El CD Santiago Grañén ha sido sancionado con una multa de 500 euros, la pérdida de un punto en la clasificación y la clausura de las instalaciones deportivas por dos partidos después de que el árbitro, Rubén Gómez Afonso fuera agredido "físicamente en tres ocasiones", según reza la resolución del Comité de Competición de la Real Federación Aragonesa de Fútbol. El partido se disputó el 1 de mayo contra el CF San Jorge, con el resultado de 2-2.
Según explica esta resolución, Gómez Afonso "tuvo que recibir asistencia médica y se vio amenazado de muerte" tras una invasión del terreno de juego por una treintena de personas. "Se acosó el vestuario arbitral. Se produjeron nuevas amenazas al árbitro incluso en su salida del campo. Y, por si fuera poco, posteriormente el árbitro fue objeto de nuevas amenazas mediante redes sociales. Todo ello, en ausencia de cualquier actuación preventiva eficaz por parte del club local y con un delegado que no cumplió su mínima obligación de acompañar y proteger al árbitro, quedando dicha función en manos de tres personas ajenas al club".
El Comité explica que, llegados a este punto, "la gravedad objetiva de los hechos no permite una sanción simbólica ni leve. Desde esta óptica, la sanción propuesta se ha graduado con rigor, pero también con proporcionalidad calificándose como grave".
Para la valoración de esta sanción se ha tenido negativamente en cuenta para CD Santiago Grañén la circunstancia de que este club ya había sido sancionado por incidentes de público en la presente temporada, razón por la cual concurre la circunstancia agravante de reincidencia.
El Comité también subraya que la sanción podría haber sido aún mayor si no se hubiesen valorado positivamente varios aspectos. "La rápida intervención de las personas ajenas al club (los dos guardias civiles y el encargado del bar) que actuaron para proteger al colegiado. El gesto del presidente del Santiago Grañén, que acudió al vestuario a presentar sus disculpas. No obstante, ni uno ni otro elemento pueden servir para neutralizar lo ocurrido. Lo que tuvo lugar tras ese encuentro no fue una mera trifulca: fue un escenario de violencia física, intimidación y amenaza intolerable en un campo de fútbol. Y lo que exige el Código Disciplinario no es un juicio moral, sino una aplicación justa de las normas con base en hechos objetivos. Y los hechos, aquí, son incuestionables".