Tuvo que elegir entre el béisbol y el fútbol, su entrenador fue Heynckes y entró en un vestuario con Valverde, Julen Guerrero y Cuco Ziganda para debutar con el Athletic Club. Jon Pérez Bolo ha mamado fútbol desde bien pequeño y de ahí su pasión por el deporte del balompié. Ahora llega a Huesca como entrenador con el fin de revertir una situación complicada, aunque reversible. Tiempo hay. Y mimbres también. Ahora sólo queda trabajar y seguir un modelo del que ha sido fiel durante su carrera como entrenador en el Arenas Club de Getxo, Ponferradina, Real Oviedo y Burgos.
La llegada del técnico bilbaíno asegura "intensidad, trabajo y humildad". Son las tres palabras que recalcó en su presentación como nuevo entrenador del Burgos. Y es que el entrenador se caracteriza por transmitir mucha intensidad a sus equipos, con una presión alta sobre el rival, pero siempre bien ordenados desde la parcela defensiva. Rasgos que recuerdan al equipo de Sergi Guilló -los de la presión sin balón sobre el rival-, aunque con sus matices.
Bolo suele utilizar normalmente un 4-4-2. Aquí vemos las primeras diferencias respecto al último entrenador, pues Guilló apostaba casi siempre por un único punta de referencia, ya que de inicio nunca juntaba a dos delanteros. Bien es cierto que Bolo también ha trabajado con el 4-2-3-1, un dibujo que podría ser referencia a domicilio con el fin de poblar el centro del campo.
En una entrevista concedida a RELEVO a principios de año, Bolo explicaba que "me gusta fijarme en más de un estilo porque creo que todos son válidos. No hay sólo una forma de jugar al fútbol o de plantear los partidos. Si tú eres capaz de convencer a tus jugadores de tu estilo, de que lo hagan bien, te va a llevar a estar muy cerca de ganar los partidos".
Bolo ha colocado este miércoles la primera piedra de su nuevo proyecto en el Huesca. El equipo tiene un importante partido este domingo en el Ibercaja Estadio ante el Real Zaragoza. Un derbi aragonés que para los aficionados siempre es especial.