Josan Rodríguez ha cumplido esta tarde un nuevo reto personal y artístico: representar por primera vez una obra de teatro como actor protagonista, enfrentándose a un papel largo, intenso, complejo y profundamente emocional. La obra -titulada Prismas- se ha estrenado dentro de la sexta edición de Diversario y ha contado con el acompañamiento escénico y creativo de Habana Teatro -compañía formada también por Misael Hernández -director del montaje y actor en escena- y Yeimi Cruz, que ha completado el reparto. Con esta pieza, el festival ha acogido un estreno cargado de humanidad, trabajo y verdad —y lo ha hecho ante un público que ha llenado por completo el salón de actos del Centro Cultural Manuel Benito Moliner.
La historia de Prismas gira en torno a Toni, un hombre con discapacidad que, acompañado por su cuidadora y amiga Isabel, sale a dar un paseo cotidiano. A lo largo de ese recorrido compartido, afloran recuerdos, desencuentros, risas, complicidades y, sobre todo, distintas maneras de mirar el mundo. Toni no es Josan -aunque compartan puntos en común-: el personaje ha exigido al actor transformarse, habitar otra piel, memorizar largos parlamentos, interiorizar emociones y sostener la atención durante casi una hora sobre el escenario. No estamos hablando de quince minutos de texto -se trata de un libreto que ha grabado, ha escuchado, repetido, interiorizado y llevado al personaje con disciplina y sensibilidad. Y eso se ha notado en escena.
El proceso ha sido exigente, con ensayos intensos de dos horas que han requerido máxima concentración. Y si bien el camino ha estado lleno de trabajo, también ha estado lleno de descubrimientos: cada ensayo ha sido una etapa en el desarrollo del personaje y de la propia obra, que ha ido mutando, creciendo, ganando en cuerpo y matiz.
Antes del estreno oficial, el equipo realizó dos funciones previas en forma de ensayo general con público -una para Aspace y otra para la Cruz Blanca- que han servido de termómetro y trampolín emocional. "Las hemos disfrutado mucho, y creemos que el público también" y han admitido, antes del estreno, que había nervios.

El propio Josan Rodríguez ha compartido cómo esta experiencia teatral le ha calado profundamente. "Me he descubierto muchas cosas que ni me había parado a pensar. Por ejemplo, que cuando acabo de ensayar, estoy muy cansado, porque tengo que pasar por emociones: tristeza, enfado, discusión… emociones que realmente me remueven. Y al terminar, digo: ‘claro, es que he ensayado’, pero emocionalmente es muy intenso".
Además, ha observado que muchas de las escenas escritas inicialmente como ficción han acabado encontrando un eco real en su vida, casi como si la obra hubiera anticipado o invocado situaciones personales
La obra ha sido concebida también con una intención pedagógica de llegar a los centros educativos y provocar reflexión en jóvenes sobre la discapacidad y las múltiples formas de relacionarse con ella, comenta Yeimi Cruz. A veces un malestar se puede generar sin mala intención, basta no saber cómo reaccionar. Y ese vacío también es una barrera.
La actriz ha insistido en que cada espectador verá algo distinto en Prismas —porque precisamente ese es el sentido del título—: ofrecer un prisma, una multiplicidad de puntos de vista, para que el público se interrogue a partir de lo vivido en escena.

La representación de hoy ha sido redonda: la obra ha fluido con naturalidad, sostenida por un trío actoral en sintonía, con momentos de humor, otros de gran profundidad emocional, silencios cargados de sentido y una energía viva en todo momento. La cercanía y la complicidad entre los intérpretes se ha hecho notar, construyendo un espacio de confianza desde el que hablar de cosas importantes sin caer en el dramatismo ni en el discurso condescendiente.
Con Prismas, Josan Rodríguez ha demostrado no solo que es capaz de escribir e imaginar mundos, como ya lo había hecho en sus libros -ni solo de danzar sobre un escenario, como ya había experimentado en el pasado-, sino también de encarnar un personaje con verdad, sostener una obra entera y emocionarse —y emocionar— desde el lenguaje del teatro.