Cuando a final de año llega a mi dirección la misiva de la asociación de pintores con los pies, me produce una sucesión de sensaciones absolutamente entrañables. Les admiro porque su mérito es sobrenatural. Me inducen a la compasión (en sentido etimológico estricto, estar con quienes sufren). Y me maravillan por su capacidad artística. Son uno de los grandes exponentes de la diversidad, de la capacidad humana para superarse. Ellos no han escogido la forma de pintar, pero sí se han adaptado a las herramientas disponibles.
Volviendo de El Alcoraz esta noche, me ha venido a la mente la metáfora que considero adecuada: Antonio Hidalgo es un entrenador que pinta con los pies en el lienzo que está en su mente. Y, sin embargo, no cabe duda de que, resultando su versatilidad encomiable, le faltan manos y pinceles que se manejen, precisamente, con las extremidades superiores. Y, de esta manera, difícilmente puede completar la composición que bulle en su cabeza. Es probable, incluso, que le falten tonalidades cromáticas para una obra maestra, entendida esta en los términos relativos que a todos nos convierten en artistas de nuestras vidas.
Exactamente igual que los pintores con los pies no han escogido esta metodología sino que viene obligada por sus circunstancias físicas, el entrenador del Huesca querría disponer de los materiales para pintar con las manos. Y ahí es donde entra el Consejo que está obligado, y debe comprometerse en tal empeño, a buscarle los mimbres -aunque sean ortopédicos- para que el resultado final sea el que todos queremos. No pienses, amigo lector, que doy en locura. Sí, en el fútbol también hay una vena creativa. Foucoult decía que quizás uno de los grandes errores en la percepción del arte es considerar que sólo puede ser escénico o literario, volumétrico o lineal. También hay otras maneras y cada uno podemos concebir nuestra propia obra.
Después de una vuelta entera viéndole, sé que el de Antonio Hidalgo es un lienzo alegre e ilusionante, capaz de combinar los colores para que resulten ilusionantes y, sin embargo... Algo le falta porque el partido contra el Éibar así lo ha constatado después de una hermosa batalla sin final feliz. No sé los recursos disponibles para este mercado de invierno, me temo que muy escasos, pero, por Dios y por esta afición que no rebla, pongan todo su esfuerzo, su talento y su voluntad en dar una oportunidad a su entrenador. Porque ha demostrado que se lo merece con una dignidad alejada de los muchos mercenarios que circundan el universo balompédico. Un tipo honrado con una fe que mueve todas las montañas... salvo el cerro de San Jorge. Desde ahí se lanzarán todas las batallas del Alcoraz.