La Unesco ha declarado la trashumancia Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La candidatura internacional de la trashumancia ha sido liderada por España y es un reconocimiento que tiene como objetivo su conservación y asegurar su viabiliad.
Junto con España, se ha reconocido esta modalidad de pastoreo también en Albania, Andorra, Croacia, Francia, Luxemburgo y Rumanía, y se suma al reconocimiento que ya disfrutaba en Austria, Grecia e Italia.
El Ministerio de Cultura destaca que España cuenta con 125.000 kilómetros de vías pecuarias que cubren todo el territorio peninsular y de las islas, que ponen de manifiesto que la trashumancia es una práctica extendida por todas las comunidades autónomas. “Hoy en día, el desplazamiento estacional de rebaños sigue siendo un patrimonio vivo que ha originado un rico patrimonio cultural y etnográfico, reflejado en fiestas y tradiciones, en la toponimia, la gastronomía y la arquitectura relacionada con esta actividad”, señala.
También las manifestaciones de la tradición oral, la artesanía y las técnicas de pastoreo tradicional, así como la ordenación de los pastos en el marco del derecho consuetudinario, son elementos que la cultura trashumante ayudó a transmitir a su paso por los diferentes y distantes territorios peninsulares.
En Huesca la trashumancia se practica con múltiples desplazamientos a distintos puntos de la montaña y, además, el Pirineo oscense es cuna del pastoreo trashumante europeo.
Un estudio de un equipo científico la Universidad de Valladolid constató en 2021 que la cueva de Els Trocs, situada en San Feliu de Veri, en el municipio ribagorzano de Bisaurri, fue ocupada por los primeros pastores trashumantes documentados en Europa, hace 7.500 años.
La trashumancia se une a la declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de las navatas y del toque manual de campanas, el pasado año. Ahora se trabaja para conseguir que la jota obtenga también esa declaración.