Palacio de Villahermosa, Eduardo Cuello añade eternidad literaria a la arquitectónica

El arquitecto ha creado un libro hermoso repleto de imágenes cuidadas y textos ajustados para explicar la recuperación de la Casa de los Condes de Guara veinte años después de su reestreno

17 de Marzo de 2024
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Presentación del libro de Eduardo Cuello sobre Villahermosa

Palacio de Villahermosa, la Casa de los Condes de Guara, Centro Cultural de Ibercaja en Huesca es el libro del arquitecto Eduardo Cuello que, a través de imágenes bien cuidadas y textos contenidos explica la belleza de un monumento único en la ciudad con elementos arquitectónicos y decorativos referentes de todo Aragón. Con una edición magníficamente cuidada, sirve para rememorar la recuperación hace veinte años de un icono de Huesca que estaba abandonado y ha sido recobrado felizmente para la causa cultural.

Remembraba Julia Lera, sobre el escenario junto al autor del libro Villahermosa, Eduardo Cuello, y el director del Centro Cultural de Ibercaja, Roberto Cerdán, aquellos tiempos en los que subían hacia San Pedro y apenas miraban a la izquierda para hacer una fotografía además de, circunstancialmente, ver cómo se rodaba una película de suspense, realizar alguna intervención artística, con cierto riesgo por la endeble situación de aquella casona o palacio. Dependiendo de la edad, recordaban su colegio de Primaria.

Un amante de la ciudad propuso sotto voce a Ibercaja su recuperación, después de ser desestimado para albergar la Fundación Beulas. La meteorología lluviosa de hace poco más de veinte años urgió, so pena de posible derrumbe, una solución, agregaba Julia Lera. "Los hados, o la política, se encargaron de que estuvieran en el momento oportuno las personas oportunas para procurar, a través de un decreto que puso en valor la fachada, que se rehabilitara por la versión de algunos que estaban en Ibercaja y al frente de la ciudad". Se pretendía que la calle fuera una "puerta al Casco Viejo".

Para procurar este renacimiento, surgió la idea de encargar el proyecto a "un arquitecto de la ciudad, amante de la Historia con mayúscula, y de las historias, que conocía la evolución del Casco Antiguo de la ciudad y que había estudiado y leído con interés a los cronistas locales la historia de la ciudad desde la época de los romanos". Y se propuso la recuperación como centro de la Obra Social de Ibercaja en Huesca.

La presentación de Eduardo Cuello en aquellos momentos con modernas infografías fue dando paso a la esperanza y alegrías como "el descubrimiento de la extraordinaria techumbre mudéjar, creo que no suficientemente puesto en valor el alfarje tapiado por razones de modas cambiantes quizás, o quizás para evitar alardes aristocráticos", como sospechaba Cuello. Recordaba Lera el cuidado al picar para evitar daños a posibles descubrimientos. "Una alegría que vino a dar valor añadido al edificio y una pieza única al patrimonio de la ciudad. El más importante alfarje en la arquitectura civil de todo Aragón, que fue un regalo para los oscenses". Se dató en el siglo XIV. Posteriores estudios de Carlos Garcés y Toño Turmo lo dataron un año antes. Es de 1280 y el de la Catedral de Teruel es de 1285.

Este libro permitirá sostener la memoria de estos años tan importantes de la ciudad y de la labor creativa de su autor, con esos dos objetivos: "Revitalizar y recuperar la Casa de los Condes de Guara, pero también el espacio de alrededor, y dedicarlo a usos culturales del siglo XXI".

La Obra Social de Ibercaja ha llevado hasta hoy esta propuesta cultural que "tiene a la persona como protagonista. Siempre encontré en Eduardo una actitud comprensiva en nuestras conversaciones, tanto cuando estaba diseñando los espacios como siempre intentando adecuar un entorno lleno de guiños históricos: el patio central, el estuco de las paredes (contó que un pintor italiano vino exclusivamente a pintarlas), las plantas del edificio conservando las tres plantas y adecuándolas perfectamente, y diseñó sus usos según las necesidades".

La primera planta seducía tanto que todas las visitas guiadas hubieran deseado "quedarse a trabajar" por su atmósfera especial. También destacaba Julia Lera la recuperación del mobiliario del comercio de la Innovación que "dio ese aire de las universidades europeas", un espacio idóneo para trabajar según los estudiantes. En todas las aulas, como las de nuevas tecnologías, "se respiraba un aire sereno y quisimos que hubiera contraste con el arte contemporáneo y visigótico de las paredes".

El arquitecto quiso que supieran los porqués de todas las decisiones, de los cipreses como árbol de bienvenida en las casas antiguas, del patio interior inspirado en el renacentismo palaciego, la secuencia de los vanos de la fachada y la galería de arquillos o el lugar que ocupaban las cocheras, hoy la sala de arte. "Procuramos explicarnos siempre así a nuestros visitantes y que valoraran y disfrutaran de un maravilloso espacio en el que todo tiene un significado hasta el más pequeño detalle constructivo y decorativo".

En primera persona, ha explicado la primera directora del espacio común el descubrimiento permanente de las posibilidades durante sus diez años al frente para "aprender y compartir experiencias innovadoras en todos los campos del saber en un entorno lleno de belleza y al mismo tiempo práctico y versátil. No sólo es un edificio lleno de historia, sino también un edificio lleno de vida".

EDUARDO CUELLO

El autor del libro ha realizado una introducción filosófica en la que ha explicado algunas interioridades de los arquitectos que dedican cientos de horas a los trabajos y los problemas. Ha recordado que hace dos años presentó un libro sobre el Teatro Olimpia, "una de las obras que creía que había que hacer y hoy día la edición de libros es complicada". "No toca más que asumir compromisos con uno mismo y también con la gente que te ha rodeado en la época profesional de trabajo".

Desde un planteamiento de estudio de la historia del arte y de cuestiones metafísicas sobre la vida, Eduardo Cuello se propuso "hacer estos dos libros y quería que fueran visuales, porque no se lee. Lo que vale es la imagen. Es un libro visual, que gracias a la colaboración de Gráficas Huesca, de Silvia y de Mariano, y también de Martín, que es el técnico de impresión, es de calidad y lleno de fotografías. Las de obra han sido mías con la cámara de bolsillo digital, pero las otras de antes y del después son de Fernando Alvira Lizano, que siempre ha trabajado y colaborado conmigo en muchos trabajos y es un profesional de nivel".

Ha parafraseado a Ingmar Bergman, cuando decía que "envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es cada vez más libre y las vistas más amplias y serenas". "El libro también obedece a esa máxima latina de 'lo que no se escribe no permanece". E igualmente tiene reconocer la gran labor de la Obra Social e Ibercaja como entidad de ahorro al elegir este emplazamiento. "Era también una apuesta y un esfuerzo muy grande porque tuvimos todas las dificultades del mundo", aunque prefiere dejar lo malo encerrado en un armario.

Ha aclarado que "no es un libro técnico, sino de divulgación para la sociedad en su amplio espectro y las personas que valoran el arte y la labor de la cultura. Los textos son ajustados y abreviados y la máxima extensión se dedica a la fotografía".

Se articula en una primera parte de textos con la presentación de Julia Lera y de Amado Franco, un introito y un prólogo del autor, valorando lo que es la familia de los Azlor. "Estamos en la casa de los Azlor". A partir de ahí, comienza un recorrido fascinante por todos los rincones, cada uno con su razón arquitectónica, con sus motivos de decoración, con su sentido y su historia. Villahermosa, un palacio para conocer la ciudad de Huesca.

 

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