Fueron tiempos heroicos, críticos. El Alcoraz había sido construido en 1972 bajo la presidencia del inolvidable José María Mur (con la firma del arquitecto Raimundo Bambó) con José María Morlán de tesorero. Fue sufragado con un crédito cuya amortización e intereses habían ahogado las limitadas posibilidades de la Sociedad Deportiva Huesca. Es curioso, cuarenta años antes similares estragulamientos financieros que medio siglo después. Presidía Néstor Gavín y Carmelo Castanera era su cerebro financiero. Gavín había sucedido a una serie de presidentes desde la edificación del estadio, y el préstamo había ahogado la economía del club. Nada más y nada menos que 54 millones de pesetas, que hace media centuria eran una barbaridad.
Al frente de la operación rescate se pusieron Carmelo Castanera, José María Morlán y el propio José María Mur. Se había elevado subasta para quedarse con el Estadio de El Alcoraz. Allí concurrían algunas grandes empresas -lo que hoy serían fondos de inversión, entidades financieras, el propio Ayuntamiento de la ciudad con poco ímpetu y Carmelo Castanera con la representación accionarial de 163 compradores-salvadores a 10.000 euros cada título-. De las vicisitudes que hubieron de atravesar Castanera -incluso pagó en especie al abogado con un cachorro de mastín del Pirineo- y Morlán se ha nutrido el relato de la historia que han compartido con Ricardo Mur, consejero delegado de la Sociedad Deportiva Huesca hoy.
Carmelo Castanera (bancario reputado y CEO, que se dice hoy, de distintas empresas como Bodega Pirineos) y José María Morlán, el fundador de Gestoría Morlán, han revelado vicisitudes de aquellos tiempos como el hecho de que, para qué nos vamos a engañar, buscaron el respaldo financiero del Ayuntamiento de Huesca, con escaso éxito. Acudió a la subasta a Madrid, pero a poco más que silbar mientras se sudecían las pujas de 50.000 en 50.000 pesetas. Al final, todo se paró en 9.950.000 "rubias", como narra el exdirectivo de Caja Rural. Por cierto, en el imaginario popular se atribuye a Castanera la propiedad de El Alcoraz, aunque la realidad es la que él cuenta y desmitifica.
Aquellos 163 inversores salvaron al Huesca. Lo que desconocían es que, en la labor de ir sacando al club día a día bajo la presidencia de Gavín, luego de Tebas y finalmente de Viñuales (más Borraz, Losfablos y Lasaosa posteriormente), nadie fue a constituir la correspondiente Sociedad Anónima. ¿Qué significa? Pues, que tal y como obra en el Registro Mercantil, el Estadio de El Alcoraz es de la Sociedad Deportiva Huesca, su propiedad es precisamente del club. Es más, Castanera y Morlán coinciden en que, como sucede con todos los clubes de la Segunda División, no han de tener como patrimonio un campo.
APOYO A LA OPERACIÓN ALCORAZ
José Mari Morlán y Carmelo Castanera llevan a sus espaldas tanta gestión empresarial que no se dejan seducir por visiones nostálgicas. "La operación patrimonial para que las instituciones adquieran El Alcoraz nos parece bien, la apoyamos, dará visos de futuro".
Su respaldo a la reivindicación que lanzó Agustín Lasaosa no es gratituido. Reunidos con Ricardo Mur, consejero delegado de la Sociedad Deportiva Huesca, han intercambiado preguntas y respuestas desde la primera de Carmelo: ¿Cuál era la situación patrimonial del club cuando llegásteis? Mur responde: 1,1 millones negativos.
Como si fuera un examen de los veteranos profesores al joven discípulo, cuestiones y réplicas se suceden, siempre sin asentimiento. Mur desgrana la realidad de un club que, mediante préstamo convertible en ampliación de capital, asumieron los inversores con la barbaridad de los 15,1 millones de pérdidas de los tres últimos años y sus consecuencias tanto la viabilidad como para el límite salarial. Significa que, en la exitosa Liga 2024-25, arrancaron con poco más de cinco millones de euros de techo para la contratación de jugadores superado hasta los 6,7 del coste de la plantilla. De los 4,2 millones de pérdidas previstos para el curso (en realidad 5,2 con el anterior consejo), se consiguió rebajar a 2,5 millones.
El riesgo, en cualquier caso, es que esta temporada ya no se podía aplicar el factor corrector de la ampliación de capital, esto es, la regla del 30 % para los clubes en deudas como el Huesca condenaba a una cantidad mínima para partir el 17 de agosto con potencial competitivo.
A estas alturas, Castanera y Morlán asienten en la conveniencia de aplicar la "operación de El Alcoraz" para que Gobierno de Aragón, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Huesca asuman la compra del estadio por algo más de 24 millones de euros en que lo ha tasado una de las grandes compañías de España.
Dos mentes privilegiadas absorben todas las explicaciones como la oportunidad que representa el ingreso de los 24 millones de euros que han explicado a todos los partidos políticos, que permitirían acceder a la regla 1:1 de La Liga que supondría que se aplicaría para techo salarial el cómputo de los ingresos, que vendrían a ser cerca de 5 millones en patrocinios (récord en la historia del Huesca incluso computando las temporadas de Primera División), más de 6 en televisiones y recursos extraordinarios, con seguridad por encima de los 11 millones de euros, para estar después de años "en la zona noble del potencial económico para fichar jugadores".
Les satisface también sobremanera el compromiso de los inversores, los grupos Costa y Arqa, de dejar impolutos los 24 millones de euros respecto a cualquier tentación de usarlos para jugadores, otras nóminas o gasto corriente. Ellos, que saben de qué va una empresa, valoran este compromiso que firmarán los responsables de la Sociedad Anínima Deportiva.
En la conversación, se entremezclan también otras gestiones del club. Se habla de los 7,5 millones de CVC que irán destinados tanto a los trabajos en la Base Aragonesa de Fútbol (vestuarios, césped artificial, cafetería, baños, iluminación...) como en las reformas para hacer de El Alcoraz un estadio confortable.
Hay, por supuesto, espacio para hablar de temas deportivos, de expectativas y para disfrutar del césped de El Alcoraz por parte de dos adalides del club, Carmelo Castanera y José María Morlán, que con su respaldo a la operación patrimonial rinden un postrero servicio al club. Ambos, el segundo asiduo de las Juntas de Accionistas, agradecen la transparencia, la gestión empresarial con pelos, señales y números, y la clarividencia en la dirección del Huesca. No en vano, hace 50 años lo salvaron y ahora quieren verlo lanzado.