Pedro Ania, el premiado equilibrio escultórico imposible desde el corazón de Monegros

El artista afincado en San Lorenzo del Flumen ha alcanzado una gran proyección internacional con el alabastro y la piedra de Calatorao como sus cómplices

05 de Enero de 2023
Guardar
Pedro Ania, trabajando en su taller de San Lorenzo del Flumen, en plenos Monegros
Pedro Ania, trabajando en su taller de San Lorenzo del Flumen, en plenos Monegros

Pedro Ania Gérez vio su primera luz en tierra de piedra hermosa, recia, resistente. Calatorao es el origen de su peripecia vital, hace 63 años, y de aquella rudeza pétrea ha transitado hasta San Lorenzo del Flumen, resistencia monegrina, pueblo de colonización y acogida. Sus primeros escarceos laborales fueron en la cantera en la que su padre dirigía a cuarenta trabajadores. Quería tirar líneas y por eso estudió delineación sin perder la perspectiva de aquel espacio en que, bajo los auspicios de su progenitor, un puñado de personas picaba insistentemente. La mili recortó esa conexión pero fue una altoaragonesa, María Carmelo García, la que ablandó su corazón y en 1987 la llamada del amor le guio hasta el corazón de Los Monegros, primero como agricultor en la hacienda de la familia conyugal.

Su vocación iba por otros derroteros. Tres años después, empezó a trabajar en la Escuela Taller joaquín Costa de Huesca como profesor de cantería, por dos periodos a los que sumó otros tantos en el reconstruido pueblo de Morillo de Tou. En la capital, llevan su sello algunas piedras del conjunto de la ermita de Loreto y las escalinatas aledañas al Seminario.

En marzo de 2001, pasó a la gloriosa legión de los trabajadores autónomos para concentrarse en la escultura, en la enseñanza y en la talla. Y ha hecho treinta años, desde 1992, desde que se iniciara en las obras en piedra con las que ha cosechado importantes éxitos internacionales que alojan su raíces en su taller, en la tranquilidad de San Lorenzo del Flumen. Con la inspiración que le otorga la contemplación de sierras y torrollones en las que siente la pulsión de aligerar la piedra para expresar vida y movimiento con cintas y geometrías variables en las que se recrea hasta un punto tan atractivo que incita al espectador a pasar a la acción, a constatar que esas formas imposibles son, si no aprehensibles, sí deseables para acariciar, para constatar su belleza extrema.

Tal es su magnetismo, que ha recibido encargos cuya visión aporta majestuosidad al paisaje urbano, como el monumento a los Fueros de Sobrarbe en el Castillo de Aínsa, el conjunto junto a la Escuela de Idiomas de Huesca, una talla de tamaño natural del Pilar en las Hermanas del Pilar de Huesca, interpretaciones en Sariñena, en Buerba (una aguadora), en Bielsa (Tranga y Madama), los santos en las ermitas de San Juan y de San Pablo de Tella, una cabeza de sarrio en Gistaín, una fuente en Nerín...

Su cincel ha configurado, de esta manera, el carácter histórico y natural de la provincia de Huesca, la personalidad de generaciones y generaciones, su grandeza y entrega para erigir una monumentalidad que sólo admite intervenciones que aporten arte a su condición inmemorial. Pedro Ania trabaja para adentro y para la proyección de la que es su tierra de acogida, a la que tanto ha aportado. Desde su taller de San Lorenzo del Flumen, modela la materia pétrea pensando en su propia inspiración y su expresión artística, y también por aquello de la manduca por encargos o para exhibir en salones y certámenes su creación, recurrentemente reconocida con galardones internacionales que no doblegan su rocosa humildad.

