Villanúa se ha quedado pequeña para recibir a los cerca de 1.500 corredores que han participado en la XXI edición de la San Silvestre, una carrera que ha batido todos los récords de participación y nuevamente se ha revindicado como la más popular de Aragón tras la de Zaragoza. En una localidad que roza los 500 habitantes, la organización de una prueba de estas características fue todo un desafío logístico y humano. Villanúa nuevamente lo ha resuelto con la solvencia que dan los años de experiencia y un equipo de voluntarios bregado en mil batallas.
Ha ganado Eneko Mariño Apezteguia con un tiempo de 9:22, seguido de Philieppe Rubio, que llegó pisándole los talones apenas tres segundos por detrás; y Roberto Piqueras, que cruzó la meta y fijó el crono en 9:26. Lo tres corredores disputaron la prueba hasta el último tramo y la resolvieron en una estrecha franja de tiempo. Cualquiera podría haber ganado, pero en una carrera tan corta y explosiva los pequeños detalles de la competición son determinantes.
En categoría femenina el primer puesto absoluto fue para Julia Pérez Yarza con un tiempo de 11:13, seguida de Judit Cativiela con 12:34 e Idoya Arrazubi con 12:37. En esta competición la autoridad de Pérez Yarza no dejó espacio para otras aventuras, su fortaleza durante toda la prueba y la intensidad de su zancada fueron determinantes para conseguir un triunfo incontestable. Justo es decir que la mejor corredora femenina fue la infantil Alodia Martínez, que completó el recorrido en un tiempo de 10:54, que se llevó el trofeo como ganadora de esta categoría.
Pero el público, en este día de despedidas y de buenos propósitos para el nuevo año, estuvo, sobre todo, pendiente de quién había sido el más audaz a la hora de recorrer los 3 kilómetros del circuito. Y aquí no se trataba de correr más rápido y de estar mejor preparado sino de ser más original con el disfraz. La San Silvestre de Villanúa es una prueba deportiva pero principalmente es un evento social en el que la imaginación y originalidad de los participantes es lo que importa.
Y así lo entendió el jurado, que premió a los corredores que participaron representando a una comunidad de hippies, o a los pioneros del vuelo aerostático, o a los cientos de padres y madres que quisieron correr empujando el carrito de sus bebés como si fuera parte de su vestuario. En una carrera como la San Silvestre de Villanúa el mérito de los que corren disfrazados está a la altura de quienes habían entrenado para mejorar sus marcas en la prueba.
Como explicaba Ángel Varela, coordinador de deportes del Ayuntamiento de Villanúa, al finalizar la carrera, “la San Silvestre de Villanúa es un acontecimiento sobre todo social. Es increíble la capacidad de atracción de esta carrera, que se ha convertido en una tradición y en un encuentro fantástico para despedir el año”.