El pleno de la Diputación Provincial de Huesca se celebró en una fecha "imposible": 9 de agosto de 1985. Naturalmente, antes del cohete, que los señores diputados también tenían ganas de fiesta. Pero la ocasión era propicia. Había que adjudicar la campaña de promoción turística de la provincia, en concreto a Temas de Comunicación Publicitaria S.A., por un importe de 35 millones de pesetas. En el núcleo de la nueva iniciativa, de esta innovadora estrategia turística, el equipo de baloncesto, el Club Peñas Recreativas, que luciría un nombre y logotipo relacionado con el lema global. Ya entonces se barajaba, pero sin certeza, que sería "Magia de Huesca".
La Diputación, que escogió entre tres finalistas, había desechado otra formulación, la de "Huesca Mágica". También barajaban otros nombres como "Huesca Blanca" y "Pirineo Blanco" para que lucieran en las camisetas del equipo que competía en la máxima categoría del baloncesto nacional y que en cada encuentro llenaba a reventar aquella bombonera gélida en invierno, tórrida cuando se aproximaba el verano, que era el Pabellón del Parque.
El 21 de agosto, se produjo una reunión de Manuel Plasencia y Jorge Calvo, de la empresa adjudicataria, con el presidente de la Diputación, Carlos García, y los directivos del Peña José Antonio Ortas, Antonio Riva y Domingo Malo para diseccinar las propuestas planteadas por los publicitarios. El diseño era en blanco y verde, colores del Peñas y de la provincia por el contraste entre la montaña y el llano, y ya quedaba claro que Magia de Huesca era el lema elegido a pesar de que había que determinar si se aplicaría al nombre del equipo.
Ahí ya se había fraguado el cuádruple concepto integrador: Magia Eterna en alusión al patrimonio histórico-artístico; Magia Viva por el encanto de sus acogedoras gentes; Magia Blanca por la nieve y Magia Verde por la naturaleza y el turismo de verano. Estaban seguros los profesionales publicitarios tanto del riesgo del eslogan como de la aceptación que tendría en toda España.
En un trabajo contra el reloj, el 4 de septiembre de 1985 la Comisión de Gobierno de la Diputación aprobó los términos definitivos de la campaña después de la reunión de los técnicos de Temas de Comunicación Publicitaria con miembros del grupo socialista el 2 de septiembre. Ese mismo día 4, se informó en rueda de prensa del nombre del equipo, "Magia de Huesca" y los principales soportes, que serían la televisión (las autonómicas de Cataluña y País Vasco, que eran las existentes, y los circuitos regionales de TVE) y el Peñas de baloncesto. El logo corporativo había quedado ya definido y es el que vemos aquí.
EL PRIMER PARTIDO COMO HUESCA LA MAGIA, ANTE EL CAI ZARAGOZA
Este 5 de septiembre de 2025 se cumplen exactamente 40 años desde el primer partido en el que el Club Baloncesto Peñas comenzó su periplo con el nombre de Magia de Huesca que, en tal formulación o como Huesca la Magia, ha tenido una continuidad hasta hoy con algunos otros patrocinadores principales a lo largo de las temporadas como Argal, Somontano o AGB.
Aquel 5 de septiembre, se disputó el encuentro amistoso entre el Magia de Huesca y el CAI Zaragoza, una rivalidad que acabaría siendo mítica en aquella época dorada que duró desde esa temporada 85-86 hasta la 95-96 con la fatídica venta de la Sociedad Anónima Deportiva a Fuenlabrada por la situación económica de la entidad oscense. El resultado fue de 90-92 y eran de la partida en el Magia de Huesca Alberto Alocén, Jordi Puig, James Ray, Velasco, Oliver, Charly López Rodríguez, Stefanovic y Joan Pagés. Deslumbró López Rodríguez, que era una metralleta de triples que con los meses desvió el punto de mira. En el CAI, también míticos como Indio Díaz, Raúl Capablo (luego peñista), los hermanos Arcega o Zapata.
Aunque el estreno fue con derrota sin consecuencias al tratarse de un amistoso y enfrentarse además los de Arturo Ortega a un equipo muy poderoso, la crónica de Ricardo Turmo aludía tanto al cambio de nombre como a cuestiones deportivas y algo que se acabó convirtiendo en moneda de doble filo pero a mejor: la incomodidad por los dos mil abonados que se convirtieron en una olla a presión para los grandes, como el día de la salvación el 23 de abril de 1986 con aquel memorable encuentro ante Cajamadrid del "cojo" Larry Gibson (35 puntos) tras la expulsión del colosal Wallace Bryant. Por cierto, una curiosidad: en las camisetas lucía el nombre Peñas porque ese 5 de septiembre no había dado tiempo al cambio y porque había cierto debate sobre la conveniencia de preservar la autenticidad de la marca del club.
Ese 5 de septiembre, se puso la primera piedra de una trayectoria sensacional de once temporadas hasta la tragedia final, con personajes memorables en el plano directivo (Ortas, Riba, Vizcarro y la época posmoderna de Guardiola), en el banquillo (de Jaume Ventura al inimitable Iñaki Iriarte y después Andreu Casadevall o nuestro gran Javier Zaragoza) y en la pista, desde el gran dúo histórico Granger-Brian hasta portentos como Dyron Nix o Alphonso Ford, sin olvidar los nacionales como Joan Pagés, Juan Antonio Hernández (menuda tunda le metió a Drazen Petrovic), Alberto Alocén o César Arranz. La humildad sin renuncias capaz de derribar a los más grandes.
Todo, o casi todo, bajo el nombre de Magia de Huesca y Huesca la Magia, el mismo lema que aquellos visionarios, encabezados por el presidente Carlos García, supieron rodear de relato con sus cuatro magias y una expansión que ha permitido que hoy nombrar la palabra lleve, en toda España o en Francia, a asociarlo al Peñas y al baloncesto.
Hoy, día en que el equipo se va a realizar la fotografía oficial a las órdenes de Rafa Sanz y con Fernando Lascorz como presidente, la denominación Huesca la Magia sopla 40 velas. Y, desde luego, es motivo de celebración. Felicidades, Magia de Huesca. Felicidades, Peñas, que, como en el artesonado real, tanto monta que monta tanto.