Los arbitrajes, coartada de rendimientos irregulares

Javier Gil
Periodista, docente y entrenador
03 de Noviembre de 2022
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Los jugadores del Huesca protestan el penalti a Trujillo Suárez
Los jugadores del Huesca protestan el penalti a Trujillo Suárez

Y vuelta la mula al trigo. Me gustaría reflexionar sobre otras cosas, pero lo de los arbitrajes sigue siendo pasto de la polémica. Cansina por recurrente, pero también un germen capaz de renovar la crispación una y otra vez. Siempre con el VAR como trasfondo y la maldita interpretación individual como aspecto nuclear.

Prometo no repetirme más con el argumento, al menos en este foro: por más grande que sea la lupa, si te colocan a traición un bichito hermafrodita, ya me dirás cómo decides el sexo. Pues con la venia de la exageración, algo parecido ocurre con el VAR desde el momento en que los parámetros codificados no evitan la interpretación para descubrir cuestiones tan complejas como la voluntariedad de un gesto o la naturalidad de una posición.

Huesca y Real Zaragoza, como el noventa por ciento de los equipos de élite, sufren agravios semanalmente. Porque no olvidemos que el VAR, en sentido estricto, lo que nunca puede es favorecer, ya que cuando “acierta” simplemente está cumpliendo con su cometido, que es hacer justicia, evitar perjuicios. Dicho de otra forma: algo que nace para remediar de manera fiable, se diría que matemática, no merece aplauso por el mero hecho de ponerse en funcionamiento.

Pero el ser humano es un gran distribuidor de culpa ajena. Y los efectos negativos que se derivan del trabajo de los árbitros son la gran coartada del fútbol. Siempre lo han sido. Con o sin tecnología. Cuando la moviola no conseguía aclarar una acción, y ahora que vemos más líneas tiradas que en el primer dibujo de un crío.

De ahí que a nuestros representantes en Segunda División se les pueda exigir mayor regularidad en su rendimiento por encima de los desmanes de los colegiados. Azulgranas y maños no terminan de satisfacer la expectativa general. Acaso los primeros dan mayor sensación de solidez, pero cuando se cumple un tercio del campeonato solo invitan a pensar en la permanencia holgada. Todo puede cambiar.

Los de Carcedo, por su parte, viven entre la arena y la cal, aunque lo peor es que el técnico ya ha sido juzgado, tal vez prematuramente, por buena parte de la grada. Y eso, en Zaragoza, es como intentar convencer al verdugo de que guarde el hacha en el último instante.

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