Los hermanos Iker y Eneko Pou han demostrado el gancho que tienen al llenar este miércoles el Teatro Olimpia en la tercera proyección de las Jornadas de San Úrbez de Peña Guara. Eran el plato fuerte de esta semana de fiesta montañera y, lo mismo que en las paredes más difíciles que escalan por todo el mundo, han dejado su impronta con la frescura de sus palabras y su estilo vanguardista.
Han proyectado “Hielo y roca en la Cordillera Blanca”, la última actividad realizada y casi recién salida del “horno”. Perú se ha convertido para los vitorianos en parada obligatoria en su calendario desde que lo descubrieron en 2017 y son ya cinco años los que acuden a una zona riquísima tanto en paredes como en posibilidades. El objetivo, que ya tenían entre ceja y ceja desde la temporada pasada, era la primera ascensión a la cara noroeste del Ranrapalca (6.164 m.), donde trazaron las vía Ya Pe’ Cholo (1.200 m., 6b, 80º) después de dos jornadas de ascensión y en compañía del peruano Micher Quito.
En su presentación, Lorenzo Ortas ha agradecido a los hermanos Pou el esfuerzo que habían hecho por estar en Huesca dada la cantidad de requerimientos que tienen por estas fechas. Ha recordado su anterior visita a la capital oscense y ha destacado las tres décadas que llevan “en el candelero” y la dificultad de “estar en la cresta de la ola” de forma permanente como es su caso, fruto sin duda de las hazañas que realizan. Una cordada “cohesionada”, ha observado Ortas, con alpinismo y escalada de primer nivel. “Aunque se les etiqueta más como escaladores de roca, son más alpinistas, que es la faceta que menos conocemos de ellos”. De ahí esa combinación de hielo y roca en su última incursión andina.
Los hermanos Pou aprovechan cualquier viaje para disfrutar de la montaña y camino de Huesca han parado en Riglos, donde han realizado la vía Popeye, en la Visera. Y se han rendido ante lo que representa el montañismo altoaragonés “porque hemos seguido a la gran generación de oscenses, Huesca es una plaza grande muy bonita y con mucha tradición”.
Han rebobinado sobre el trabajo desplegado en este curso que termina. “Ha sido un año bonito para nosotros. Lo que más nos llena es aportar. En primavera, en el Karakorum, en las Torres del Trango, pudimos terminar nuestro proyecto de “Los 4 elementos”, consistente en abrir vías en cuatro paredes del mundo distintas, que tuvieran relación con el viento, el agua, el fuego y la tierra”.
Y en agosto, y. a casi en el final de la temporada, tenían pendiente el viaje a la Cordillera Blanca de Perú, con el Ranrapalca como meta final. Aprovecharon en buena medida la aclimatación de altura que habían hecho meses atrás en el Karakorum y antes de atacar el objetivo principal ascendieron dos cincomiles, el Yanapaccha y el Shacsha, ambos junto con Alma, una novel pero atrevida montañera francesa.
Para los Pou, el paisaje y las posibilidades que ofrece Perú son enormes. “Hay montañas increíbles, con vistas impresionantes. Llevábamos la aclimatación del Karakorum y fue una ventaja y hacer más rápidas las ascensiones. Lo más difíciles de estas montañas son las bajadas”, han comentado.
Fue un inicio con buen pie para llegar “al sueño pendiente”, el Ranrapalca. Una pared de 1.000 metros de desnivel, sin escalar, con mochilas de 15 kilos a cuestas y que completaron en dos días. Pero lo más complicado llegó en el descenso. “La bajada fue terrorífica”, ha comentado Eneko, que fue quien sufrió las peores consecuencias en un descenso que se complicó también por el mal tiempo y por los desprendimientos de rocas, una de las cuales impactó en su casco y lo dejó inconsciente por unos momentos, aunque se recuperó, pero estaba grogi, en estado de shock. Aún hoy lo acusan sus cervicales. “Fue un descenso épico”. “No tuve miedo, solo pensé en sobrevivir”, ha confesado Eneko.
El susto y el daño físico no les impidió acudir a la pared del Hincahuacanca, que Iker Pou escaló tras sortear en muchos momentos valiéndose de un solo dedo y con un esfuerzo titánico al que ya están acostumbrados.
Son tres décadas haciendo expediciones juntos, han recordado en el coloquio con los espectadores, muchos de ellos escaladores, y cuando les ha preguntado Lorenzo Ortas acerca de su evolución, “nos están motivando las grandes expediciones. Ahora estamos en seismiles, en cualquier momento pueden llegar los siete miles y quizás después los ochomiles”. Pero esto último se antoja lejano por el “circo” que rodea todo ese momento actual que vive el himalayismo y que no resulta especialmente atractivo.
Su filosofía. “La clave es seguir motivados para hacer cosas bonitas. El secreto de un deportista, además de tener cualidades y del trabajo en equipo, es la constancia. Pero no solo en lo que hacemos nosotros, sino en la vida. Nuestro objetivo es estar allí y esforzarnos lo máximo posible. Hay gente, como la mayoría de las expediciones que van ahora al Himalaya, que no entienden que la montaña es superación y hacer las cosas por tus propios medios. Ahora lo dan todo hecho y también las redes sociales y la comunicación es una bestia”, han indicado.
La preparación física y psicológica para afrontar expediciones de esta envergadura: “Salimos a escalar cinco días a la semana. No nos gusta estar en el rocódromo. A nivel psicológico nos va más escalar y estar en el monte, en el medio natural. Nosotros no somos científicos, nos guiamos más por sensaciones”.
Y si hablamos de la nutrición, se puede decir más alto pero no más claro. “Es mejor llevar un salchichón o un buen ibérico que los geles o barritas. Somos más de comer cosas ricas. Hoy mismo, antes de viajar nos hemos tomado un pintxo de tortilla de patata y cuando hemos terminado en Riglos hemos comido otro igual aquí en Huesca”.
Y la magia de Huesca. “Hemos estado en todas partes, es un paraíso. Intentamos venir un par de veces al año. Rodellar, Ordesa, Riglos... o para esquiar en el Valle de Tena y Valle del Aragón. Se puede hacer de todo y nos gusta mucho”.
EL TOUR DEL MONTE ROSA
Este jueves será el turno de José Orte, que presentará el “Tour del Monte Rosa”. Glaciares, sendas de ensueño, durísimos porteos,… 200 km y 12.000 metros de desnivel rodeando el emblemático Monte Rosa siguiendo el camino de la Ultra Trail pero en bicicleta. Una aventura ciclo-alpinística en un entorno incomparable y que viene a combinar muchas de las actividades que realiza Peña Guara en sus programas deportivos.