Camino de sus tres décadas de vida -el año próximo será el 30 cumpleaños-, la Escuela de Fútbol Oscense (EFO) despidió la temporada en un multitudinario encuentro en el Palacio de los Deportes con los deberes hechos, los objetivos cumplidos y el firme propósito de seguir creciendo y enriqueciendo el “proyecto EFO”, que se desvinculó del Peñas Oscenses en la temporada 21-22, con quien había mantenido un lazo de filialidad desde su nacimiento.
Alejandro Seral (presidente) y Alberto Buil (secretario) son quienes están al frente de la EFO. Los dos entraron en el año 2018. Cogieron una entidad plenamente consolidada y liderada entonces por el recordado y llorado José Ramón Buisán, uno de los socios fundadores de la Escuela en 1995. Seral ya accedió a la presidencia antes del fallecimiento de Buisán en 2021.
Y el tándem Seral-Buil hizo realidad el sueño de “Buisi” de habilitar como instalación propia una nave en el Polígono Monzú que lleva el nombre de José Ramón Buisán.
En la campaña que ahora concluye, la EFO ha contado con 480 niños en 28 equipos de todas las categorías: un grupo de Babys-Iniciación, seis equipos prebenjamines (fútbol-sala), cinco de benjamines (fútbol-8), ocho alevines (seis de F-8 y dos de F-11, uno en 1ª y otro en 2ª, estos últimos en la fase de transición para la adaptación a las dimensiones del “campo grande”), seis infantiles (cinco en Segunda Provincial, uno de los cuales ha logrado el título y el ascenso, y uno en Primera, que es el que se ha proclamado campeón de Copa Provincial) y dos cadetes.
Una amplia base para una pirámide que va a seguir creciendo en la próxima temporada, 2024-25, puesto que el club va a disponer de un equipo juvenil por primera vez en su historia. Es la manera de dar continuidad a los chavales que han crecido en la Escuela.
El trabajo de los dos dirigentes se ve respaldado por 54 monitores, de modo que cada grupo-equipo cuenta con un primer y segundo entrenador que no solo se ocupan de la formación de los jugadores sino también de la suya propia. Cuentan igualmente con un preparador de porteros, que esta última campaña ha sido Iván Biarge, el guardameta del Barbastro, pero que con su cambio de aires (ha fichado por el Tarrasa) ha obligado a buscar una alternativa.
“Vamos creciendo hasta donde podemos”, afirma Alejandro Seral, agradecido enormemente del “compromiso y el cariño” que muestran todos y cada uno de los integrantes de la “marea verde” que acompaña en los partidos y en el día a día de la Escuela y que incluye a todas las familias.
Un “pero” tiene ese crecimiento. Las instalaciones. Es el caballo de batalla de todos los clubes de la ciudad y la EFO no es excepción. Se mueven en los campos de San Jorge, Ciudad Deportiva y Universidad, además de la nave José Ramón Buisán, el campo acondicionado en las instalaciones de Valentia y el del Instituto Montearagón, antigua ECA, donde el Huesca lo acondicionó en sus primeros años en Segunda División y que luego “adoptó” la EFO, si bien ahora no presenta el mejor aspecto.
De esta problemática son conocedores y sensibles la alcaldesa, Lorena Orduna, y el presidente del Patronato Municipal de Deportes, Leo Carranza. No solo porque estuvieron en el acto de presentación días pasados, sino porque conocen de primera mano ese problemático “día a dia” de la Escuela. El proyecto que hay para “darle una vuelta” a la Ciudad Deportiva, que incluye un nuevo campo de césped artificial, ayudará a responder a las necesidades de los clubes.
A lo largo de estos días, y hasta la próxima semana, la EFO está realizando sus “jornadas de puertas abiertas”, con inscripciones desde los nacidos en 2020 (Babys-Iniciación) hasta los cadetes (2009). La respuesta ha sido masiva. Se contabilizan ya más de 80 inscripciones para el curso 24-25, con lo cual se superará el medio millar de niños en la familia de la Escuela.
“Nos alegra la respuesta, nosotros intentamos trabajar bien, lo vivimos con pasión y dedicación. Tratamos de mantener la ilusión de los críos, que vengan motivados y disfruten. Se está generando una “marea verde” que resulta emocionante por el sentido de pertenencia que tienen los niños y las familias. Todo el mundo está muy involucrado”, afirma Seral.