En pleno corazón histórico de la ciudad, concurren dos pulmones del Huesca, Jérémy Blasco e Iker Kortajarena, y el aliento de la afición en boca de Yolanda Chantal e Ismael Crespo. El encuentro en la Plaza de López Allué es muy cordial. Desprenden mucha simpatía Iker y Jérémy, e Ismael y Yolanda lo agradecen. Las conversaciones van fluidas y, en esencia, además de sus sensaciones sobre la ciudad, giran en torno al anhelo común: la salvación que ahora se ve más cerca. Ante el Andorra, buscan un colchón para respirar mejor. "Estamos mejor que nunca", sostiene el de Oiartzun. El francés explica una clave. Huesca es ideal: "Tanto para estar centrado en lo deportivo como para vivir tu propia vida es un sitio increíble”.
Yolanda Chantal e Iker Kortajarena se conocen en la plaza López Allué. Ella se define como una “aficionada de última hora” -“pero igual de importante que las demás”, replica el jugador-, bastante viajera, va a todos los partidos de fuera que están “a buena distancia”, como Barcelona, Eibar, o Villarreal. Procura no faltar.
Se sienta en General, en una zona "muy de animar". Iker Kortajarena asegura que se nota cuando la afición les jalea.
“Creo que estamos mejor que nunca -dice Iker-con un poco más de ‘colchón’ y con mejores sensaciones”.
El centrocampista está convencido de que el Huesca va a estar ahí hasta el final, que va a haber que sufrir pero se va a conseguir la salvación.
“Nos vamos a quedar sin uñas”, bromea ella.
Iker le cuenta a Yolanda que su adaptación a Huesca, una ciudad que “tiene de todo y no le falta de nada”, ha sido buena.
Conoce también la provincia, ha visitado lugares tan emblemáticos como Alquézar o Loarre, y le encanta el Pirineo.
En su tiempo libre le gusta ver todo tipo de deportes, además de fútbol, como el baloncesto, o el balonmano, y comenta que suelen quedar muy a menudo los del equipo para charlar, o tomar un café.
Kortajarena tiene contrato para otra temporada y afirma que le gustaría seguir en Huesca “y hacer cosas bonitas”, pero tampoco se cierra a otras propuestas.
Respecto al vestuario, asegura que es como "una gran familia” y eso explica, en parte, que haya podido superar los momentos más duros. “Cuando se está unido, siempre es todo más fácil”.
Ve a la afición oscense “muy fiel”, como un grupo que anima y que cuando está, se nota. “Cuando estáis, se os escucha y mucho –subraya-. Últimamente hay más aplausos que pitos y se agradece”.
Ismael Crespo y Jérémy Blasco comienzan su conversación con una explicación al jugador sobre la plaza López Allué y el central le habla de sus orígenes. Tiene algún antecedente familiar español, de la zona de Alicante, pero sus padres son de Bayona, su localidad natal.
Con 11 años, recorría todo los días 50 kilómetros para ir a entrenar a San Sebastián con la Real Sociedad y volver a estudiar a la localidad francesa. Cuando acabó la selectividad, fue cuando se instaló en la ciudad vasca.
Su hermano estudia en Burdeos y juega en un equipo de la bahía de Arcachón.
Jérémy asegura que en Huesca está muy contento. “Se nota un ambiente superagradable. Estoy viviendo lo mismo que en Donosti pero en otro sitio, mucha tranquilidad, mucha confianza con la gente, se convive muy bien con el aficionado. Tanto para estar centrado en lo deportivo como para vivir tu propia vida es un sitio increíble”.
Ismael le dice que, en general, los jugadores parecen todos muy cercanos, “gente normal” y pone también como ejemplo a Pulido.
Jérémy pasa por un momento excelente, acaba de renovar y es titular prácticamente en todos los partidos. “Estoy muy contento, tanto con el juego que hacemos últimamente como con los compañeros y el club”, confirma.