El espíritu de los Encuentros CAF-MAB

Con esta crónica me encantaría hacer recordar a todo el mundo esos momentos de felicidad y si lo consiguiera… ¡miel sobre hojuelas!

Pedro Solana
20 de Mayo de 2025
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El espíritu de los Encuentros CAF-MAB
El espíritu de los Encuentros CAF-MAB

El domingo 18-5-2025, nada más llegar a mi casa, comenzaron a llegar al móvil fotos y comentarios alusivos al fin de semana montañero apenas concluido y que tan buen sabor de boca ha dejado a los participantes.

Sí amigos, había muchos sustantivos, muchos adjetivos que en mensajes cortos repetían una y otra vez términos como “amistad”, “convivencia” y muchos calificativos en francés o castellano, como “agradable”, “caluroso”, “magnífico”

Además, llegaron infinidad de fotos desde ambos lados de los Pirineos y al final pensé…:

- “¿Y qué cuento yo mañana en la crónica…?.”

-“Está todo dicho….”

Tengo muy claro que aquello que escriba, saldrá sin duda desde lo más profundo de mi corazón.

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Este fin de semana fue otra vez un bullir de emociones y sensaciones que no sabemos cómo pero pasan rápido, muy rápido. En la luminosa mañana del sábado 17 me faltó tiempo para ir saludando uno por uno a los integrantes de cada grupo no sólo en el momento de llegar a la cita, sino al comenzar a caminar por esa maravilla que es el Valle de Barrosa, ya que intenté charlar con cada persona que se ponía a mi lado y de verdad, una subida a veces empinada y con algo de peso en la mochila se hizo tan corta como un suspiro.

Creo que nos pasó a todos, no dejábamos de alzar la vista a esas cimas de 3.000 metros que conforman y presiden este valle glaciar vistiendo un blanco inmaculado. Eso sí, veíamos al Robiñera vestir “de largo” porque… ¡madre mía qué cantidad de nieve en esta primavera!

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Entre tanto, hubo tiempo para observar unos sarrios que paseaban muy tranquilos entre neveros tan bajos que concluimos por pensar que eran restos de avalanchas caídas en pleno invierno.

Como contraste, el cielo más azul, tirando a azul marino, convertía todo en la mejor postal, en un duende que sobrevuela nuestras cabezas repitiendo: “Qué bien habéis elegido vuestro encuentro”.

Al llegar a la cabaña de pastores en mitad del valle ya había una mesa dispuesta para celebrar el eterno ritual: la comida de mochila que nos inculcaron los amigos franceses. En poco tiempo salieron de las mochilas infinidad de platos, todos artesanos y cocinados con mucho amor para que entre bocado y bocado no dejáramos tiempo más que para contarnos unos a otros lo bien que lo estábamos pasando.

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En el momento del regreso, desde la parte baja del valle se notaba cómo con el pasar del día y del subir del sol, la temperatura crecía y de repente se produjo un estruendo que hizo a todo el mundo volver la vista atrás descubriendo allá en lo alto una última avalancha desplomándose en cascada por las canales rocosas.

Alguien comentó: “Ante ayer nevó…”. Ahí la explicación.

Una vez en Bielsa sobró tiempo para instalarnos en el hotel, pasear y continuar conversando hasta la noche, y… ¿qué podíamos hacer nada más sentarnos a la mesa?... pues continuar conversando en la cena más entrañable.

La excursión del domingo fue un poco más larga, con más de 700 metros de desnivel, hasta la cima de “El Cuezo” ( 2040 m ) partiendo desde Espierba y siendo el mejor balcón desde el que mirar al gigante Monte Perdido y toda su cohorte de tres miles repletos de nieve.

Había tan sólo seis grados al comenzar y un bosque muy poblado mantuvo la sombra y el ambiente templado hasta la cima permitiendo en todo momento evitar un  sol del mediodía que picaba de lo lindo.

El Cuezo es un verdadero mirador en el extremo bajo de la sierra de Espierba y lo que más me encantó fue adivinar en la lejanía el macizo de Cotiella al completo con las agujas de Lavasar en medio, recordando antiguas rutas de ascenso con esquís en la década de los noventa.

Conseguimos hacer del regreso un paseo rápido y de la comida, un apoteosis de canciones, abrazos, deseos incontenibles de juntarnos de nuevo dentro de seis meses muy cerca de Luchón.

Fue un acierto anunciar este Encuentro en la sección de senderismo pues sin darnos cuenta renovamos y aumentamos de uno y otro lado los amantes de este Hermanamiento entre Tarbes y Barbastro.

Con esta crónica me encantaría hacer recordar a todo el mundo esos momentos de felicidad y si lo consiguiera… ¡miel sobre hojuelas!

¡Hasta septiembre, amigos!

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