Monegros, tierra de color: La mirada de amor y descubrimiento de Alfonso Ferrer

El autor recoge en un libro los detalles que le han hecho enamorarse de esta comarca

05 de Junio de 2023
Guardar
Alfonso Ferrer, en el Casino de Huesca. Foto Myriam Martínez
Alfonso Ferrer, en el Casino de Huesca. Foto Myriam Martínez

Quienes tienen la fortuna de conocer la tierra de Monegros y sus gentes caen perdidamente enamorados de ella. Más allá de los tópicos que la asocian a una comarca yerma y gris, aquellos que saben mirar más allá descubren una amplia policromía en los más diversos detalles.

Uno de esos afortunados es Alfonso Ferrer, un veterinario rural de profesión, cuyos pasos lo llevaron a trabajar durante años en Alendi, en Almudévar, parte de la comarca de la Hoya y Los Monegros zaragozanos y oscenses. De esta experiencia laboral se derivó la publicación del libro Monegros, tierra de color" (Sariñena Editorial), que refleja su sensibilidad y amor por esta zona aragonesa.

La obra contiene 116 fotografías distribuidas en 156 páginas. Las imágenes son a color, con formato horizontal en su mayoría, y muchas de ellas ocupan doble página. Además, el libro incluye algunos textos personales del autor, en los que comparte su visión del territorio desde la perspectiva de los cuatro capítulos que componen la obra: "Camino y paisaje", "Color", "Rural" y "Agua y sed". A lo largo de estas páginas, se desafían los estigmas impuestos a los Monegros, demostrando que en realidad es una tierra llena de color, con aves que surcan los cielos y paisajes agrícolas que se despliegan en toda su majestuosidad.

La familia paterna de Alfonso Ferrer proviene del valle de Chistau, de Serveto, y ya escribió un libro, galardonado con el premio Félix de Azara en 2014, sobre esta zona montañosa. Parece como si el contrapunto entre la montaña y el llano coincidiera en un punto de su camino.

Antes de adentrarse en los paisajes de Monegros, a Alfonso, proveniente de los verdes parajes montañosos con sus marcados desniveles, le costaba imaginarlos en su plenitud. No obstante, a medida que los fue conociendo más, y gracias a la gente del entorno que se los mostraba y explicaba con cariño, su vínculo afectivo comenzó a crecer.

Además de ser un apasionado fotógrafo aficionado de la fauna, la naturaleza y el mundo rural, Alfonso descubrió que Monegros ofrecía todo lo que necesitaba para capturar una amplia variedad de instantáneas. Se dio cuenta de que todo aquello que encontraba en su camino eran extraordinario y le atraían también los momentos de soledad y recogimiento que a vece le deparaban. Desde los miradores de Monte Oscuro o San Caprasio en la Sierra de Alcubierre, su vista se extasiaba ante la amplitud y el potencial de aquellos panoramas.

Si tuviera que elegir solo tres sitios para destacar, Alfonso se decantaría por San Caprasio, el Rincón del Olivar cerca de La Gabarda, la Laguna de Sariñena y Jubierre. Cada una de estas localizaciones tiene un encanto particular y especial que lo fascina.

A la hora de tomar fotografías, Alfonso Ferrer seguía un proceso meticuloso. Primero, se familiarizaba con el lugar y luego reflexionaba sobre la imagen que deseaba capturar. En ocasiones, visitaba un sitio en repetidas ocasiones y se marchaba sin obtener la foto anhelada y, sin embargo, en un breve atardecer, podía inmortalizar tres imágenes realmente hermosas.

Aquellas con las que más conectaba eran las que retrataban el mundo rural, pues hablaban de la gente que habitaba el territorio y de cómo su presencia e influencia se entrelazaban.

CAMINO, PAISAJE, COLOR, AGUA

El primer capítulo, "Camino y paisaje", se sumerge en la belleza que define el territorio y que lo hace reconocible. El siguiente, "Color", rompe con los prejuicios que lo limitan a una tierra ocre sin tonalidades, y muestra la riqueza cromática que realmente atesora, con aves y un paisaje agrícola que también tiene su encanto.

"Rural" se centra en la gente que habita en Monegros y la fauna que los rodea, desde las aves que anidan en los tejados hasta los zorros que buscan su sustento en los pueblos cercanos.

Por último, "Agua y sed" resalta la escasez de este preciado recurso que ha caracterizado al paisaje monegrino, aunque el regadío actual haya insuflado nueva vida.

A lo largo de la obra, Ferrer también se refiere a diversos artistas, escritores y fotógrafos que han dejado su huella al escribir sobre esta comarca. 

Monegros, tierra de color es un tributo a la belleza y la diversidad de los paisajes y las gentes de esta tierra. A través de sus fotografías y textos, Alfonso Ferrer nos invita a abrir los ojos y contemplar Monegros con otra mirada, alejada de los tópicos y dispuesta a dejarse enamorar.

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante