Los conductores que atraviesen Lanaja en la carretera de Zaragoza a Monzón (o viceversa) se van a encontrar con una bonita sorpresa, un mural de 15 metros de ancho por tres de alto y que rezuma simbología najina, monegrina y aragonesa con un colorido muy llamativo para ofrecer una visión espectacular.
El autor es el zaragozano emparentado en Lanaja Dani Lapuente, que ya había dejado una perla de su creatividad en el domicilio de sus suegros con una representación de Mariano Gavín Suñén, el Bandido Cucaracha.
Las tonalidades sirven a la causa de las señas de identidad de Lanaja y los Monegros. De fondo, un cielo que va desde las tonalidades amarillas y naranjas hasta las violetas, surcadas por aves. Debajo, una cigüeña, una especie que visita el pueblo desde tiempos inmemoriales. Una pareja de abuelos sentados en un banco, en lo que se viene a llamar "el mentidero". Al otro lado de la leyenda LANAJA, una abuela con una nieta, y también como retaguardia de las letras la silueta de la localidad.
Para la jornada de ayer, Dani Lapuente se dejó en blanco las seis letras, LANAJA. Con los niños de Primaria y Secundaria esprays en mano, durante horas les dio la imagen que deseaba. La L contiene la pañoleta de Lanaja en morado y negro. La A es la bandera de Aragón en vertical. La N, el Castillo de Montoro sobre el saso. La segunda A, el Barranco de la Estiva. La J es el toro encantado, siguiendo con los mitos locales. Y la última A un guiño a San Mateo con los cabezudos, los danzantes y los fuegos artificiales.
Debajo de las letras, la emblemática carrera del hombre contra el caballo y también en el mural las fiestas en honor a San Sebastián en enero y la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Una verdadera maravilla que, en apenas quince metros de ancho por tres de alto ofrece una panorámica de los atractivos que el visitante puede disfrutar en la población de Lanaja. Y, según fuentes municipales, con vocación de continuidad con otras obras de arte urbano.