Flora Hernando, la segunda vida atlética y extrema a los 50 "palos"

La vallisoletana de Peña Guara crece sin límites y contra las lesiones en las pruebas más exigentes de montaña

27 de Agosto de 2022
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Flora Hernando, en una competición
Flora Hernando, en una competición

Flora Hernando (Peñafiel, Valladolid) es un caso extraordinario dentro del mundo del deporte. Su trayectoria fue precoz porque a los 12 años ganó todos los crosses que se celebraron en su tierra natal y se proclamó campeona de Castilla y León. Sin embargo, los avatares de la vida le llevaron a abandonar la práctica del atletismo durante casi 30 años para retomar la actividad con gran brillantez en la especialidad de carreras por montaña, en las que se ha convertido en todo un ejemplo a seguir.

Flora Hernando ‘aparcó’ el atletismo prematuramente porque en su pueblo no existía un entorno adecuado y la vida la trajo hasta Bolea después de un largo camino. Primero, los estudios; después, el trabajo y sus constantes desplazamientos (es veterinaria en una empresa avícola en Tudela), la familia, la maternidad (tiene dos hijos) … hasta que hace seis años, y en un momento delicado de su vida personal, en su mente se encendió un señal de ayuda. “Me enteré del grupo de entrenamiento para aficionados que tiene la Zoiti y me enganché a correr otra vez. Vi que mi cuerpo podía hacer deporte”.

Entonces también apareció en su vida Silvia Ferrer y desde hace tres años corre como federada por el Club Peña Guara, con el que ha disputado las ultras de carreras de montaña más importantes de Europa con notable éxito a sus 50 años., aunque el principal misterio a resolver es cómo lo hace. “Me levanto a las cinco de la mañana para ir a trabajar y no vuelvo hasta las cinco de la tarde y además tengo una responsabilidad familiar. Entreno cuando puedo y soy consciente de que con más tiempo y más descanso podría mejorar mucho mi rendimiento. Ahora entreno acumulando fatiga, con sesiones cortas pero de mucha intensidad porque no tengo tiempo para acumular kilómetros en las piernas”.

Silvia Ferrer, con quien participa en la mayoría de las pruebas, destaca que “Flora tiene una gran fortaleza mental y es muy perseverante”. Tal condición le ha llevado a atesorar un currículo inimaginable cuando retomó el atletismo. “Cuantas más dificultades tiene, más se crece”, apunta Silvia.

GRANDES PRUEBAS

Flora empezó su palmarés con un segundo puesto en Veteranas de la prueba Tozal de Guara (21 kilómetros) en 2016. Al año siguiente fue tercera veterana en la Guara Somontano de 104 kilómetros. En 2018 dio el salto; tras ser segunda en la Guara Somontano, se lanzó al Gran Trail Trangoworld Aneto-Posets (108 kilómetros), donde fue primera en su categoría y tercera en la general.

En 2019 aumentó la dosis con los 170 kilómetros de la Ehun Milac de Beasain, en la que fue quinta cruzando la meta de la mano de Silvia Ferrer. Además, fue primera veterana en la Guara Somontano y segunda en el Gran Trail de Sobrarbe que se tuvo que recortar hasta los 50 kilómetros por culpa de una ola de calor.

Todo estaba encarrilado cuando llegó el 2020 y la pandemia frenó su proyección pero no sus ganas e ilusión por seguir corriendo, aunque tuvo que esperar al 2021 para participar en las grandes citas mundiales.

Su primer desafío fue la Ultra-Trail de Mont-Blanc (UTMB), una ultramaratón de montaña de unos 172 kilómetros y un desnivel positivo de unos 10.000 metros que se celebra anualmente en los Alpes, pasando por Francia, Italia y Suiza. La Ultra-Trail de Mont-Blanc es considerada como una de las competiciones de Trail Running con más prestigio a nivel internacional, en la que sus miles de participantes atraviesan Francia, Italia y Suiza (7 días). “De los cerca de 8.000 corredores, fui la 532 de la general y la 15 en veteranas”. Como aperitivo hizo la Guara Somontano, en la que acabó tercera absoluta.

En 2022 se atrevió con otro de los grandes: el Val d’Aran by UTMB® (160 kilómetros y 3 días) un evento de ‘mountain running’ relativamente nuevo, que forma parte de los eventos internacionales etiquetados “by UTMB®”. “Esta es la prueba más dura de todas porque el Mont Blanc tiene un recorrido con senderos más amables. Acabé primera en veteranas y sexta en la general. Ahora ya tengo los suficientes puntos acumulados para poder participar en esas competiciones sin tener que entrar en el sorteo”, resalta Flora Hernando.

Ahora el reto de Flora se centra en poder encajar los entrenamientos dentro de las escasas horas que le dejan su vida profesional y familiar. “Los fines de semana puedo acumular entre 70 y 75 kilómetros, pero a diario mi objetivo es ser constante en lo que el tiempo me permite”. Además, su férrea disciplina le hace superar todas las dificultades, incluidas las lesiones. “Entrenar me ayuda a desconectar de los problemas y preocupaciones diarios que todos tenemos. Antes de ir a la Gran Trail Trangoworld Aneto-Posets me rompí el dedo meñique del pie, pero acabé la carrera y después volví al médico. En abril me rompí el gemelo izquierdo antes de ir a la Ultra del Mont Blanc. Estuve dos meses que sólo podía hacer bicicleta y subir al pico del Águila. Fui a la prueba con sólo diez semanas de entrenamiento”.

Eso demuestra que Flora Hernando tiene un físico privilegiado para la práctica de este deporte y, mientras repone el depósito, no descarta alguna sorpresa para el futuro. “Estoy contenta, aunque ahora no tengo la cabeza para grandes retos porque en la Vall D’Arán lo he dado todo. No obstante, sigo teniendo ganas de hacer más carreras y estoy motivada”.

Su intención es afrontar las próximas etapas de su trayectoria como afronta cada carrera de montaña en la que participa. “Yo nunca pienso en los kilómetros que faltan, me centro en llegar al siguiente control y me distribuyo la carrera en fases que tengo que ir cumpliendo”.

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