Las vidas de los astros del ajedrez son llamativas con frecuencia, pero no tanto como la de Gata Kamsky, el invitado especial del XVIII Torneo Internacional Ciudad de Alcubierre, este fin de semana 19 y 20 de julio. Nacido en Siberia de familia tártara, emigrado a EEUU gracias a un español, dejó el ajedrez en 1997, tras ser subcampeón del mundo, para dedicarse al derecho. Volvió en 2005 y triunfó de nuevo. Ahora, a los 51 años, acaba de convertirse en francés y se mantiene muy activo.
La tenacidad de este ajedrecista hecho a sí mismo se refleja en su recuerdo más antiguo: "Tenía tres años cuando vi una vaca por primera vez. La agarré por los cuernos, pero eso no le gustó, y me lanzó un testarazo. De modo que la abordé por detrás y me senté encima, como si fuera un caballo. Busqué a mi padre con la mirada, y allí estaba. Me sacó una foto, y me sentí muy feliz".
Además de fría, la vida en Siberia era muy dura en tiempos de la Unión Soviética (URSS). Rustam, el padre de Gata, lo estimuló para el acordeón, el violín, el piano, los rompecabezas, la bicicleta, el kárate, el taekwondo y el yoga. Pero la semilla que lo convirtió primero en un niño prodigio y luego en una estrella de primera fila mundial brotó al leer un periódico donde se hablaba de los duelos entre Anatoli Kárpov y Gari Kaspárov, quienes mantuvieron la mayor rivalidad en la historia de todos los deportes individuales entre 1984 y 1990.
Gata ya se dedicaba intensamente al ajedrez cuando Rustam y él se trasladaron desde su ciudad de nacimiento, Novokuznetsk (suroeste de Siberia), a Kazán, la capital de los tártaros (800 kilómetros al oeste de Moscú) y luego a Leningrado (actual San Petersburgo), donde el ajedrecista precoz logró el primer gran hito de su biografía: a los 12 años, ganó una partida a Mark Taimánov, uno de los nombres sagrados del ajedrez soviético. Y no fue un éxito aislado: también ganó el Campeonato sub-20 de la URSS (país hegemónico entonces en el ajedrez mundial) en 1987 y 1988, a los 13 y 14 años, respectivamente.
Pero Rustam no veía el futuro en la URSS sino en EEUU, donde ambos pudieron pedir asilo político en 1989 mientras jugaban el prestigioso Abierto de Nueva York gracias a la invitación del organizador, el español emigrante José Cuchí. Pero no fue un camino de rosas: “El último día del torneo de Nueva York, unos hombres del FBI entraron en la sala y, al terminar mi partida, nos llevaron a mi padre y a mí a una habitación y la acordonaron con seguridad. A continuación, nos metieron a nosotros y a nuestras pertenencias en una furgoneta y nos llevaron al edificio principal del FBI en Nueva York. Después, sometieron a mi padre a un largo interrogatorio", relató Gata mucho después.
Durante esa conversación con los servicios de seguridad, Rustam consiguió convencerles de que Gata podría ser muy beneficioso para EEUU, y que su talento incluso podría convertirlo en campeón del mundo. La petición de asilo político fue concedida y, con el dinero que traían ahorrado de la URSS, los Kamsky se instalaron con cierta comodidad en Nueva York.
Pero la adaptación cultural fue mucho más difícil: "Tenía 14 años y venía de un entorno muy pobre. De pronto, estaba rodeado de riqueza, de gente de todas las razas y de muchas bananas excelentes”. La tecnología y el idioma también causaron problemas: "Me costaba entender algunas cosas. Por ejemplo, yo tenía un ordenador que me parecía maravilloso. Pero al llegar a Nueva York me dijeron que era una pieza de museo; además, la electricidad era distinta. Por otro lado, yo creía que dominaba el inglés, pero, en realidad, mi vocabulario era demasiado técnico y ni siquiera servía para pedir el desayuno. Me deprimí un poco; sin embargo, pronto nos juntamos con gente rusa, y todo mejoró".
Tampoco fue fácil ganar prestigio como ajedrecista. Para poder viajar de torneo en torneo, ganando poco dinero en premios al principio, Rustam comía una vez cada tres días; Gata, una al día. Pero, tras superar las dificultades de adaptación a un sistema de vida muy distinto, llegaron grandes éxitos: campeón absoluto de EEUU (1991), ganador de un torneo de élite mundial (Las Palmas, 1994) y, sobre todo, subcampeón del mundo en 1996 tras perder la final con Kárpov, uno de sus héroes de infancia.
Sin embargo, los Kamsky lo entendieron como un fracaso. Y de nada sirvió que algunos intelectuales con gran prestigio internacional, como el dramaturgo español Fernando Arrabal, los apoyasen en público ante lo que consideraban una discriminación en su contra de la Federación Internacional (FIDE). Gata se retiró del ajedrez durante ocho años (1996-2004), estudió la carrera de Derecho y después montó un bufete privado. Pero, ya independizado de su padre, volvió a la élite con una larga lista de éxitos. De los dos más importantes, uno ocurrió en su Siberia natal: ganó la Copa del Mundo en Janti Mansiisk (2007) y la medalla de bronce con EEUU en la Olimpiada de Ajedrez de Dresde (Alemania, 2008).
Después se casó con una ajedrecista rusa y también ex niña prodigio, Vera Nebólsina, con quien ahora vive en Francia porque nunca terminó de adaptarse a la forma de vida en EEUU, y por eso ha adoptado la nacionalidad francesa. Lo único que no ha cambiado en su vida desde la infancia es el ajedrez.