Una desmedida pasión por el ajedrez explica la vida y la fama internacional de la familia hispano-sueca Carmling-Bellón. La madre, Pía, excandidata al título mundial, se mantiene entre las mejores del mundo a los 61 años (ninguna otra tiene más de 40). El padre, Juan Manuel Bellón, de 74, aún en activo, es pentacampeón de España y un modelo de combatividad extrema. La hija, Anna, de 22, es muy popular por sus retransmisiones en las redes sociales, donde la siguen más de un millón de personas. Los tres serán los invitados especiales el 20 y 21 de julio del XVII Torneo Internacional de Alcubierre (Huesca) localidad de Los Monegros de 400 habitantes que ya han visitado cinco campeones del mundo absolutos –Karpov, Spassky, Topalov, Ponomariov y Hou- y otras grandes estrellas del ajedrez como Judit Polgar
Pese a su veteranía, Bellón ha mantenido su máxima de no ofrecer tablas jamás y luchar hasta el último peón. Pía Cramling era siempre una clara aspirante a ganar el premio especial a la mejor mujer, que ganó en 2004 y 2018. Y Anna, quien aprendió a jugar a los tres años, vivió desde que era una bebé el ambiente que terminó convirtiéndola en streamer profesional.
Fue el hermano de Pía, Dan, quien la contagió de la pasión del ajedrez, que la llevó a ser la número uno del mundo en enero de 1984, el mismo año en que conoció a Bellón –cuando él se ofreció a ser su entrenador- , formando así uno de los matrimonios ajedrecistas con mayor categoría en el mundo. Además, la combatividad y el pundonor han distinguido siempre a ambos. Por ejemplo, Pía jugó el Campeonato de España por Equipos de 1989 dese la cama de un hospital de Ciudadela (Menorca), donde había sido ingresada por un problema de su embarazo. “El médico me ha dicho que no ande, pero los pies no me hacen falta para jugar”, explicó ella. Su marido dijo entonces: “Sabía que Pía es una gran profesional, pero nunca pensé que pudiera llegar a tanto”.
La familia Cramling-Bellón vivió en Fuengirola (Málaga) hasta 2013, cuando se mudaron a Estocolomo, lo que conllevó que Anna jugase a partir de entonces con la bandera sueca. Uno de sus momentos más felices fue la Olimpiada de Ajedrez de Bakú (Azerbayán) de 2014, donde madre e hija formaron parte de la selección sueca mientras el padre –que también cambió más tarde, en 2017, su bandera por la sueca- ejercía de capitán.
El hecho más sorprendente de la trayectoria familiar llegó cuando Anna decidió que su profesión sería la de streamer (retransmisiones en directo). Su éxito en YouTube y Twich fue tan rápido que pronto fue fichada por la potente empresa Panda, dedicada al deporte electrónico. Y la siguiente sorpresa será para los seguidores de Anna: tras seguirla por los escenarios de los mejores torneos del mundo, la verán retransmitiendo desde Alcubierre, y acompañada por sus padres.