Las batallitas del carca: el VAR

30 de Agosto de 2022
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Juan Carlos tira el penalti en Albacete. El VAR lo comprobó
Juan Carlos tira el penalti en Albacete. El VAR lo comprobó

No se asusten. No les voy a dar la matraca con las polémicas que está provocando ese maldito e inútil sistema arbitral porque está demostrado que no sirve. Primero, porque lejos de simplificar el fútbol, lo ha complicado. Si era difícil acertar antes con un solo ‘referee’, ya me contarán ustedes ahora con siete opinadores. Segundo, porque lo que un día es blanco, al siguiente es negro y entremedias gris. Y tercero, porque los que nos vendieron sus defensores alabando la modernísima y futurista técnica del sistema ya lo inventó hace más de 30 años Roberto Fontanarrosa, más conocido como el Negro.

Nacido en 1944 en Rosario (Argentina), su primer amor fue la pelota, y cuando se dedicó a escribir su única meta era que alguien se le acercara y le dijera: “me cagué de risa con tu libro”.

El seguidor de Rosario Central le dedicó muchos relatos al balompié y en uno de sus cuentos, titulado “Columna tecnológica; Fútbol y ciencia”, se arrancó con un ¡Hasta siempre, señor árbitro! En su crónica del partido entre el Ruhr 214 y el Postfach en el Duisburg Stadium empezó contando la ausencia del terceto arbitral porque se hacía una prueba piloto de un nuevo sistema de “referato a distancia”.

A escasos cien metros del estadio se había levantado una torre tubular de 75 metros, sin ventana alguna, que era “la central computerizada de control desde donde se dirigiría el encuentro”. Bajo sus pies, “una intrincada maraña de cables, sensores electrónicos, filamentos inalámbricos y terminales computerizados” unían el estadio con la torre.

En el vientre del tubo estaban colocados los tres colegiados y su habitáculo más bien parecía la torre de control de la NASA, “con 127 pantallas de televisión” que recibían el más mínimo detalle de cuanto ocurría en el terreno de juego, para que los árbitros pudieran “dirigir asépticamente” el partido.

Según detalla Fontanarrosa, “el sistema, costoso hasta el momento, simplifica notablemente la tarea del árbitro y ha reducido en forma sensible los disturbios en los campos de juego. Con la ayuda de los mil ojos electrónicos”.

El revolucionario sistema, llamado provisionalmente AUP (Arbipeissal Und Perspektiven), podría competir de tú a tú con el actual VAR (Video Arbitraje) en cuanto a funciones, e incluso las superaba, aunque en algunos casos también quedaba a expensas del “consabido criterio personal del árbitro”.

Y por esa grieta se introdujeron las protestas y quejas de los aficionados hasta que en la disputa “del clásico entre el Benelux-Gotha de Mons y el Astipalia, de Grecia, tras un discutido fallo del colegiado sueco Gustavo Skelleftea, un proyectil misilístico del tipo ML-7, versión soviética de segunda generación, impactó y redujo a polvo la torre de control de referato”. El titular del Consejo Arbitral Germano sólo atinó a decir: “Ellos también han progresado mucho”.

Fontanarrosa falleció el 19 de julio de 2007, a los 62 años, como consecuencia de la esclerosis lateral amiotrófica, y no le dio tiempo de ver en funcionamiento el actual VAR y poder reclamar los derechos de la patente que describió en su cuento, pero seguro que allá donde esté se estará partiendo de risa.

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