Christian Iguacel está ahora en el “reposo” del guerrero. Apenas ha dormido después de colgarse la medalla de oro en el campeonato del Mundo de pista cubierta en Glasgow con el relevo 4x400. Hubo fiesta en el hotel de concentración, pero el “expreso de Bielsa” prefirió retirarse a su habitación para hablar por teléfono con la familia y allegados al tiempo que hacía la maleta. A las tres de la madrugada tenían que ir a coger el vuelo que esta mañana les ha devuelto a su país. “Si voy de fiesta, voy a muerte, dándolo todo. Pero ayer era mejor estar más tranquilo”, confiesa el atleta de Intec-Zoiti momentos antes de iniciar “una siesta larga”.
Está todavía “aterrizando” y empieza a ser consciente del revuelo y la repercusión que ha tenido la victoria del relevo con Bélgica en Huesca y en el seno del Intec-Zoiti. “Me emocioné mucho anoche y ahora a medida que estoy viendo los mensajes que estoy recibiendo de la gente que tienes cerca del corazón. Gente con la que trabajas a diario o que está pendiente de ti y que te apoya. Es emocionante ver que has hecho feliz a mucha gente y a un club pequeño como es el nuestro, en el que yo era el internacional, el “capi” por así decirlo, pero en el que hay otros atletas que pueden llegar a hacer grandes cosas. Es una buena publicidad”, sonríe.
Su éxito ha sido compartido y celebrado en el seno del club zoitista. No en vano es el mayor hito en la historia de la entidad -y por extensión cabe pensar en el deporte provincial- contar con un atleta que es campeón del mundo. “Claro que me acordé de la Zoiti. En el momento. Pero no puedes hacer gestos o te vas a romper la camiseta de Bélgica. Me siento muy feliz de haber hecho felices a tanta gente. Cuando corres, sea el individual o el relevo. En el relevo es un poco diferente porque tienes a tres personas que confían en ti y en la Zoiti tienes por lo menos a 300 que confían en ti. Aún aumenta la tensión, por así decirlo, y en mi caso ayuda a sacar buenas marcas”.
El de Glasgow ha sido su segundo Mundial, primero en pista cubierta. El anterior fue en el verano de 2022 en Eugene. Lo suyo ha sido llegar y besar el santo y además con un relevo puntero como es el belga que tiene un equipo para dar y tomar. Venía Christian de proclamarse campeón de su país en la prueba individual de los 400 metros en pista cubierta. Era ya una llamada al seleccionador.
Y en la semifinal encontró la puerta abierta para confirmar su poderío. “Tenía muy buenas sensaciones, la estrategia era mantener al americano detrás si iba primero y cerrarle la puerta. Salió bien porque hice la entrega primero. De lo único que me puedo quejar es del juez, que de repente me llevó a la calle 4 sin razón”, explica Christian Iguacel, que no olvidará el momento de tensión que se produjo y que por un instante estuvo a punto de dejarle sin carrera. “Mi compañero confiaba verme en la calle 1 y de repente estoy en la 4, que no es lógico. Cuando fuimos a preguntar, el juez dijo que había sido un fallo. Por suerte no nos perjudicó para la final”. Hizo la segunda posta, con un tiempo de 46.39 que hacía presagiar lo mejor. Ya estaba en la final. “Estaba controlado, iba al noventa y cinco por ciento, para asegurar la final”, asevera el belsetano.
Pero quedaba la duda de si Christian estaría en la final o no. Estaba claro que entraba Doom, que un día antes había logrado el título mundial de 400, pese a arrastrar unas molestias. Y también entró Kevin Borlee y salió Desmet. Es la grandeza de contar con semejante poderío y tantas y tan buenas alternativas para elegir. “Hasta una hora y media antes de la competición no sabía si iba a correr o no. Justo hasta antes de empezar el calentamiento. En la charla previa fue cuando dijo el entrenador qué posta iba a hacer cada uno. Esto hace que los atletas que estamos nos mantengamos con la mente fría por si tenemos que correr o no y así no dejarnos ir. Me dijo que iba a correr la tercera posta y yo sabía que iba a correr rápido”, afirma Christian.