ALIGERAR LA PIEDRA PARA EL EQUILIBRIO DE LO IMPOSIBLE

En su filosofía escultórica, persigue la idea de "aligerar las piedras, darles vida y sentido con mis conocimientos y mi intuición para engendrar elementos geométricos, formas inimaginables que sean una invitación y una incitación a que la gente las acaricie y las toque, con unas proporciones concebidas para la belleza. Yo concibo el arte como algo imprevisible, jugando a través de las cintas de Moebius con la imagen de un interior expresivo que sin embargo no se puede extraer. Es la belleza de un equilibrio de lo imposible".

Pedro Ania aprovecha dos materiales nobles de Aragón: la piedra de Calatorao, "de mármol negro", y el alabastro, del que se extrae el 75 % de toda la producción mundial. "Es el mejor que hay", y se consigue desde Fuentes de Ebro hasta Albalate del Arzobispo, a ambos lados del Ebro. Alguien que está tan familiarizado con las canteras como con el salón de su casa sabe cómo tratar cada uno adecuadamente. "El alabastro es mucho más blando, se puede trabajar con las herramientas de un carpintero, pero tiene un brillo espectacular y, como es traslúcido, se compaginan muy bien en una exposición. No tienen nada que ver, pero es verdad que ambos dan un aspecto muy noble y hermoso cuando está acabado. Tiene un aspecto de algo etéreo, puro, es una forma que parece de lujo. Es impresionante. El alabastro, como es traslúcido, coge la luz y devuelve por otros lados y no refleja tan bien la imagen, los brillos son más distorsionados. El de Calatorao se parece a los mármoles y te refleja más como si fuera un espejo. Tampoco es negro, negro, tiene sus matices, sus cambios de tono, sus vetas y líneas más rojizas y al ser elementos de la naturaleza dan un aspecto más noble y variado, y lo hacen más hermoso. Es como el alabastro, que tampoco es blanco ni cristalino, a veces es lechoso, a veces es como si tuviera aguas". Es la diversidad dentro de la misma materia: en su personalidad estriba el resultado dispar.

Pero es que, además, resultan buenas compañeras estas piedras. "Son completamente complementarias. Lo que sucede es que el alabastro no conviene ponerlo en el exterior, porque si no es bajo un porche el sol y la lluvia lo machacan. Lo erosionan muchísimo. La piedra de Calatorao es mucho más fuerte, pero si la pones en el exterior y no le vas dando cera el brillo se le va. Como todos vienen de la caliza, se van volviendo de distintos tonos".

DE LA IDEA A LA OBRA

Pedro Ania consigue una sensación existencial en sus acabados, que proceden de una metodología exigente pese a la influencia de la creatividad. "Casi todas las obras las hago con un concepto que se basa en el título. Cada una es distinta. Todas las acompaño del concepto. A veces me encargan y me explican el motivo, y las hago con esa idea. Para un salón o un certamen, elijo. Esta vez va de la vejez y de la juventud. el año pasado hice en La Bresse esos giros y huecos con una cinta muy cerrada que es el camino de la vida, entre la juventud y la vejez. Todo el mundo va a hacer entre el camino del anciano y el del joven, ¿pero y el camino? Ahora está en un hotel de Francia, tendrá 1,20 metros. Cuando trato de hacer geometrías más abstractas, me inclino por huecos, por giros o incluso a veces a las cintas les hago el perfil de una cara, o le estallo una máscara encima... Siempre le puedo acoplar alguna cosa. Siempre manteniéndome dentro de la solidez del bloque pesado y fuerte para convertirlo en algo más ligero. Hace poco hice unas esculturas para los premios Iranzo de UAGA, y era una raíz que se ve con parte del tronco de roto porque le rompieron la vida. La raíz es como si se agarrara al suelo con las manos y hay una bonita tallada en medio de las raíces, que representa la savia. Mezcla un figurativo con huecos con equilibrio de formas... Voy siempre buscando, depende del motivo que pretende la escultura".

En la visión del arte de Pedro Ania, todo es un equilibrio. "Si uno copia obras que refleja más o menos, eres un gran artesano que haces copias de obra, pero en la partida está el concepto con el que tienes que llegar a hacer una obra que la gente, cuando les dices qué es, te vea representado".

