tebeos y no tiene intención, al menos de momento, de moverse ni un ápice de ese camino. “No me apetece ser un guionista vainilla, un guionista que sabe hacer de todo pero nadie sabe quién es. No me apetece ser el ‘negro’ de nadie, que vale para escribir novelas de terror, que vale para escribir novelas de viaje ¿Que me encasillo? No me importa. Me gusta que alguien lea una página mía y diga: esta página es muy Marquina”.