“Lo primero que nos dijo el entrenador es que los americanos nos tenían miedo porque metían a Noa Lyles y correrá la tercera posta. No me asustó. Lo que pensé es que tenía que hacer mi trabajo, que es correr, y si el otro lo hace más rápido, pues que corra más rápido. Pero en ese momento no puedes pensar que te efrentas a uno que es campeón del mundo de 100, de 200 o del 4x100. Piensas que hay que respetarle porque es mejor que tú. Pero en una carrera la vamos a pelear los dos y si no la peleas, te ganaré. Con esa mentalidad estaba calentando y confiado plenamente en que iba a hacer un tiempo que te cagas”, observa.
“Los cuatro hemos hecho lo que había que hacer, que es correr muy rápido Nos hemos quedado a tres centésimas del récord nacional, que se hizo con el equipo históricamente más fuerte de Bélgica, el equipo estrella. Eso significa que los cuatro hemos hecho unos parciales de la leche”, apunta el zoitista, que corrió en 45.78. “En la calle 1 no es muy buena referencia porque influye un poco mi tamaño. Lo puedo utilizar bien para defender la calle, pero maniobrar me cuesta un poco más. Estoy muy contento del parcial, de la forma que he mostrado en este campeonato y de la manera que he podido correr. Hemos hecho algún cambio en la técnica y ha dado un buen resultado”.
Y verse mano a mano con Lyle le hace dibujar una sonrisa y huir de cualquier complejo. Al contrario, Christian admite que “tenía buena liebre, no voy a mentir. Pensaba que iba a salir o muy fuerte o muy lento para hacer un poco el acordeón conmigo. Si salía muy fuerte podía quemar y por eso salió así. Me favoreció que puso un ritmo constante que pude aguantar. Me centré justo en su espalda y pensar que en cada cien metros le tenía que recortar dos y con esa idea fui hasta los últimos 50 metros. Le recorté y dejé todo en manos del campeón del mundo. Tenía confianza de que íbamos a ganar”, señala el de Javierre de Bielsa.
Y a partir de ahí, la explosión de alegría, “te sube la emoción, vienes de proclamarte campeón del mundo y poca gente lo puede decir”, indica. Luego el ritual del control antidoping, la ceremonia de medallas, la atención a los medios…
Pero esto acaba de empezar. Y Christian, salvo unos días de respiro esta semana, no baja la guardia. “Los objetivos del verano son muy claros y no cambian. En mayo está el Mundial de relevos en Bahamas, luego viene el Europeo de Roma y a continuación los Juegos Olímpicos. Y otro también es el Intec-Zoiti y la lucha por mantenernos en la División de Honor”, apunta.
De momento, a final de mes tiene una concentración con la selección de Bélgica, pendiente aún de destino. Se barajan escenarios como Estados Unidos, Chipre, España… Y puede coincidir con la primera jornada de la Liga con la Zoiti, que será en Huesca el 13 de abril. No la descarta. “Me gustaría que la Federación pusiera el rango de internacional válida porque podría ir a por la marca mínima olímpica (45.00). Y también porque me ayudaría a coger ritmo porque es bueno tener carreras”, señala, e indica que todo dependerá de dónde sea la concentración.
Para esa mínima “tiene que salir la carrera perfecta y las condiciones perfectas, con un ambiente que te cagas”. Y eso le gustaría que fuese en Huesca. “Viendo cómo estoy, vamos a tirar de esa línea para confirmar la progresión”.
Confía que en Bahamas, además de la pelea por el título, el equipo certifique la clasificación para los Juegos de París, algo que Bélgica tiene en su mano por el aval del oro mundialista y su potencial. “Me veo con posibilidades olímpicas tanto en la prueba individual como en el relevo. Pero aquí somos ocho atletas y el entrenador es el que tiene que elegir y manejar lo mejor”.