El cineasta oscense Maxi Campo ha presentado en el 53 Festival Internacional de Cine de Huesca el proyecto de un largometraje documental, titulado 21.000 palabras (Un capezuto e dos collons), un homenaje íntimo y comprometido a una lengua prácticamente extinguida: el belsetán, una variante del aragonés hablada en el valle de Bielsa, en pleno Pirineo oscense.
El documental se centra en la figura de Ángel Luis Saludas, pastor del pequeño pueblo de Espierba, cuya vida entera ha estado consagrada a una causa singular: preservar su lengua materna.
Desde los 17 años -hoy tiene 65- Saludas ha trabajado en soledad en la creación de un diccionario de belsetán, sin apoyo institucional ni respaldo social. “Ángel Luis constituye una historia de superación; apegado al territorio y al idioma materno, lleva cerca de 47 años tratando de recuperar la lengua de su madre, por ello daría la vida”, afirma Campo, que ha contado con Diego Matas en la dirección de fotografía.
El belsetán es un dialecto muy arcaico, apenas influido por el aragonés moderno. Forma parte del grupo de lenguas romances nacidas en la Península Ibérica, como el catalán o el gallego.
Sin embargo, mientras otras comunidades han defendido activamente sus lenguas, en Aragón el idioma retrocedió bajo el dominio del castellano. “Hablar aragonés era hablar basto, hablar feo”, señala Campo.
"Hablar aragonés era hablar basto, hablar feo"
El proyeto revela también la dimensión emocional y familiar de esta historia. Generosa, madre de Ángel Luis, comparte una relación compleja con la lengua. “Con Ángel Luis habla en belsetán cuando no hay nadie más. Cuando estoy yo, cambia al castellano. Ella misma dice: ‘No quiero hablarlo, me da vergüenza’”, comenta el cineasta. Al final de la cinta, sin embargo, hay una sorpresa, muy emocionante, que nadie debería perderse.
Además de su madre, aparecen en la película varios vecinos de Espierba, cuyas voces reflejan una mezcla de orgullo, desarraigo y nostalgia por un idioma que agoniza. Ángel Luis, sin embargo, mantiene su determinación intacta. “Es activista, aunque si ve que no le entiendes, también cambia al castellano”, precisa el realizador.
La obra incluye grabaciones de archivo de hace más de 30 años, en las que el protagonista ya aparece hablando en su lengua, evidencia de una perseverancia excepcional. “Se ha mantenido firme durante casi medio siglo, contra viento y marea, por algo que muchos dan por perdido. Y lo ha hecho sin esperar nada a cambio. Esa perseverancia es lo que más me impresiona”, confiesa Campo.
En cuanto a los aspectos técnicos, 21.000 palabras (Un capezuto e dos collons) ha sido gestado como un proyecto profundamente personal, realizado con una estructura de producción mínima que cuenta con financiación participada por Aragón TV y la colaboración del Gobierno de Aragón.
El documental se encuentra en su fase final de montaje, y Campo trabaja en paralelo en una versión extendida, motivado por la riqueza del material y su relevancia cultural.
En cuanto al futuro de la obra, Campo señala que ya dispone de una copia casi terminada y está valorando opciones de distribución y posibles presentaciones en plataformas digitales. “Lo que tengo entre manos tiene un gran valor patrimonial”, afirma.
Con esta película, Maxi Campo no solo da visibilidad a una lengua y una comunidad olvidadas, sino que documenta con sensibilidad y rigor una lucha íntima y silenciosa contra el olvido lingüístico, protagonizada por un hombre que, desde lo alto del Pirineo, se ha convertido en el último guardián de un idioma condenado al silencio.