Resulta curioso porque, lejos de la frustración de Cádiz, los "5.010 oficiales", que han recordado viejas contabilidades inflacionarias, han disfrutado el final como pocos partidos de la temporada cuando estaba en apogeo la ilusión "por algo más".
El tercer tiempo, el del júbilo y las desilusiones, en esta ocasión ha sido de gratitud. Fundamentalmente, a Antonio Hidalgo, cuyo nombre con el Gracias gigante ha aparecido en el minuto 8 y tras el pitido final. Ha saludado como los toreros, hacia todos los puntos cardinales de las gradas, ha sido volteado por los jugadores con una altura enorme y se ha ido discretamente.
En el césped, todavia con la pantalla encendida de "Gracias Hidalgo" que han mirado los futbolistas con agradecimiento y emoción, se ha iniciado el último baile, el Freed from desire que es la banda sonora de una campaña espectacular, la de la resurrección y elevación al predio previo a los cielos.
Mucha emoción que dejará la inquietud a muchas preguntas: altas, bajas y una última, ¿se renovará la canción de Gala Rizzato como símbolo del no reblar posmoderno? Continuará.