El pasado domingo al grupo de senderismo Rutas por la Provincia de Peña Guara nos tocó disfrutar caminando por la Alta Ribagorza. Tras pasar Castejón de Sos, el bus se desvió hacia el pintoresco pueblo de los lirios, Liri. A mitad de la subida aparcó a las nueve y media de la mañana para que los 46 senderistas pudiéramos contemplar el Barranco de Liri o de las Doce Cascadas. Un paraíso para experimentados barranquistas.
El rincón es un tanto sobrecogedor y dada su configuración fuimos entrando en grupos de a cuatro ya que presenta un riesgo evidente por la estrechez y el profundo agujero que se advierte junto a la estrechísima y resbaladiza senda. Vimos cómo el agua se precipita en dos espectaculares cascadas, conforma dos profundas pozas y se pierde entre la vegetación por una encajadura que da principio a un oscuro boquete. Cuando terminamos de verlo ya había cuatro furgonetas de barranquistas preparándose para su descenso.
Volvimos al bus que nos dejó en la plaza de La Plana, parte baja de Liri, dominada por un torreón defensivo y una llamativa escultura en forja de hierro anclada en la pared. Con las mochilas a la espalda nos subimos a almorzar a la parte alta para disfrutar de unas bellas panorámicas sobre el Turbón, Baciero, sierra de Chía y la tuca de Bosch y presidiéndolo todo Gallinero con sus más de 2.700 metros.

Descendimos junto al barranco observando su llamativa canalización y la abundante y variada vegetación, pues estamos a 1.300 metros de altitud, pero la gran sorpresa, y fuera de programa, fue contemplar cómo una ardilla se daba un atracón de cerezas en lo más alto del cerezo sin inmutarse en lo más mínimo. Cuando se hartó, de dos saltos desapareció.
Allí tomamos la senda que, en principio por zona boscosa y algunos metros por debajo de la carretera que lleva a Ramastué, nos llevaría a Sos.
Cruzar el barranco de Ramastué no fue complicado, aunque bajaba un apreciable caudal. La senda continua bajo enormes robles y fresnos y se convierte en camino al llegar a Sos.
Visitamos el remodelado pueblo convertido en una bonita urbanización. ¡Ya no quedan casas antiguas! y salimos en dirección a Castejón pasando por debajo de la ermita de San Andrés de Sos con su interesante portada y su magnífico ábside románico.
La larga senda de descenso, a pleno sol pues sólo al final hay arbolado, es como un anfiteatro para contemplar el valle de la Sositania. Al fondo Castejón de Sos con innumerables campos delimitados por arbolado. La sierra de Chía a la derecha y el Ésera cruzando el amplio llano antes de introducirse en el espectacular Congosto del Ventamillo.
Tras cruzar por puentecillos los barrancos de Ramastué y Liri y por una singularísima senda flanqueada por muretes cubiertos de musgos y líquenes y abovedada por avellanos, bojes, fresnos y robles entramos en Castejón de Sos cerca de las dos de la tarde.
Tras comer en el hotel Pirineos salimos de Castejón por un camino que cruza el barranco de Urmella y el Ésera porque queríamos ver la magnífica fuente de El Run y visitar la ermita de la Virgen de Gracia (románico del siglo XII).
El recorrido de casi 9 kilómetros lo realizamos en unas cuatro horas, superando un desnivel positivo de cien metros y casi quinientos de bajada.
Para el domingo día 15 nuestros compañeros de Turismo por el Alto Aragón nos han preparado el recorrido de Ansó a Hecho.