El pasado domingo, 26 senderistas del programa Turismo por el Alto Aragón y poco antes de las nueve de la mañana, partíamos desde la caseta de Información y Turismo, justo en el cruce de Fanlo, por un sendero poco frecuentado y marcado como PR HU 183, que era un antiquísimo camino de herradura de Fanlo a Cuello Gordo y Góriz.
Una vez superado un fuerte desnivel, y en una zona llana y con “buenos asientos de piedra” hicimos una parada para el almuerzo. Estábamos en lo que se conoce como Partida los Cubilares. Allí hay un cruce señalizado que por la izquierda indica pista de Las Cutas y por la derecha Cuello Arenas. Ya habíamos superado unos 500 metros de desnivel.
Una vez repuestas las fuerzas y en dirección este, alcanzamos pronto la pista que sube desde Nerín, circulando por ella aproximadamente un kilómetro llegamos a Cuello Arenas. Lástima que las vistas de Las Tres Sorores y Las Tres Marías que teníamos hacia el norte, estaban algo cubiertas por grandes nubarrones que no perdimos de vista en todo el día.
A partir de aquí, por suaves praderas prácticamente sin desnivel, fuimos rodeando La Estiva, y al llegar a una pequeña cresta tuvimos ante nosotros y hacia el sur la impresionante imagen de Los Sestrales y el Mondoto. Tras una breve parada, que el sitio merece para descansar y hacer alguna foto, seguimos hacia el sur por una pradera en suave descenso hasta alcanzar la senda más conocida que desde Nerín viene al Mondoto.
En unos quince minutos nos plantamos en la cima. Faltaban diez minutos para las dos de la tarde. Las vistas del Cañón de Añisclo a los pies eran impresionantes, pero las nubes que teníamos encima también nos impresionan. Tras una pausa y varias fotos, la mitad de la excursión emprendió la bajada para comer más abajo. Otros quisimos estar más rato en la cima, y comimos allí. Pronto las negras nubes y algún trueno nos recomendaron bajar. Tras agruparnos más abajo, iniciamos la bajada a Nerín, sin prisa, pero sin pausa. Según fuimos bajando por un sendero bien marcado y cómodo, fue aumentando la tranquilidad al ver que las negras nubes habían tomado otra dirección.
A las cuatro de la tarde llegamos a Nerín, donde nos esperaba el bus. Hicimos un largo descanso comentando y celebrando la magnífica travesía y la suerte que habíamos tenido de poder hacerla sin ningún contratiempo.
Realizamos un recorrido de aproximadamente 16 kilómetros, con un desnivel acumulado de 875 metros y acumulado de bajada de unos 975 metros en un tiempo total de 7 horas 15 minutos.