El Tota Pulchra abarrota de solemnidad, de belleza y de feligreses la Catedral de Huesca

Una ceremonia hermosísima presidida por Julián Ruiz Martorell ha sellado el compromiso de la ciudad con sus creencias y con su brillante e irrenunciable pasado universitario

Myriam Martínez y Mercedes Manterola
07 de Diciembre de 2023
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El Tota Pulchra llena de emoción la Catedral de Huesca

"Tota Pulchra es María/ Tota pulchra es, María/ et macula originalis/ non est in te/ et macula originalis. /Tu gloria Ierusalem/ Tu laetitia Israel/ Tu honorificentia/ Populi nostri/ Tu advocata Peccatorum/ María, María/ Virgo prudentissima/ Mater Clementissima/ Ora pro nobis/ Intercede pro nobis/ Ad Dominum Iesum/ Christum". La voz de Marina Lansac se ha alzado delicada, altísima, profunda, y ha inundado una Catedral de Huesca repleta de solemnidad, de belleza, de fe, de tradición y de feligreses orgullosos de una ceremonia única en el mundo.

En el último Tota Pulchra del ahora administrador apostólico de la Diócesis de Huesca, Julián Ruiz Martorell, que el día 23 se incorpora a su nuevo destino episcopal, en Sigüenza-Guadalajara, esta magnífica manifestación cultural y mariana ha recibido con un extraordinario respeto a los cabildos Catedralicio y Municipal y al Claustro de Profesores del Instituto de Enseñanza Secundaria Ramón y Cajal de Huesca, herederos de la Universidad Sertoriana tras la desaparición de ésta en 1845 por un cúmulo de desafortunadas y hasta mal intencionadas circunstancias.

La ceremonia ha sido seguida por un fervoroso silencio tan sólo roto por los emocionados aplausos después de la interpretación de la pieza principal por la orquesta con las voces solista de Marina Lansac y del Coro de la Capilla de Música de la Catedral de Huesca que dirige José Vicente Pardo Bellido. En la homilía, el prelado Ruiz Martorell ha desgranado las circunstancias históricas de esta ceremonia que enaltece los corazones con la música del compositor italiano Giovanni Cesare Aldega.

La devoción a la Inmaculada Concepción aloja su raíz en el dogma según el cual la Virgen María habría sido concebida sin pecado. El oficio oscense, declarado Bien de Interés Cultural de Aragón, toma el nombre de la antigua oración escrita presumiblemente en el siglo IV con texto del libro de Judit y del Cantar de los Cantares.

Cada 7 de diciembre, con la atmósfera que impregna tanto la fe como el recuerdo de la vieja Universidad de Huesca, se remiembra al monarca aragonés Martín I el Humano ( 1356-1410), que ordenó que la festividad de la concepción inmaculada de la Virgen María se celebrase con toda solemnidad en todos sus reinos y es así como se introduce en la liturgia oscense. En el canto, se proclama la maternidad de María, madre de Jesús, que no fue alcanzada por el pecado original.

Univeresidades como Alcalá de Henares, Toledo, Salamanca, Valladolid, Barcelona y Huesca formulan el juramento de defensa del misterio en el siglo XVII, posición a la que se adhieren los cabildos catedralicios y los concejos municipales. En idéntico sentido se manifiestan los reinados de Felipe III, Felipe IV, Carlos II y Felipe V. En 1619 una comisión de doctores de la Universidad de Huesca que ya había efectuado el juramento, acuden ante el Concejo de la ciudad y piden que se adhiera. Después de haber deliberado esta petición se llega al acuerdo por el cual los señores oficiales en nombre de la Ciudad hacen el mismo juramento. También el Cabildo se sumó a esta iniciativa y propone una serie de actos litúrgicos entre los que cabe destacar que el Cabildo, la Ciudad y  Universidad hicieran el voto y juramento el día de la Santísima Trinidad. Posteriormente a iniciativa del obispado se propone fundar el día de la Inmaculada Concepción y convertirla en fiesta anual. La Salve solemne se cantaba en la víspera de la Inmaculada y posteriormente se le acompañó con el Tota Pulchra.

Felipe IV pide al papa Inocencio X, que accede, la declaración obligatoria de la fiesta de la Inmaculada Concepción en 1644 y en 1760 Clemente XIII la nombra "Patrona de los Reinos de España e Indias". El obispo Ruiz Martorell ha recordado también los brotes de peste en 1450, 1564 y 1651 en los que los feligreses acudían a la protección de la virgen. En esta última epidemia, el Concejo promueve medidas para corroborar el voto que tenía hecho la ciudad y universidad de venerar, observar y defender la Inmaculada Concepción de la Virgen María, celebrar la fiesta en su víspera y día solemne y asistir a los oficios. Así brota la Fiesta del Voto ante la imagen de Nuestra Señora del Voto que ha pervivido, de momento, 372 años. Esta tarde se ha renovado y los asistentes han sentido íntimamente la fortaleza de esta tradición y de su fe. 

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