El Espacio Taller Las Maigualas acoge desde el 27 de julio la exposición “Santiago Arranz – Ayer es Hoy”, una revisión reveladora del trabajo del artista entre 1984 y 1988. Organizada por la Fundación Arranz-Raso, esta muestra da inicio a un ciclo expositivo que recorrerá, por entregas, los momentos esenciales de la trayectoria del serrablés.
La propuesta invita a reflexionar sobre el tiempo y la memoria, subrayando cómo las obras pictóricas, a diferencia de la tecnología, conservan su significado a lo largo del tiempo. El conjunto reúne una cuidada selección de óleos de gran escala, junto a dibujos preparatorios en cera, gouache y lápiz, materiales con los que Santiago Arranz desarrolló sus obras con una notable riqueza plástica.
Esta primera entrega se centra en una etapa especialmente fértil del artista: los años italianos, su primera exposición en Madrid y su estancia becada en París. “El verano en Las Maigualas va a ser de mucha plasticidad”, adelantaba el pintor, con esa mezcla de sencillez y claridad de quien vuelve a mirar sus obras con el asombro del inicio. “Vamos a poner sobre todo de relieve la pintura, que es algo que también me apetecía mucho”, explicaba. En la muestra dominan los grandes lienzos con figura humana, de materia rica y carácter casi teatral. “Tienen algo de narcisistas y un poco de autobiográficas… Podía ser yo mismo retratado en los cuadros, haciendo acciones diversas en los paisajes de Sabiñánigo”, recuerda Arranz.

Eran tiempos de intensa vinculación con Italia, donde expuso en ciudades como Verona o en colectivas internacionales como la muestra “Eclectica” en Sicilia, y de su debut en la galería Seiquer de Madrid. En paralelo, una beca de la Diputación de Zaragoza lo llevó a París. Fue el Centro Nacional de Artes Plásticas de Paris quien le propuso trasladarse a Fontainebleau, a una residencia ubicada en un antiguo hotel del siglo XIX. “Nos ofrecieron la antigua sala de baile del hotel para pintar, como taller, justo enfrente del Castillo de Fontainebleau y sus espectaculares jardines y bosque. El sitio era maravilloso, y sin ninguna idea previa de acabar allí, aceptamos”.
Fontainebleau marcó un punto de inflexión en su lenguaje visual. Las figuras humanas cedieron paso a balaustradas, jardines y arquitecturas. “Ahí descubrí los jardines, las balaustradas del castillo... Y surgió una serie más relacionada con la arquitectura, donde casi desaparecieron las figuras humanas”, relata. Fue una etapa de contemplación y síntesis, donde el gesto se transformó en espacio, y la materia, en ritmo.
La exposición también incluye una selección de obras “de transición”, realizadas aún en los años ochenta, que comienzan a distanciarse del universo de Fontainebleau y abren un nuevo cauce en su lenguaje plástico. Estas piezas anticipan una pintura más simbolista y literaria, la dimensión por la que Santiago Arranz es hoy ampliamente reconocido.
El recorrido se complementa con una vitrina que exhibe documentos, catálogos y revistas sobre la escena artística de los años 80 en España, cuando Arranz, con apenas 25 años, comenzaba a destacar a nivel internacional. Participó en exposiciones colectivas como la II Muestra de Arte Joven en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1986), la II Bienal de Estambul (1989) o la gira latinoamericana Pintura Española. La Generación de los 80 (1988). También realizó exposiciones individuales en ciudades como Madrid, Verona, Palma, Zaragoza y Bilbao, muchas durante su residencia en Francia.

EXPOSICIÓN DE CARMEN GABÁS
La programación artística de la Fundación Arranz-Raso también se extiende al Centro Cultural municipal que lleva el nombre del artista, en colaboración con el Ayuntamiento. “Queremos sintonizar lo que exponemos en Las Maigualas con lo que ocurre en el Centro Cultural”, explica Arranz. “El origen está en mi taller, y luego también nos ocupamos de programar allí”.
El 20 de agosto se inaugurará una muestra dedicada a Carmen Gabás, pionera del arte nacida en Liri y afincada en Barcelona. Gabás pintaba por el puro placer de crear, sin buscar reconocimiento. “Es como la escultura de mi abuelo —dice Arranz—, una necesidad vital más que una ambición artística. Eso nos pareció muy interesante, además de la amistad con Enrique Serbeto, sobrino de Carmen, principal prestamista de la obra”.
Esta exhibición responde a uno de los propósitos fundacionales del proyecto: visibilizar figuras femeninas del arte que trabajaron en entornos alejados de museos y galerías.
Para albergar esta muestra, el Centro Cultural fue objeto de una remodelación significativa. Se instalaron paneles sobre las paredes de piedra para lograr una superficie neutra. “Me apetecía desde hace tiempo —comenta Arranz— porque llevamos seis años haciendo actividades culturales, y era necesario poder acoger pintura en condiciones. Hasta ahora todo eran instalaciones, que están bien, pero el público también agradece disciplinas más tradicionales. Por eso estamos doblemente encantados este año”.

