El pasado domingo el grupo de Turismo por el Alto Aragón de Peña Guara nos acercamos al Sobrarbe para disfrutar de un buen recorrido por sus pueblos y montes más profundos.. Comenzamos la ruta desde la carretera A-2205 pasado el pueblo de Latorrecilla. Nos acompaña un día soleado y a nuestra espalda asoma a cada paso una visión difícilmente superable, todo el macizo de Monte Perdido nevado, Añisclo, Castillo Mayor, Peña Montañesa, Cotiella, Turbón todo como fondo y enmarcando los pueblos de Guaso y Latorrecilla en sus respectivos promontorios. Se podría uno quedar horas extasiado con esta imagen. Vamos ascendiendo por una preciosa senda sombreada de robles, pinos y chinebros, dejando atrás algunos campos de cultivo entre barrancos.
La senda que hemos tomado asciende sin tregua por el bosque y nos lleva de bruces hasta unas buenas casas de piedra casi engullidas por árboles y vegetación, es el núcleo abandonado Puybayeta, que cuenta con varias casas que aún se sostienen como esperando algún regreso imposible, visitando el entorno cuesta imaginar cómo se puede edificar casas y vidas en un entorno tan perdido.
Dejamos Puybayeta a la espalda y seguimos la senda que sigue subiendo y que atraviesa alguna zona rocosa más descarnada, de las que aprovechamos una entre sol y sombras para hacer el alto correspondiente al almuerzo y descansar de la subida.
Sentados durante el almuerzo ya tuvimos oportunidad de ver la cantidad de fósiles característicos de la zona, son las famosas “monedetas del Sobrarbe”, y no es que se vean unos cuantos, no, es que los hay a millones ya que llenan todo el suelo de las sendas y se pueden ver cómo se caen por la erosión a cientos de las paredes por donde pasan las sendas. Forman un estrato donde estos animales marinos quedaron atrapados en un extinción enorme, su nombre “nummulites” viene del latín y significa moneda pequeña, de ahí su nombre común “monedeta”, es otra curiosidad de esta tierra digna de verse.
Tras reponer las fuerzas gastadas y recoger alguna monedeta, hicimos un esfuerzo y retomamos la marcha hasta llegar a Santa María de Buil, precioso pueblo digno de verse con calma y que en su día fue capital del Sobrarbe, está en la falda de un pico elevado, donde en su día debió haber un castillo o torreón y tiene dos preciosas iglesias, una la de San Martín (siglo XI ) es monumento nacional con un ábside impresionante y tiene en el interior una magnífica exposición fotográfica dedicada a las casas y apellidos del pueblo con fotografías de muchos de sus vecinos, disfrutamos de lo lindo de la visita y continuamos subiendo por el pueblo hasta la otra iglesia la dedicada a Santa María (siglo XV-XVI ) que admiramos por fuera.

Una vez que rodeamos la iglesia de Santa María seguimos subiendo entre unas preciosas casas de piedra ya abandonadas pero con sus nombre en la fachada (Berroy, Lecina,..), para seguir la senda que nos llevó, no sin esfuerzo, hasta el mirador del castillo, donde pudimos admirar de nuevo todo el impresionante paisaje que rodea el pueblo y su entorno, todo el Pirineo y cien pueblos más.
Llenos de admiración por todo el paisaje, fuimos bajando de nuevo al pueblo donde nos esperaba otra sorpresa, ya que pudimos entrar en el local social del pueblo (Casa Lueza) donde hay una recopilación de artesanía, muebles, fósiles, pinturas y objetos diversos, expuestos en tal caótico orden que resulta de lo más original, y como además pudimos disfrutar bebida y terraza, pues mejor imposible, un gustazo.
Con un poco de dolor fuimos dejando atrás Santa María de Buil tomando el camino hacia Linés, que primero baja hasta un pequeño barranco y después sube suavemente para mantenerse por una senda muy llevadera que va alternando arbolado y algún barranco, el día trajo calor en algún tramo menos vestido, pero la interminable alfombra de monedetas a cual más curiosa nos amenizó el paseo.
Llegamos a Linés, que se advierte por los paretones que acompañan a la senda y por una balsa cercana al pueblo, núcleo deshabitado entorno a 1930 y asaltado por el monte, con portaladas bien curiosas pero comidas por el tiempo y la hiedra, la maldita hiedra que tumba más casas que el cierzo, un dolor ver esas casas así.
En Linés nos acomodamos por los paretones del camino y compartimos comida, licores y lamines varios, todos a la sobra, que el sol calentaba lo suyo y descansamos un poco antes de emprender el último tramo.
Después de la comida emprendimos el último tramo hasta Camporrotuno por una preciosa y suave senda de bosque toda vestida, lo que agradecimos infinito para llevar mejor el calor del día y que nos ofreció vistas al embalse de mediano y Coscojuela del Sobrarbe, además de pasar por una ermita dedicada a San Lorén, terminando en Camporrotuno, precioso pueblo con buenas casas de piedra y un pasadizo abovedado muy sobresaliente.
Por aquí dicen que unas 7:15 horas, 14 kilómetros, +-550 metros, y jornada terminada.
Muy contentos por el día que nos hizo, los pueblos vistos y la compañía, ventura para todos.