Bada Huesca y el Palacio sufren pero rascan un punto en la última jugada (27-27)

Miguel Malo se vistió de héroe y anotó el tanto en la última jugada que dio el empate al equipo altoaragonés ante Cangas

Adrián Mora
Periodista
09 de Diciembre de 2022
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Janez Gucek se eleva en un disparo. Foto: Andrey Sapizhak
Janez Gucek se eleva en un disparo. Foto: Andrey Sapizhak

Ficha técnica

Bada Huesca: Arguillas, Casterad (p.s.), Hackbarth (6), Pepe Floris, Malo (3), Cordiés (1), Gucek (2), Benites, Dija (2), Pere Arnau (1), Ignacio Suárez (3), Ian Moya (1), Domingo Mosquera (2), Adrià Pérez (3), Carmona y Montoya (3).

Cangas Frigoríficos Morrazo: Javier Díaz, Forns; Vilanova (1), Varela (3), Juan del Arco (3), Dorado (2), Alberto Martín, Fodorean (6), Chaparro (2), Manuel Pérez, Gayo (2), Quintas (3), Soliño, Brais (3) y Simes (2).

Parciales: 1-4, 4-6, 7-8, 10-10, 12-13, 14-17 al descanso. 15-17, 17-19, 19-22, 22-25, 24-27 y 27-27.

Árbitros: Raúl Oyarzun-Aritz Zaragueta

La última comparecencia del año de los oscenses en el Palacio fue sufrida, pero al final mereció la pena. Bada Huesca rascó un punto en su choque ante Cangas Frigoríficos Morrazo, un rival directísimo en la clasificación, en la noche del viernes que a punto estuvo de atragantar la cena en forma de bocadillo que muchos aficionados ingirieron. En la primera parte, de aperitivo, entre pan y pan había cemento. Salieron demasiado espesos los rojos y, en el último esfuerzo, tuvo que remar como nunca para sacar algo de provecho.

Con un parcial de 0-4 de inicio saltó a pista Bada Huesca. La escasa puntería en ataque se tradujó en dos balones a la madera: el primero de Ignacio Suárez, al larguero, y el segundo, al palo. Malo fue quien inauguró el marcador para los locales y tan solo los errores en ataque de los gallegos permitieron al Bada acercarse poco a poco hasta igualar el partido. No lo hizo hasta el minuto 17 por medio de Hackbarth, desde los siete metros.

Dos pérdidas de Dija consecutivas ya dejó entrever que no iba a ser la noche del brasileño. Misma película la de Franki, pero algo extrapolable al resto del equipo en acciones de ataque, que sumaba demasiadas pérdidas sin llegar a concretar los lanzamientos. Castigaba desde los nueve metros Cangas y la herida por ahí no dejaba de sangrar. Bien es cierto que Arguillas pasó prácticamente desapercibido y casi todo lo que le tiraron acabó tocando red. Se fue con ventaja de tres al descanso y eso hinchó de moral a los gallegos que celebraron el pitido del final de la primera parte como si de la victoria se tratara tras salir victorioso en la última defensa.

Nolasco debía poner paz en el entretiempo. No es que hubiera una clara mejoría al inicio de la segunda parte, pues hasta tres pérdidas consecutivas en ataque volvían a sembrar las dudas en los altoaragoneses. Tuvo que pedir tiempo muerto José Nolasco en el minuto 37 porque Cangas se escapaba. Cuando parecía que había reacción, nunca acababa de llegar. Y así era muy difícil. Imposible. Porque daba la sensación que el partido lo perdía Bada, él solito.

Defensa en 4-2 de los rojos y un par de pasivos que el público reclamó con fuerza se afrontó los últimos diez minutos. Pero la cosa no mejoraba. Sin claridad, sin ideas, sin ritmo… pero a la vez sin la calma que tanto reclamaba el míster desde la banda. La precipitación iba matando lentamente a los de Nolasco mientras debajaba con vida a Cangas.

Las ganas de ganar y un Palacio completamente volcado permitieron llegar con vida al final. Tuvo un contraataque Bada Huesca para empatar pero Malo decidió mal y entregó una bomba a Hackbarth que no pudo atrapar. El último ataque de los locales lo convirtió en oro Miguel Malo. El Palacio lo celebró con rabia porque el punto sabía a gloria.

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