Monika Zgustová, en el tributo a Sender: "No se ha aprendido nada, cada vez hay más exiliados"

La escritora checo-española incide en un matiz muy senderiano: el exiliado se convierte en un extranjero, pero cuando vuelve es doble extranjero

03 de Febrero de 2023
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Monika Zgustová y Luis Gómez Caldú
Monika Zgustová y Luis Gómez Caldú

El aniversario del nacimiento de Ramón J. Sender, 122 años, se ha celebrado con la conferencia Elogio del Desarraigo de la autora checo-española Monika Zgustová, autora de "Nos veíamos mejor en la oscuridad", "Vestidas para un baile en la nieve" o "La intrusa. Retrato íntimo de Gala Dalí" entre reputados lanzamientos editoriales, en el salón de actos de la Diputación, organizadora de este acto conmemorativo junto al Instituto de Estudios Altoaragoneses.

El profesor Luis Gómez Caldú ha presentado a la novelista, ensayista y traductora nacida en Praga en 1957, que a los 16 años salió hacia Estados Unidos para tornar a Europa en primera instancia en París y definitivamente en Barcelona, con premios reputados como Cálamo, el Nacional de la Crítica o el Ciutat de Barcelona. El gran experto en Sender ha dispuesto en bandeja la palabra a Zgustová con un poema de Luis Cernuda, escrito desde su exilio en México, "Un español habla de su tierra" "Amargos son los días/ De la vida, viviendo/ Sólo una larga espera/ A fuerza de recuerdos".

Monika Zgustová ha comenzado aludiendo a las imágenes que, en los destierros, en los éxodos, nos "encogen el corazón", una angustia que se aprecia incluso en las exposiciones. Recuerda una muestra en la que vio fotografías de inmigrantes. "Se apoderó de mí una angustia terrible. El totalitarismo es un fenómeno del siglo XX, lleno de guerras, de ideologías esclavizadoras, de guerras civiles, dictaduras... Todo esto ha generado oleadas de exiliados que cambiaron el mapa étnico de las grandes capitales europeas y americanas, no sólo estadounidenses, sino por ejemplo Buenos Aires o Chile". 

Público en la conferencia de Zgustová
Público en la conferencia de Zgustová

Pero hay que contextualizar este fenómeno, incluso históricamente. "Alemanes, rusos, españoles, judíos y más tarde bosnios, kosovares... Todos ellos huyeron de algún horror. En este siglo, son básicamente los sirios, afganos, ucranianos. El totalitarismo, la guerra, el holocausto, el fanatismo ideológico y el exilio son los cinco fenómenos que definen los siglos XX y XXI".

Remontándose a la antigüedad, ha remembrado a los profetas, a Moisés, a José, y los veinte años de exilio de Ulises. O la ruptura con el mundo en un exilio de él de Edipo al arrancarse los ojos. Y Ovidio, el primer poeta exiliado en la defensa de la libertad y de la poesía frente a la violación de su integridad. Dante, Goya... Pero "el exilio tiene algo de enriquecimiento cultural. Por eso he titulado la conferencia Elogio del Desarraigo, porque ha enriquecido la vida cultural en grandes capitales del mundo". Esa percepción se puede derivar de las concepciones también de James Joyce. Ha parafraseado también a Juan Goytisolo sobre esa intensa y peculiar relación "ambigua y contradictoria" entre Madrid y Barcelona, amenazados de ostracismo los de un lugar en otro y viceversa..

Cuando alguien se exilia, intenta preservar su libertad y su identidad. Sigue creciendo. "A Ulises, en su vuelta, no lo reconocieron ni su nodriza ni su mujer". Pero esta corriente se ha agudizado por una "crisis de la civilización europea, con dictaduras, guerras y exilios", que no han de cercenar la memoria a través de la filosofía, la historia y la literatura. La pregunta es: "¿Será suficiente esta experiencia para que no haya una repetición de los errores?" Y Zgustová responde: "No se ha aprendido nada, cada vez hay más exiliados".

Y, en este escenario, las décadas precedentes demuestran que el desarraigo provoca también algunas vivencias enriquecedoras a través de la movilidad de la creación, "para algunos son estímulos para crear universos nuevos". Ha enumerado algunos de los autores que han sido paradigmáticos, como Dostoievski y el impulso a su producción literaria.

"Hay dos opciones: integrarse e ir reduciendo el vínculo con el país de origen; o no integrarse"

Para Monika Zgustová, alguien que es obligado a emigrar tiene dos opciones: "Integrarse e ir reduciendo el vínculo con el país de origen; o no integrarse. Si no lo hacen, forman comunidades, como los rusos en Estados Unidos, los cubanos en Miami o los chinos en distintos puntos del mundo, en torno a la lengua materna y su cultura". Ha sostenido, en todo caso, que "un refugiado nunca acaba de integrarse del todo. Hay muchas diferencias lingüísticas, culturales e históricas, las incomprensiones son frecuentes y acaban sintiéndose heridos, menospreciados, despreciados, patéticos y ridículos".