Es coherente con este punto de partida, aunque la evolución es fundamental en el artista y en su interrelación con la pieza. "El concepto lo intento mantener. Puedo modificar algo cuando acabo la obra para que se ajuste más al concepto que tenía al principio. Una cosa es cuando la dibujo o la veo en tamaño más pequeño si me hago una maqueta, pero cuando la ves que estás acabándola y vas hacia las formas definitivas, muchas veces me olvido un poco de los dibujos y lo hago a trazo y vista, porque cuando vas transmitiendo las emociones, lo que ves, le das un sentido a todo. Las líneas las homogeneizas. Es la mejor forma que tengo de transmitir vida a esa escultura. Si haces algo que te quedas agarrotado dentro de unas formas que has dibujado, eso es  frío. Da como una sensación rígida, dura, con formas a veces demasiado torcidas. Sin embargo, cuando las acabo con esa libertad siempre mantengo la forma, pero sí que retoco".

La libertad es, precisamente, el tronco desde el que trabaja Pedro Ania, que reconoce que tiene "muy mala disciplina", pero trabaja diariamente desde las ocho o las nueve hasta mediodía y por la tarde de 16 a 18 o 19 horas. "Ahora estoy acabando a San Pedro y San Pablo para una iglesia. Pero quiero hacer obra para exponer. Durante todo el año pasado, he tenido mucho encargo y no tengo demasiada obra. Entre los premios y que he vendido, tengo menos. Ahora he aprovechado, diseñado tres o cuatro, tengo los dibujos y bajaré bastantes días a trabajar. Tengo que ir a Sevilla a la Academia de Bellas Artes. La pasada semana fui a recoger una obra a Pinto, donde tuve un premio pero he recogido la no premiada. Otra en el Salón de Otoño de Madrid,

Pedro se entrega a su pasión y tiene la fortuna de que el orden lo pone su mujer, María Carmelo, que lleva todos los papeleos mientras él los utiliza para hacer dibujos y diseños. Ella programa y planifica, está atenta a los avisos de exposiciones, a las galerías, lo tiene todo perfectamente estructurado. Y programa los viajes, que si a Francia, que si a Turquía. Se las apaña con las instituciones (ya se sabe, Hacienda, la Seguridad Social y todas esas fruslerías).

 

UN BUEN SALÓN DE TROFEOS

De todas estas lluvias, vienen cosechas fecundas. Entre otros reconocimientos, recogemos un listado que constata su proyección internacional.

1994.- Primer Premio en el I Certamen de Escultura del Ayuntamiento de Ciudad Real.

1998.- Primer Premio en la III Bienal Nacional de Escultura “Antonio González Orea” Andújar (Jaén).

2003.- Premio “Ribalta” en la LX Exposición de Arte, en Segorbe (Castellón).

2009.- Primer Premio del XX Simposio Internacional de Escultura al aire libre”. O Grove (Pontevedra)

2013.- Aigle de Nice d’Or, en el 25ème Salon International L’Aigle de Nice. Niza, Francia

Premio Extraordinario Reina Sofía, del 80 Salón de Otoño de Madrid

2014.- Prix des Artistes en el 23ème Festival de sculpture Camille Claudel, en La Bresse, Francia

2017.- Medalla de oro de Talla directa de escultura en el 63 Salon des Amis des Arts. Point de Cheruy (Francia)

2018.- Premio del Jurado en al 27ème Festival de sculpture Camille Claudel, en La Bresse (Francia)

2019.- Medalla de oro en el Salón International des Beaux-Arts. Thionville, Francia

2020.- Premio Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en la LXIX exposición Internacional de Otoño

2022.- Premio Alfonso y Alejandra de León, en la LXXI Exposición Internacional de Otoño, en Sevilla

Suscríbete a Diario de Huesca
Suscríbete a Diario de Huesca
Apoya el periodismo independiente de tu provincia, suscríbete al Club del amigo militante