“Caídos del Zielo” es el título de un documental que otorga voz a quienes han sido sistemáticamente silenciados, reivindicando el arte como refugio y forma de resistencia frente a la exclusión. Su director, el oscense José Alberto Andrés Lacasta, presentó este lunes la obra en el Festival Internacional de Cine de Huesca, en el marco de las actividades dedicadas a la industria cinematográfica, acompañado por el actor y dramaturgo Félix Martín, así como por el director de fotografía Mario López.
El documental realiza un seguimiento durante un año a un proyecto artístico y social homónimo, dirigido por Félix Martín. “Es una parte de pseudo ficción, reinterpretaciones de las propias vidas de quienes participan, que gira en torno a un proyecto de teatro que ya tiene algunos años en Zaragoza con personas en riesgo de exclusión social, personas con ‘sinhogarismo’, y que nació de una idea original de la dramaturga Paloma Pedrero”, explicó el director.
El director explicó que su intención era alejarse del género tradicional del documental. Buscaban colocar la cámara en un lugar diferente, apartarla de un único enfoque para observar desde otra perspectiva lo que sucedía allí. No se centraban tanto en el aspecto terapéutico del proyecto, sino en las personas mismas, adoptando cierta distancia para contemplar en conjunto todo lo que ocurre, un proceso que requirió una inmersión lenta y paciente.
La película está rodada en blanco y negro, con una cuidada estética que evoca la atmósfera teatral y mantiene un tono onírico constante. Lacasta, productor también de Du Cardelin Studio, destacó que se trata de un trabajo muy elaborado, en el que ese elemento onírico permanece presente a lo largo de toda la obra. Asimismo, manifestó que esperan concluir la película en febrero, aunque sin apresuramientos.
La historia gira en torno a una compañía de teatro formada por personas sin hogar, o en riesgo de exclusión. “Llevamos haciendo un trabajo de inmersión porque no es un documental en el que narremos la historia, sino lo que estamos haciendo es observar su día a día, meternos casi en su intimidad, tanto de su trabajo como actores como en su vida personal”, añadió.
El 80 % del rodaje ya está completado, y el equipo ha comenzado el primer montaje de la película. “Ha sido un trabajo muy sordo, de mucho tiempo, de mucho insistir, y ahora empezamos ya a ver la luz, a tener la peli ya medio formada y bueno, yo espero que la podamos estrenar el año que viene”, comentó.
El rodaje se desarrolla entre Huesca y Zaragoza, donde los participantes cuentan con el respaldo de un equipo educativo o tutores especializados. El director explicó que, especialmente quienes forman parte de la compañía teatral, reciben una tutorización constante; sin embargo, también hay personas que viven en la calle o afrontan condiciones sumamente precarias para acceder a una vivienda digna.
A pesar de su situación, los participantes muestran entusiasmo por las artes escénicas y una actitud positiva constante. “Estamos hablando de extrema pobreza, sin embargo. Tienen una alegría, un ímpetu y una predisposición para todo lo que tiene que ver con el teatro. Llevan años haciendo teatro y ahí están”, relató.
El proyecto conmovió profundamente a Lacasta desde el inicio, debido a su autenticidad y compromiso genuino. “No era un grupo que hicieron teatro por su valor terapéutico, porque hay muchas asociaciones que lo hacen, que está muy bien, es fantástico... En este caso van más allá. Es su proyecto de vida. Aquí hay una implicación vital que trasciende la mera terapia”, afirmó.

Los participantes poseen trayectorias marcadas por la marginalidad, a menudo invisibles para la comunidad. “Tienen por encima de 50 años y unas vivencias durísimas. Como ellos dicen, vivir en la calle no lo eliges. Se han visto abocados a un círculo que les ha hecho estar en esa condición, que es sumamente fuerte, profundamente dolorosa”, expresó.
Trastornos psicológicos, adicciones y aislamiento conforman una realidad cotidiana compleja, a menudo sin una salida clara. “A algunos de ellos les resulta muy difícil incluso salir de allí. Todo acompañado de problemas de soledad, de problemas de depresión, problemas de salud mental y a veces de adicción. Es una amalgama de circunstancias que nos lleva a sus extremos”, añadió.
“Forman parte de lo que hay y son muy conscientes de su situación -agregó-. Llama la atención la naturalidad con la que saben hablar de cómo se sienten excluidos. Y todos, casi todos, vienen de historias de vida muy normalizadas”.
Los motivos que los llevaron a vivir en la calle son múltiples, desde la pérdida del trabajo hasta rupturas sentimentales. “Jamás te puedes imaginar que puedes acabar en una situación así. Entre las causas que les llevan a vivir de esa forma hay de todo: adicciones, el desempleo, la falta de vivienda asequible, problemas de pareja. La variedad es grande”, explicó.
El director resalta la labor colectiva y la estructura horizontal del equipo como elemento clave para establecer cercanía con los retratados. “Yo dirijo y ha escrito el guión, pero hay un equipo muy majo. Hemos convivido mucho con ellos, para que nos vieran con normalidad”, comentó.
La presencia técnica fue reducida al mínimo, para no interferir en la rutina de los participantes. “Tuve que reducir mucho lo que era la presencia física del equipo técnico para que no fuéramos un estorbo ni alguien ajeno a su dinámica de vida. Y bueno, lo conseguimos a base de tiempo. Lo conseguimos, y muy bien”, concluyó.