Aforo completo en el corral de comedias de Robres en esta noche de teatro. Murmullos y saludos en el patio de butacas hasta que el director, Luis Casaus, hace, fiel a su costumbre, de entretenedor en esos minutos de cortesía hasta que el público está totalmente acomodado. En esta ocasión, aprovecha para recordar el origen de la expresión "¡Mucha mierda!" como deseo de éxito entre las gentes del teatro. Nos ilustra también acerca de la obra que vamos a presenciar, de la que se cumple el 410 aniversario de su estreno. Y no deja pasar el momento sin hacer referencias al autor, a su condición de religioso y a su afán de hacer obras de talante profano.
Y finaliza Luis su intervención loando a la compañía que va a poner en escena esta comedia. Se trata de "Fundación Siglo de Oro", de Madrid. Auténticos dueños de la palabra y el gesto, como muy pronto comprobamos.
Casi dos horas en las que destaca su dominio de las tablas entendiendo éstas no sólo como el escenario al uso, sino todo el edificio: Declaman entre las columnas del patio de butacas, sorprenden al público con sus entradas en escena por cualquier pasillo, recorren incansables el ancho de la escena, aparecen entre cortinas, en balcones, en laterales... Y acompañan el verso con música, unos coros tonales muy de hoy, unos quejíos de siempre, un sarcasmo cantado que encandila y provoca la carcajada.
Y a todo ello, se une el gesto. Excesivo, caricaturesco, apuntillando siempre la palabra, buscando la complicidad con el público. Utilizando hasta los accesorios más simples para lograr que la risa fluya.
Y lo consiguen. Tras terminar la función, el público ovaciona los saludos puesto en pie y con gritos de aprobación.
SINOPSIS DE LA OBRA
Don Martín abandona a su prometida, doña Juana, en su Valladolid natal, y escapa a la Corte bajo identidad de Don Gil de Albornoz. Su intención es pretender una dama más rica, doña Inés. Lo que don Martín no espera es que ésta se ha enamorado de otro Don Gil, cuyas únicas señas son una hermosa cara de niño y unas características calzas verdes.
Ni don Martín ni doña Inés saben que Don Gil de las calzas verdes es doña Juana disfrazada. Tampoco se imagina doña Inés que doña Elvira, su nueva vecina y confidente, a la que adora por su gran parecido con Don Gil, es también doña Juana disfrazada.
Gabriel Téllez (1579-1648) es conocido en el mundo literario como de Tirso de Molina. De origen humilde, ingresó de joven en el convento madrileño de la Merced para profesar un año después. Recorrió un buen número de conventos mercedarios (Guadalajara, Toledo, Soria, Segovia, Sevilla, Trujillo, Cuenca, etc.) ocupando el cargo de comendador en alguno de ellos. Junto con Madrid fue Toledo la ciudad preferida de Tirso. En la ciudad del Tajo, al principio de la segunda década del siglo XVII, pasó el escritor una de sus épocas más felices: entregado a su vocación religiosa, a la lectura, a la producción teatral y a la enseñanza y al trato.
El único suceso grave en esta biografía sin estridencias ocurre en 1625 cuando la Junta de Reformación de las costumbres ataca al mercedario por dedicarse a escribir "comedias profanas y de malos incentivos". Ello le obliga a Tirso a trasladarse fuera de la corte, en concreto a Sevilla. Años después (1627-1636) aparecen, hasta un total de cinco, los sucesivos tomos o partes que recogían el grueso de su producción teatral, así como su miscelánea de carácter religioso Deleytar aprovechando (1635), de estructura parecida a su gran miscelánea profana los Cigarrales de Toledo (1624).
Tirso de Molina supo armonizar su condición de fraile mercedario y de escritor de comedias, de las que llegó a escribir cerca de cuatrocientas según su propia confesión, aunque sólo nos han llegado unas sesenta. Dentro de la historia de la comedia española constituye una de las cumbres junto con Lope de Vega y Calderón de la Barca. En su opinión, la comedia se configura como un espectáculo total y globalizador capaz de atraer a todos lo espectadores de los corrales de comedias. La tarea del comediógrafo ha de ser la de entretener y divertir. Lo que sobresale, pues, en su teatro, es el humor refinado, las situaciones atrevidas y el gracejo de los personajes rústicos y de los criados urbanos.