Como una maquinaria perfecta engrasada con el fluido del corazón salesiano, el Club de Montaña Javieres ha celebrado este domingo su décimo aniversario con toda la simbología. En altura, en concreto en Arguis, en un pabellón desnudo edificado y no equipado, con noventa socios de los 355 que constituyen su nómina en la actualidad. En torno a una mesa, conversando, degustando las experiencias a puro de paella deliciosa elaborada por Pichetas, soñando las próximas cimas erigidas en retos.
La alegría es uno de los aderezos del menú existencial de Los Javieres que preside Javier Cruchaga, la voz cantante de una junta directiva que completan Antonio Rico, Andrés Pérez, Tomás García, Niko Alonso, Saturnino Gracia Buisán, Javier Mercader e Iván Jaime. Lo importante, en todo caso, es la familia, esa que va desde la impetuosa madurez de Mayte Aznárez, andarina eterna, hasta la niñez de la benjamina de la Javierada, Alexia, o de valerosos pequeños que miran hacia arriba en la vida y en la montaña.
Convivencia humilde y agradable, la solidaridad que impera en todas las salidas, un millón de saludos y de sonrisas, buen apetito de paella mixta (de arroz el Brazal, defiende el cocinero) y de tarta conmemorativa, hidratación después de la severa experiencia de la jornada anterior, Panzano-Panzano, y un final jubiloso. Todo se enseña, todo se aprende, es el espíritu de Don Bosco.
Niko y Andrés proclaman las cuestiones organizativas. Y al final, bajo la voz coral de "presidente, presidente", Javier Cruchaga toma la palabra con la autoridad que le concede la dignidad presidencial y su verbo fluido y directo. Eso sí, con la incitación de todos que es expresión popular en los Javieres: "Arreamos".
Cru, como sincopan algunos su apellido, recuerda aquellos líos de papeleos y administrativos que desembocaron hace años en la creación del Club de Montaña Javieres. El crecimiento hasta los 355 socios tiene una explicación sencilla. "Javieres ha crecido porque es un grupo familiar. La esencia es lo que vale. Todos somos Javieres, se llame Javier o no se llame Javier, porque la Javierada es lo que nos ha unido a muchos de nosotros".
Interrumpido en varias ocasiones por la algarabía desde las mesas, continúa que "Javier es un camino que todos los años hacemos durante tres meses. Sabéis que es un camino. Ayer pasamos algo de calor y en febrero pasamos algo de frío".
Una idea fundamental. "Los Javieres somos peregrinos a Javier, como hay peregrinos a Roma, o a Jerusalén que son palmeros, o los peregrinos a Santiago con la concha. Javieres en esencia debemos ser una familia. En diez años, todos nos conocemos" y todos colaboran.
"Nuestro fin es ir todos juntos, con una meta que es andar siempre lo más arropados posibles. Todos lo hemos hecho, alguien siempre lo pasa mal o tiene dudas. Es una filosofía todo lo que hacemos. Esas marchas nuestras, esos doce retos, o los grupos de alto nivel, nos permiten sentirnos arropados, porque nuestra filosofía es la de andar, la de disfrutar, la de encontrarnos por la calle y saber que somos todos Javieres. La de disfrutar de estos momentos porque apostamos por un futuro. Hay pequeños, medianos y mayores. Desde "alexias", que se pegó los 50 kilómetros de la prueba, hasta los más mayores. Pero en este barco todos andamos juntos. Todos tenemos esa esencia de un club que cumple 10 años", sentenciaba Cruchaga.
En las crónicas de EL DIARIO DE HUESCA, agregaba Javier Cruchaga, están relatadas "todas nuestras pequeñas cosas. Al final, hemos ido creciendo, pero aun con el crecimiento, nosotros seguimos siendo nosotros. Seguimos siendo Javieres".
Al final de la comida, hubo un acto de reconocimiento al director de EL DIARIO DE HUESCA, Javier García Antón, que viene recogiendo las pruebas de los Javieres fotografiadas por Juanlu Herrero y narradas por Iván Jaime, Andrés Pérez, Niko Alonso... Todos portavoces de la verdad de los Javieres. Que es mucha verdad.