MUJERES EXILIADAS

Monika Zgustová ha trufado su exposición de nombres de mujeres exiliadas cuya evolución ha sido paradigmática. Es el caso de Irene Némirovsky, de una familia judía acomodada sin excesivo apego confesional. Con la llegada de la revolución bolchevique, huyeron con primera parada en Finlandia, pero meses después se trasladaron a Francia, donde se integró magníficamente y sintió los beneficios de la libertad personal. Se integró plenamente y tras sus estudios se inició en la literatura con obras como El Baile que le dispararon hacia la fama, asociada por su estilo y calidad con Tolstoi y Dostoievski. Escribía en lengua francesa, estaba plenamente integrada y estaba convencida de que era el mejor país posible para su proyecto vital. Su padre salió hacia Rusia al intuir que Europa ya no era segura. Irene quiso confiar en la Francia de la revolución, de la libertad y de los derechos humanos. Tras un cierto antisemitismo por el caso Dreyfus, las aguas parecían volver a su cauce.

En medio de tanto éxito, se preguntaba por qué hacer caso a las cartas llenas de advertencias de sus padres. Un libro tras otro, los éxitos eran reconocidos. Los nazis ya gobernaban Alemania y Hitler iba absorbiendo país tras país. En 1949 comenzó su serie de novelas Suite Francesa. "Solo un exiliado podía escribir así sobre el desplazamiento físico y emocional, el éxodo". La primera, Tempestad en junio, desplegaba una atmósfera cinematográfica. La segunda, Dolce, era más novelística.. Dos mujeres en una misma casa. Una se enamora de un soldado alemán. La suegra estaba muy en contra de toda la invasión de los nazis y de sus instrumentos militares. A Irene Némyrovsky la llevaron en 1940 a un campo de concentración y en Auschwitz fue asesinada en 1942. "La tragedia de su vida es no hacer caso a su padre". Y una paradoja. "Le traicionaron los franceses que ella tanto adoró cuando la denunciaron a la Gestapo".

Otra víctima fue Marina Tsvetáyeva, la singular poetisa rusa perseguida por el régimen de Stalin. Se exilió en Berlín, Praga y Francia, pero no era feliz. Regresó a la Unión Soviética, donde su marido fue asesinado por los soviéticos y ella, finalmente, se suicidó. Zgustová ha recordado el concepto de Ramón J. Sender: "En el exilio, te vuelves extranjero, pero cuando vuelves al país de origen, eres doble extranjero". Todo ha cambiado, los usos, las costumbres y hasta el país.

Monika Zgustová ha revelado su propio testimonio, cuando sus padres se exiliaron de Checoslovaquia. El instinto de su padre fue proverbial, después de la invasión rusa de Praga. Con 16 años, inició un viaje que desembocó en Estados Unidos. "Cuando me lo dijeron, me di cuenta de que no volvería a ver a las amigas y a las abuelas. He acabado dando la razón a mis padres. Por eso he querido titular esta cofnerencia Elogio del Desarraigo".

Más allá de su excelencia como reconocida traductora, sus libros hablan de una manera u otra del exilio. Ha sintetizado las razones y argumentos de Las rosas de Stalin con el testimonio de Svetlana Allilúyeva, la hija del tirano. Y un revólver para salir de noche sobre la vida de Nabokov y el empuje de su mujer, Vera, para que escribiera en inglés. "Había diferencia. Era un estilo más rebuscado el del inglés, y el ruso más fulido". Ha descrito también en La intrusa el retrato literario íntimo de Gala Dalí, otra exiliada, otra mujer muy fuerte con una activa vida marital hasta que rigió los erráticos impulsos de Dalí. "Intuyó en 1936 que se tenían que ir, cuando estaban en Cadaqués en verano, porque algo malo iba a pasar en España". Y "Nos veíamos mejor en la oscuridad", la difícil relación entre una hija y una madre a la distancia, el primero de dos libros con inspiración autobiográfica. El segundo será en octubre.

"El comunismo es una ideología totalmente trasnochada que ya no se puede sostener"

La autora y traductora checo-española ha rendido finalmente un homenaje a Sender con la lectura de dos páginas de El Verbo se Hizo Sexo: Teresa de Jesús y el ingenioso final del autor de Chalamera para dar voz a la santa en la disputa dialéctica con la abadesa del convento:"Dios me ha dicho que no debo tener conversaciones con hombres, sino con ángeles".

Se ha iniciado un turno de preguntas en las que, con Luis Gómez Caldú, han coincidido en que el exilio es un problema tan complejo que no se puede reducir todo al desarraigo y el arraigo. Parafraseando al Nobel Brodsky, "no soy un árbol y por lo tanto no tengo raíces"

La edificante conferencia ha concluido con un repudio de los sectarismos. Zgustová ha defendido que la inclinación a una cierta mirada más bondadosa hacia los soviéticos procede del hecho de que las tropas de Stalin estuvieron del lado de los aliados en el momento de la liberación del yugo nazi, y por eso la inclinación hacia ese lado se hacía más atractiva para intelectuales y no intelectuales. Hasta la caída del Muro de Berlín en 1989, "cuando cayó también la intoxicación con la ideología comunista que todavía perseguían algunas mentes". En ese sentido, ha sido fundamental el papel de los nuevos filósofos franceses que reconocieron el daño que Sartre y otros conmilitones habían proferido con su partidismo. "Es una ideología totalmente trasnochada que ya no se puede sostener".

 

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