La fotógrafa y documentalista oscense Judith Prat sostiene que la violencia contra las mujeres va cambiando de forma a lo largo de la historia y en este momento "se están cuestionando conquistas que en algún momento pensamos que podían darse por aseguradas". Por ello, "toca seguir luchando, sin dar nada por ganado, porque las estructuras de poder se revuelven ante los logros del feminismo”, ha propuesto.
Prat ha protagonizado este martes una nueva sesión del ciclo “Re-creándo-las", organizado por el Colectivo de Mujeres Feministas de Huesca, que se ha desarrollado en el Salón Azul del Casino. Tras la presentación de Teresa Domingo, se han proyectado los cortometrajes documentales Tú, siéntate y Decían que era bruja, dos obras que reflejan su compromiso con la memoria, la justicia y la lucha feminista.
Nacida en Altorricón, Judith Prat es licenciada en Derecho y está especializada en la defensa de las libertades y los derechos fundamentales. A lo largo de su trayectoria, ha orientado su trabajo hacia la documentación de conflictos, las memorias silenciadas y las realidades sociales marcadas por la desigualdad, siempre desde una perspectiva de género.
Su mirada indaga en cómo los conflictos bélicos, las injusticias estructurales y la crisis ambiental repercuten especialmente en la vida de las mujeres. Su obra, reconocida con numerosos premios y exhibida en España, Europa, América Latina y África, la ha consolidado como una de las fotoperiodistas más comprometidas del panorama contemporáneo.

El primer documental proyectado, Tú, siéntate (2016), fue rodado durante el invierno de 2015 a 2016 en Kurdistán. La película retrata un episodio de violencia del Estado turco contra la población kurda, en un contexto de asesinatos y asedio a varias ciudades, entre ellas Diyarbakır.
A través de este trabajo, Prat da testimonio de la persecución histórica que ha sufrido el pueblo kurdo no solo en Turquía, sino también en Irak, Irán y Siria. "Durante el rodaje descubrí un feminismo muy avanzado, un papel de la mujer muy relevante dentro de la sociedad kurda que a veces desde aquí se desconoce. Creemos que el feminismo europeo blanco es el más avanzado y se nos olvida mirar hacia otros lugares”, ha comentado la autora a este periódico.
Ese feminismo, afirma, se articula en una estructura política basada en la igualdad, un modelo que lleva más de dos décadas en funcionamiento. “Todas las organizaciones kurdas tienen que tener presidenta y presidente, todas las alcaldías kurdas, todos los municipios kurdos tienen alcalde y alcaldesa”, señala Prat, recordando que además “un hombre acusado de maltrato no puede volver a ejercer ningún cargo social ni político”. Estas medidas, ya se habían implantado hace quince o veinte años, lo que, a juicio de la fotoperiodista, evidencian la presencia activa y la fuerza de las mujeres en la toma de decisiones y en la lucha del pueblo kurdo.
El segundo trabajo proyectado, Decían que era bruja (2023), supone un cambio radical de escenario y de historia. Rodado en el Pirineo, aborda la caza de brujas que se produjo en toda Europa y también en España. En palabras de la autora, se trata de “un documental que habla de la caza de brujas, persecución y asesinato, ese feminicidio que se produjo en toda Europa y también en nuestro país”.

La investigación de Prat revela que la mayor cantidad de mujeres asesinadas por el delito de brujería en este país se concentró precisamente en Aragón y Cataluña, donde el territorio pirenaico adquiere una importancia central en la narración.
El trabajo muestra cómo esas mujeres fueron víctimas de una doble violencia: primero, la persecución y el asesinato; después, la distorsión de su memoria. “En base a acusaciones ridículas ahora, pero también entonces, como poder provocar una granizada, una tormenta, una gran sequía, hacer enfermar al ganado sólo con la mirada o tener un pacto con el diablo, se asesinaron a tantísimas".
Además, "el mundo del arte, además, fue un fiel amplificador del discurso de los perseguidores" y fueron representadas bajo un estereotipo negativo: "En los cuentos infantiles, en la pintura, en el grabado, en el cine, son viejas, feas y malvadas, encima de ser las víctimas de un feminicidio", observa.
Por eso mismo, la autora utiliza el arte como vía para restituir su dignidad y ofrecer una mirada justa sobre quienes fueron realmente. “Me parecía que tenía todo el sentido utilizar, en este caso, la fotografía o el cine, para contar quiénes fueron en realidad y contribuir a dignificar su memoria”, apunta.
"Han sufrido una violencia extendida hasta nuestros días, porque ha sido el relato de los perseguidores. Y hasta muy recientemente no se ha contado quiénes eran estas mujeres en realidad", añade.
El proyecto Brujas se amplía más allá del cortometraje, integrando una exposición fotográfica que ha itinerado durante dos años por España, Francia, Colombia, Argentina y la Bienal de Arte de La Habana, además del fotolibro Brujas publicado este año por la editorial La Fábrica.
MEMORIA, TERRITORIO E IDENTIDAD
La autora reconoce que aunque los dos trabajos poseen "radicales diferencias" en cuanto a la temática y dónde suceden, comparten una "cierta transversalidad" que recorre temas recurrentes a lo largo de su trayectoria, como "la memoria, el territorio y la identidad".
En Tú, siéntate, el pueblo kurdo carece de un espacio propio, es la pérdida y la resistencia, mientras que en Decían que era bruja, la acción se sitúa en los Pirineos, y el territorio y el entorno es muy importante, porque "configura nuestra identidad individual y colectiva, y los silencios también acaban interfiriendo".
Ese mismo hilo une su mirada artística con su reflexión sobre el presente. En su investigación, las mujeres que hoy habitan los Pirineos y que participaron en el documental afirmaron que la caza de brujas no es un episodio cerrado. “A todas les preguntaba si la caza de brujas podría volver a ocurrir y todas contestaron: no, porque la caza de brujas no ha terminado nunca”, recuerda.
"Sí, la caza de brujas sigue, pero de otra manera, por supuesto -prosigue-. La violencia contra las mujeres se reinventa y va cambiando de forma. Siento que ahora somos más fuertes y más capaces de luchar contra ella, pero también vemos cómo el sistema también se revuelve contra nuestra propia lucha".
Denuncia que estamos viviendo un momento en el que "se están cuestionando conquistas que en algún momento pensamos que podían darse por aseguradas", así que "toca seguir luchando, sin dar nada por ganado, porque las estructuras de poder se revuelven ante los logros del feminismo”.