Las batallitas del carca: supersticiones, tópicos e incongruencias

"A los vaticinadores que sin recato ni decoro se han llenado la boca en la previa y ahora dirán que no hay enemigo pequeño"

22 de Noviembre de 2022
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Cuco Ziganda
Cuco Ziganda

El fútbol, como toda actividad humana, no se puede abstraer de todos los subjetivismos que nos rodean en el quehacer diario. Y cuando uno ha sido deportista, todavía menos.

En el balompié, las supersticiones, como en las brujas, haberlas haylas y abundantes. Por eso a mí me dio muy mala espina la eliminación copera, empezando los antecedentes recalcados toda la semana anterior del Cuco Ziganda, siguiendo por la alineación inicial y terminando por la tanda de penaltis que se realizó en la portería donde se concentraba todo el público local. Me recordó a un antiguo portero del Huesca que cuando no le metían un gol conservaba el mismo jersey hasta que volvía a ver perforada su meta (y entonces el club no estaba para los dispendios actuales en esa materia).

En el basket peñista hubo un entrenador vasco que evitaba atajar por el pasadizo de Jorri cuando salía del club (actual gestoría Giné) para acudir al Pabellón del Parque para entrenar porque consideraba que le traía mala suerte. Y pueden añadir toda lista de costumbres que se les ocurran que seguro que las habrá realizado antes un deportista (entrar en el campo con el pié derecho, abrazar a un compañero, la meadita antes de empezar…).

De los tópicos y el deporte, para qué vamos a hablar, sobre todo cuando el ingenio mediático se va agudizando hasta un extremo que estamos cayendo en el patetismo. Una vez semi abandonados los símiles bélicos, vamos avanzando en el calificativo de histórico o leyenda para cualquier nimia gesta que protagoniza cualquier equipo o deportista. Ahora todo es extraordinario, superlativo, fantástico, un caño (túnel) se recibe con vítores y vuelta al ruedo y un control con el pecho levanta a las masas enfervorecidas, que, eso sí, tienen la obligación de aguantar la verborrea televisiva o ver el partido en silencio (a veces es un alivio aunque sea unos minutos).

Otro caso que me trae de cráneo es el de los empates. El pasado lunes el 1-1 del Levante-Las Palmas fue un punto de oro para los canarios y cientos de veces (aquí se juntan tópicos con las incongruencia) los empates no sirven para ninguno de los dos contendientes, aunque ambos han sumado un punto. Uno ha visto muchos campeones por un punto de diferencia e incluso un cuádruple empate a 46 puntos en Segunda B con el Huesca jugando en Tajonar la última jornada, donde dos equipos descendieron, uno tuvo que pasar por el purgatorio de la promoción de permanencia y el cuarto se salvó. Con lo bien que les habría venido a cualquiera de los cuatro ese punto que ahora dicen que no sirve para nada.

Lo que ya viene siendo crónico más que tópico es la ración de desbarajuste provocado por los árbitros y el VAR, que ha sido capaz de llegar hasta el Mundial en el que la Argentina de Messi ha roto todas las quinielas -perdón por el topicazo-, pero tenía que acabar así para dedicar esta columna a los vaticinadores que sin recato ni decoro se han llenado la boca en la previa y ahora dirán que no hay enemigo pequeño.

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