El enorme corazón de Antonio Albert dejó de latir este pasado miércoles y con él se cierra la vida de un gran apasionado de la SD Huesca. Era el socio número 7. Puro ADN azulgrana. Lo mismo que sus hermanas, María Jesús y Marilú, que heredaron de su padre Antonio el amor y ese lema del “fieles siempre sin reblar” que preside el sentimiento de la entidad.
A la edad de 90 años falleció Antonio. Una muerte repentina, inesperada y dulce. Junto con sus hermanas había presenciado la conquista de la selección femenina como campeona de la Liga de las Naciones. Cuando estaba a punto de cenar, y sin previo aviso, ni siquiera dio opción al servicio de urgencias para recuperar su aliento. Antonio, seguro, ya había volado al cielo.
Hace tiempo que no iba a El Alcoraz porque físicamente sus condiciones le habían dejado mermado. “Pero no se perdía ni un minuto de cada partido”, comentaban sus hermanas. La última alegría se la llevó el lunes con la victoria en Anduva frente al Mirandés. La familia se fue a descansar muy feliz.
Desde crío fue a ver los partidos del Huesca. Primero al campo de Villa Isabel (“el día de su Primera Comunión volvió del fútbol con un zapato medio destrozado y otro más o menos nuevo, y eran de charol”, recuerda con una sonrisa María Jesús), después a San Jorge -donde engancharon a María Jesús- y finalmente a El Alcoraz, donde también “se acopló” Marilú. Es imborrable el recuerdo de ver al padre (que en su momento fue distinguido como Socio de Honor de la entidad) y a sus tres hijos juntos en la primera fila de la tribuna de sillón cantando los goles y llorando con las derrotas. Pocos podrán presumir como él de haber visto todos los partidos que ha jugado la SD Huesca como local y ahora, gracias a la tele, tanto los de casa como los de fuera. Ni medio segundo se perdía.
La temporada de la pandemia, antes de que el mundo diera un vuelco, el Huesca rindió homenaje a los 50 primeros socios. Y allí estaban los tres hermanos. María Jesús es la número 1 en la actualidad, Antonio era el 7 y Marilú también entra en esa terna de primeros afiliados. Curioso apreciar que las dos hermanas son las dos primeras socias femeninas del Huesca.

La familia heredó el oficio de guarnicionero del patriarca. El negocio se remonta a 1900 en la calle Padre Huesca. En 1970 modernizaron el establecimiento, que se convirtió en una tienda de regalos, bolsos y artículos de viaje. En el mostrador estaban, junto al padre (que falleció en 1988), Antonio y Marilú. Se unía a ellos María Jesús cuando terminaba de dar clases en el colegio por su profesión de maestra. Fueron unos excelentes comerciantes, currantes de esa pequeña o mediana empresa que tanta vida han dado a la ciudad mientras estuvo abierto hasta su cierre en 2019 por las jubilaciones.
En la pandemia apenas salían de casa, desde donde vivieron el segundo ascenso del Huesca a Primera Divisón. En aquel momento tan duro recibieron, y lo recuerdan con cariño, la llamada del capitán azulgrana, Jorge Pulido, interesándose por ellos, por su salud y poniéndose a su disposición para cualquier cosa que necesitaran.
“Yo lo quería mucho. A él y a mi padre, también a mi hermana claro, los he querido horrores”, decía una emocionada María Jesús, que resumía en cuatro palabras su sentimiento hacia el hermano que se ha ido: “Era una gran persona”.
El Huesca ha trasladado públicamente sus condolencias y su cariño a la familia, así como un hermoso ramo de flores en la capilla ardiente, situada en el Tanatorio de Huesca. El funeral se celebra este viernes, a las 16:30 horas, en la iglesia de Santo Domingo.
Descansa en paz y vuela alto, amigo. Un abrazo.