Salvador Berlanga Quintero ha compuesto una entrañable obra coral, "Ecos y voces de infancia. Del blanco y negro al color", con dos almas. La primera, la de los Ecos, protagonizados por la introspección en lo más profundo de sus viajes al centro de su niñez de setenta personajes aragoneses de ámbitos diversos: escritores, artistas, intelectuales, periodistas, profesores, empresarios, deportistas... La segunda, las Voces de veintiséis alcorisanos que, en unas entrevistas de café y pastas, fueron revelando sus vivencias de un año, desde 1950 hasta 1975, justo el epílogo en el final del régimen dictatorial y las primeras brumas de esperanza.
Este miércoles, se presenta el libro de este maestro, licenciado en Historia y doctor en Ciencias de la Educación, autor de Educación en el Medio Rural y La Educación del consumidor en la escuela, la familia y en la sociedad, que vieron la luz con Mira Editores. Y también novelista con su ópera prima, Como esos viejos árboles, cuyas beneficios fueron a parar íntegramente a un programa de refuerzo escolar para niños de Cruz Roja Española. Será en la Diputación Provincial a partir de las 19:00 horas, acompañado por el presidente, Miguel Gracia, por su amigo Ignacio Almudévar y por quien suscribe esta entrevista en representación de EL DIARIO DE HUESCA. Y habrá sorpresas que todavía hacen más apetecible hincar el diente en este hermoso recorrido por la vida de antaño.
En esta ocasión, el impulso y el foco procede de su cargo de presidente de la Asociación Amigos del Museo de la Escuela, con la que quiere mejorar espacios del Museo de la Escuela Rural de Teruel cuya sede radica en Alcorisa. Salvador Berlanga recalca, de entrada, una idiosincrasia irrebatible: "La infancia casi siempre es rural. Gente del pueblo o del medio urbano que elige irse a casa de sus abuelos al pueblo". En realidad, es la evolución natural de sus trabajos predecesores, aquel con 27 colaboradores y cuarenta personas de Alcorisa cuya presencia más joven superaba los 80 años. La radiografía de la infancia del inicio del siglo XX hasta los años 50.
Ecos y Voces de Infancia constituye la segunda parte. "Las Voces, prologadas por Julián Casanova, son desde 1950 hasta 1975. Son de Alcorisa, pero podrían haber sido de Jaca o de Calamocha. Es una radiografía maravillosa de la segunda mitad del siglo XXI desde la mirada de los niños. Una historia contada por niños de entonces, con testimonios autobiográficos de escenas de la vida cotidiana, de la escuela, de las travesuras y de las pandillas en la juventud, con poco dinero y muchas ilusiones, de los primeros amoríos...". Estas Voces no las escriben los protagonistas, sino que se lo cuentan a Salvador Berlanga. "Yo les doy forma literaria para no repetir lo que dicen. Las voces me lo cuentan". Las gentes de la asociación le ayudaron a transcribirlo, pero de su pensamiento, interpretación y pluma unívocos emerge esta parte del volumen.
Los Ecos que introduce Luis Alegre son un reconocimiento de la idiosincrasia de la infancia. Asegura el autor que nada se parece más a la mente de un premio Nobel que la mente de un niño, y parafrasea a Charles Chaplin y el consejo de su progenitor: "Desengáñate, tu mejor juguete está en tu cabeza". En aquellos tiempos, había muchos "valores positivos: el respeto, la escucha, el modo de vida en el que no tenías de todo. Se divertían, corrían mucho por ahí, su juguete era la ilusión y la fantasía. La infancia es algo que se interpreta de mayor. Cuando uno es un niño, es un niño. Nos alejamos tanto de la infancia que olvidamos. Vivimos en un ay y no me da la vida". Muchos de los protagonistas sentencian: "¡Qué bien me lo he pasado recordando! Incluso me pedían más espacio. Pero tenía que ser riguroso".
Lamenta Salvador Berlanga que los "niños han dejado de ser los dueños de la naturaleza. Los niños eran de las calles, en los pueblos se vivía en las calles. Todo se concebía a ras de suelo". Y la escuela, los maestros, las familias y toda la sociedad obedecían a los conceptos de otros tiempos. "Ahora no puedes tener ya a don Gustavo, o a aquel profesor que cogía la vara, porque la familia le daba permiso y la ley lo consentía". Este veterano docente es "muy defensor de la escuela rural. Se vive la escuela como comunidad escolar, aquí llega a su máxima excelencia. Padres, alumnos, ayuntamientos y abuelos participan. Están con las puertas abiertas. Detrás de las instituciones, hay personas".
Ecos y Voces de la Infancia ha desnudado la memoria de muchos de los partícipes. Ese recuerdo de Miguel Mena de Carabanchel, las vivencias de Luisa Gavasa en la playa, la menudez disfrutada de Ana Alcolea, la convicción de Miguel Ángel Tirado de que "no tendríamos que crecer", o los condicionantes de los músicos como Eugenia Boix, Elena Rivera, Fermín Polo el de b Vocal o Ángel Petisme, que mamaron junto a la música de sus padres. O las "pérdidas" de niñez de deportistas como Sheila Herrero, Cedrún o Juan Señor. Las remembranzas de Ignacio Almudévar, que asocia su infancia con las raíces de las plantas y con su maestro. O Javier Sierra, que maldice las botas ortopédicas que le impedían jugar a fútbol, por lo que él era el cronista siempre. Dedica, por cierto, la obra a Pilar Torreblanca, Joaquín Carbonell y Rafael Castillejo que legaron sus ecos y voces de infancia.
Es curioso. "No conozco a todas las personas que están en el libro, me sugerían algunas de nivel nacional, pero prefería la idiosincrasia aragonesa. Unos me han llevado a otros". Una curiosidad: la maquetación de todos sus libros se ha efectuado en Huesca, en La Central S.C. Este miércoles conocerá a sus responsables, con las que ha hablado siempre por teléfono.
El objetivo del libro representa el máximo aliciente para Salvador Berlanga. Recuerda cuando comenzó esta causa y llegaron objetos de 92 pueblos de Teruel. Un sueño para un maestro convencido de que las actividades extraescolares nunca podrán alcanzar el nivel de las calles de los pueblos de antaño.