Una Liga es una asignatura completa que se perfila en 42 parciales cuyo cómputo final es el que determina las calificaciones o esa dualidad conceptual introducida en el ámbito educativo hace años: necesita mejorar o progresa adecuadamente. No sólo no son incompatibles, sino que son complementarios. Es la evolución del que todavía está bisoño en conocimientos, aptitudes y actitudes para convertirse, finalmente, en alguien sólido en la absorción de enseñanzas y su reflejo en resultados.
El Huesca, superados los cinco primeros parciales, se mueve, extrapolándolo al viejo modelo, cerca del notable (10 de 15 puntos serían, en resultados, el 66 %, esto es, un 6,6). En siete de la decena, la tesitura del examen ha sido similar: una puesta en escena sobresaliente, un bajón en los rendimientos y una recuperación final de matrícula de honor, dejando a los competidores con un pasmo: Leganés (aunque en este caso la regularidad fue merecedora de mayor éxito), Éibar y Málaga. El cuarto, el de Ceuta, fue sin duda acreedor de una nota negativa.
¿Quiere decir que estamos mal? No, todo lo contrario. ¿Significa que podemos confiarnos? El nivel de fiabilidad no ha alcanzado todavía las cotas que reclamaría, como se ha explicitado desde el club (Consejo, director deportivo y míster), una plantilla inequívocamente competitiva. ¿Hay margen para la mejora? Sí, seguro. ¿Hay riesgo de empeoramiento? De continuar en esta línea irregular, naturalmente.
Sumando estas preguntas, convendremos en que el Huesca se mueve en medio de las incertidumbres que, por supuesto, asuelan a muchos otros de la categoría. Quizás con una diferencia: que este año el nivel de exigencia, paralelo al de techo salarial, ha de ser indefectiblemente superior. Lo contrario es hacerse trampas al solitario tanto como lo sería garantizar un ascenso que, obviamente, es un asunto mayor, acotado para los más poderosos. En ese escalón debajo, cerquita, habría de estar el Huesca.
La puesta en escena de cada partido de Guilló avala sus planteamientos, con un fútbol vistoso, de tiralíneas, presión alta para recuperar y aproximaciones al área donde, desgraciadamente, muere un porcentaje inusitado de las intentonas. Las primeras medias horas de cada encuentro son un gozo que recuerda a los mejores entrenadores que han pasado por El Alcoraz. Y, sin embargo, como en la novela de Stevenson, al doctor Jekyll le sucede míster Hyde en una sucesión sin solución de continuidad, incomprensible salvo desde la perspectiva que en el tintero del mercado veraniego nos dejamos (el tiempo dará y quitará responsabilidades) las dos guindas para el pastel: un centrocampista ofensivo de calidad y un delantero centro avalado por sus estadísticas.
Estoy convencido de que a Guilló le gustaría que los noventa minutos fueran como los primeros 25 de cada uno de los partidos disputados (excepción Ceuta), y de que su convicción expresiva de que la plantilla ya estaba completa cuando lo aseveró días antes no es sino una declaración de lealtad y de pragmatismo, tanto como también consta, por el análisis de sus palabras, de que la súperpoblación de nóminas de futbolistas no sólo no suma, sino que resta. Hasta tal punto de que le propondría, por el bien de la claridad y del efecto, que diera al director deportivo el nombre de cinco o seis jugadores de esos que no van a contar (y merecen sinceridaad) y le sugiriera que se fueran de ejercicios espirituales hasta el mercado de invierno, para ahí colocarlos para que sigan su evolución hasta poder retornar en condiciones de aportar al proyecto.
Nadie entienda estas sugerencias, estas reflexiones, como ninguna llamada al alarmismo, porque no hay motivos. Sí como un respaldo a la idea del fútbol que tiene Sergi Guilló, que me parece profundamente atractiva para el espectador y, al fin y a la postre, hasta ahora también resultadista... con flor. El Huesca nos tiene moderadamente felices, pero con un ay: el del alumno que todavía no está seguro, cuando acaba el examen, de si obtendrá el necesita mejorar o progresa adecuadamente. Hay brotes verdes (Enol, Ángel Pérez, Jesús Álvarez,...), pero también capullos (por favor, entiéndase en el sentido biológico) sin abrir (Daniel Luna, Ntamack...). En la dialéctica de la evolución encontraremos la realidad del Huesca... y su destino.