RESIDENCIA ARTÍSTICA
Además de las exposiciones, la Fundación impulsa la creación contemporánea mediante su programa de residencias artísticas. Este año, la beca fue concedida a Violaine Laveaux, artista francesa y amiga personal de Arranz, a quien conoció en una exposición colectiva en Francia dedicada a Kafka. No es su primera visita a Castejón de Sos, y en esta ocasión volverá para desarrollar su obra en un entorno ya familiar.
Dado que Carmen Gabás ya ha fallecido, será la artista francsa quien ocupe la residencia entre el 20 de agosto y finales de mes. “No sabemos qué hará —explica Arranz—, pero estará aquí, entre Casa Silvestre y Las Maigualas, donde también tenemos un espacio privado con taller”. La residencia no impone plazos cerrados: “Dejamos el final abierto, según lo que el artista necesite”.
El objetivo es claro: que quienes pasen por este territorio lo vivan, lo recorran y lo integren en su obra. “Nos interesa que los artistas se involucren con el paisaje y los temas que nos rodean: el agua, la vegetación, las aves...y elaboren discursos plásticos de interés general para nuestra sociedad”.
La muestra resultante de la residencia no se celebrará de inmediato. A diferencia de años anteriores, se opta por un modelo más flexible, que permite exponer durante el curso o incluso al año siguiente. Esto es posible gracias a la remodelación del Centro Cultural, que ya no se limita al verano. En cambio, el espacio de Las Maigualas sigue reservado exclusivamente para la temporada estival: “Y yo lo quiero así, de momento”, puntualiza el artista.
GALERÍA CARMEN TERREROS
La actividad de Santiago Arranz continúa también en Zaragoza. A finales del verano o comienzos del otoño presentará obra nueva en la galería Carmen Terreros, con la que colabora desde hace tres años.
La sala abrirá su temporada en septiembre con “Agua, Sal y Melancolía”, una serie iniciada el año pasado y que explora las emociones vinculadas al mar. “Es la disolución del sujeto en la materia —explica Arranz— y todo lo que despierta la contemplación del mar”. Este elemento ha sido clave en su obra, especialmente desde que trabaja los inviernos en La Pineda, en Vilaseca, junto a Salou.
Será la primera vez que presente pintura inédita desde 2020 o 2022. Aunque recientemente instaló una escultura en marmol para el MAAAPO, Museo de Arte Ambiente de Arena Po, cerca de Milan, no había mostrado nuevas obras pictóricas en ese tiempo. Esta serie continúa un proyecto de investigación, que todavía no ha concluido, sobre los cuatro elementos de la naturaleza: primero el paisaje de la Alta Ribagorza, “Paisajes Pasajeros” (durante la pandemia), luego el aire, con los pájaros , “La lengua de los pájaros”, y ahora el agua, con esta serie dedicada al mar. En el futuro será la ceniza y lo volcánico, para cerrar el ciclo.

PROYECTO DE LA UNIVERSIDAD
Por último, Santiago Arranz celebra una nueva colaboración, aún en ciernes con un equipo de la Universidad de Zaragoza que impulsa un proyecto europeo sobre fundaciones artísticas en zonas de montaña, a las que respondería por sus características la Fundación Arranz- Raso de Castejón de Sos, entre otros muchos modelos repartidos por Europa.
El objetivo sería identificar las necesidades de estas entidades —económicas, organizativas, humanas— y facilitar su sostenibilidad. Entre las ayudas previstas se contempla la incorporación de un profesional con perfil universitario que colabore en tareas como la catalogación de obra y la trazabilidad de una producción artística acumulada durante más de 40 años en la que habría piezas del autor de las que se desconoce la ubicación y la propiedad y sería de gran interés para la Fundación localizarlas en un futuro.
“ Formar parte de un proyecto así va a repercutir muy positivamente en el desarrollo de la Fundación”, concluye Santiago Arranz.