Carlos Laguna Monreal, el hombre "de club" que dio media vida por el Huesca y estuvo a punto de entregarla entera, será homenajeado en el partido entre la Sociedad Deportiva Huesca y el Levante el domingo a las 16:15 horas.
El que dirigiera la administración del club durante muchos años recibirá el cariño y la admiración del presidente Agustín Lasaosa y del consejero-delegado, Ricardo Mur. El primero de ellos, por el conocimiento directo de la probidad contrastada de Carlos Laguna en su desempeño del control de los números del Huesca, que le reportaron continuas felicitaciones de la Liga de Fútbol Profesional por la ejemplaridad en el rigor. En el caso del segundo, por las referencias que ha recibido sobre el trabajo de Carlos.
Que Carlos Laguna, con una retribución muy inferior a la de su sucesión en el club, lo dio todo por el Huesca es una evidencia. Pero una circunstancia extrema le llevó hasta una situación crítica para su salud, que puso en riesgo su supervivencia. En esa catástrofe entre policial y judicial que fue el Caso Oikos, Carlos Laguna, apenas mentado en alguna conversación para un pago en el que no tenía capacidad de decisión alguna y con la que los agentes extrapolaron una interpretación digna del Comisario Montalbano de Camillieri pasada por el tamiz del surrealismo más truculento, recibió la pena de calabozo, como le sucedió a Agustín Lasaosa. De hecho, pasaron de ser vecinos de despacho a convertirse durante largas horas en vecinos de dependencias policiales, sin entender ni uno ni otro las causas de la causa, entiéndase la reiteración.
Laguna Monreal, que desde su jubilación bancaria atravesaba algún achaque de salud, padeció un rosario de enfermedades coronarias y de otros órdenes por el padecimiento de una realidad que no entendía y que se prolongó durante más de un lustro en un procedimiento tedioso y, por su duración desorbitada, injusto. El incumplimiento de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en cuanto a la resolución de los casos acrecentó la severidad de su estado de salud y, una vez terminado el calvario con el sobreseimiento, la tensión acumulada estuvo a punto de jugarle una mala pasada con una crisis que estuvo a punto de sacarle de este valle de lágrimas.
La Justicia humana que le puso al borde del precipicio (pese a los buenísimos oficios de su letrado José María Oliván) fue contrarrestada por la justicia natural y Carlos Laguna ha ido reforzando su integridad física y su ánimo. A sus lustros al servicio del Huesca, corresponde este domingo la Sociedad Deportiva haciendo, en el mejor sentido de la palabra de la máxima de Concepción Arenal, justicia, que no favor, sentándole, como precisa su intachable decencia y la generosidad con el club, en el palco que merece por ser uno de los más grandes de su historia en los despachos. Allí donde se plantan las raíces de lo que acontece en el Huesca. Este domingo, con esta distinción, la sociedad del Camino de Cocorón crece como una entidad dotada de los mejores valores. Enhorabuena.