Me contaba la semana pasada mi matemático de cabecera que en la actual liga de Segunda División -hasta la anterior jornada-, se habían perdido por el camino 58 goles. Con cierta sorna le pregunté que dónde estaban por si había que ir a buscarlos y la respuesta llegó casi antes que la interrogación: “Este año el resultado que más se produce es el empate a cero o el 1-0 y 0-1. Además –me explicitó-, sólo dos equipos han logrado remontar cuando el conjunto de casa ha abierto el marcador”.
Así que ni corto ni perezoso fui a echar mano de mi calendario azulgrana para comprobar que los de Ziganda acumulan tres empates sin goles y cinco victorias por 1-0, contando la del pasado sábado contra el filial del Villarreal. Una estadística que responde a la inercia generalizada de la competición, pese a que sólo parezcan oírse las críticas voces de los ‘estilistas’ del fútbol que acusan a los oscenses de cicateros y rácanos en su juego.
Hasta el propio Ziganda reconoce que tiene mimbres para elaborar más el juego pero también dejó bien claro que mientras eso va llegando lo importante es que “se van ganando los partidos”. Y algo que muchas veces se olvida al analizar los partidos: al fútbol juegan dos equipos y durante los 90 minutos se suceden muchas fases y cambios de guión a los que hay que saber adaptarse y salir airosos.
El entrenador del Burgos dejó claro en el campo de la UD Las Palmas la diferencia entre jugar bonito y jugar bien, ya que esta campaña los ‘pío-pío’ parecen haberse erigido en los defensores de las esencias del balompié.
Viene a ser lo mismo que hablar de los méritos contraídos y otras estadísticas baladíes que se están poniendo de moda con esto del Big data para todo y que parece haber venido para reemplazar el tradicional ‘olfato’ y sapiencia futbolística por la inteligencia artificial para parametrizar (perdón por el palabro) un gran número de variables técnicas y tácticas sobre los equipos de fútbol y los jugadores participantes en cada uno de los partidos analizados. Yo soy más de los antiguos, como Petón, porque por mucho dato y mucha tecnología, el único dato que sigue prevaleciendo en el fútbol es el marcador.
Los de siempre ya estarán acusándome de resultadista, pero a esos les invito a que al acabar los partidos en El Alcoraz acudan a alguno de los vomitorios y bajen andando por el camino de Cocorón con el resto de aficionados. La mayoría son críticos y sus comentarios analizan las cuestiones técnicas y tácticas, pero todos lo hacen con una sonrisa de oreja a oreja porque el Huesca ha ganado.
Y no me olvido de otro debate tan manido como el resto de tópicos futboleros: los méritos tampoco contabilizan en el resultado, aunque la mayoría de las veces ayudan a sumar, porque lo decisivo es “menos merecer y más meter (goles)” y así seguro que se ganan más partidos. Como dijo Thierry Henry: “A veces, en el fútbol, tienes que marcar goles”. Y en el Huesca, aunque hace pocos, los celebran todos, aficionados y jugadores, sin recurrir a las extrañas estridencias de algunos modernistas que no entienden que el gol es el producto de un colectivo.