Las batallitas del carca: La ley del fútbol

"Esperemos que el que venga les limpie la cabeza, porque es allí dentro donde los jugadores con talento se convencen de sus virtudes y dan su mejor rendimiento"

08 de Octubre de 2023
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Cuco Ziganda y la ley del fútbol
Cuco Ziganda y la ley del fútbol

El pasado sábado, cuando salía del estadio, me crucé con una aficionada que se dirigía hacia los vestuarios con la intención, según iba gritando, de “despedirse del Cuco”. Sólo me dio tiempo a decirle: “Corre porque me parece que ya no está”. Y efectivamente, cuando llegué a casa, el Cuco Ziganda ya era historia del Huesca.

La ley del fútbol se había vuelto a cumplir, aunque los máximos culpables sigan siendo siempre los futbolistas, esos mismos que partido tras partido, a la conclusión del juego sólo se despiden de una zona del aforo de El Alcoraz, como si los demás aficionados no pagáramos nuestra localidad. Cada uno anima al equipo como considera, unos gritan más y otros menos, pero todos sufren y sienten los colores, algunos incluso más que los más vociferantes. Como vi el sábado que siguen sin haberse leído mis anteriores columnas, espero que algún miembro del consejo de administración reconvenga a esos jugadores, porque ya lleva mucho tiempo haciendo dejación de sus funciones.

Precisamente algunas competencias que el sábado acometió al despedir a Ziganda. El recordado Toño Riva, uno de los sabios que llevó al baloncesto oscense a las máximas cotas, consideraba que era clave el verbo “tener” como parte de un manual de tres pasos cuando se presentaban estos momentos. Primero, decía, hay que “tener claro que la solución es cambiar de técnico”; segundo, “tener el dinero” para hacer el relevo; y tercero y último, pero no menos importante, “tener preparado el recambio”.

Por eso no debe extrañarles si en las próximas horas o días se da a conocer el nombre del sustituto. Entrenadores en paro ávidos de ejercer hay un buen número y son varios los que se pasan el fin de semana recorriendo los diversos escenarios como hacía el histórico Carlos Terrazas (Mirandés), que con su mujer al volante (había sufrido un grave accidente de coche cuando viajaba solo) y su gabardina visitó el fútbol de todas las categorías. Y sin ir más lejos, cuando el Huesca jugó en Alcorcón había en la grada un técnico siguiendo a los dos equipos, aunque me parece que ya ha encontrado acomodo.

No por eso el Huesca habría traicionado la confianza en Ziganda, que me merece todos los respetos como persona, pero eso se llama ser profesionales y hacer los deberes como club. Porque me parece que en esta ocasión ha sido precisamente la confianza en el técnico y en su honradez lo que ha alargado la agonía. Eso y el saber que contaba con el predicamento de la mayor parte de un vestuario que el propio técnico navarro definía como “muy sano” pero que a la hora de jugar al fútbol ha demostrado gran incompetencia.

Los números dictan sentencia y el verde retrata a los futbolistas, aunque el pagano sea siempre el mismo. Porque es difícil comprender cómo un jugador de Segunda necesita siete toques para controlar un balón, cómo pisa el esférico, tropieza él solo y se cae a la hora de hacer un regate, cómo no hay nadie capaz de bajar el balón al suelo, cómo se pueden fallar pases a dos metros, cómo nadie gana una carrera, y un largo etcétera de despropósitos que han desembocado en este profundo pozo del que es muy difícil salir. El sábado parecía, como muy bien escenificó Valdano, que todos se habían engrasado demasiado las botas.

Todo esto, además de la impericia de algunos futbolistas tiene una explicación: los nervios, esa tensión que agarrota las piernas y bloquea las ideas porque algunos no son tan malos como parecen. Esperemos que el que venga les limpie la cabeza, porque es allí dentro donde los jugadores con talento se convencen de sus virtudes y dan su mejor rendimiento.

Para responder a los aficionados que en las últimas semanas me hacían la pregunta que desde fechas inmemoriales se ha venido haciendo cuando te encontrabas por la calle: “¿Y este año con el Huesca, qué?" Pues sólo nos queda seguir empujando, fieles siempre, sin reblar, aunque los futbolistas nos sigan dando la espalda.

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