Si hubiera dormido mal y descansado peor, Joaquín Muñoz hubiera sido de la partida (o en el banquillo) ante el Cartagena en la segunda jornada. Sin embargo, ha salido despejado y se ha llevado una rotura del quinto metatarsiano del pie. Una factura elevadísima para un amistoso insoportablemente leve que, a decir verdad, y por cuestiones profesionales, a mí se me ha hecho la mitad de inaguantable porque una obligación me ha privado de la primera mitad. Puestos a elegir, empate a cero entre las preferencias del inicio o de la continuación.
El caso es que ha salido algo parecido a un equipo mínimamente titular de principio, con San Román, Gerard Valentín, Euse, Blasco, Vilarrasa, Kento, Sielva, Joaquín, Manu Rico, Kevin Carlos y Villar. Más allá de constatar que Kevin es rápido y fuerte como un demonio y que Gerard Valentin ante un equipo como el Sabadell juega en otra categoría (la combinación de ambos ha provocado el tanto único y definitivo ante el Sabadell), lo único sustantivo -más allá de las conclusiones que seguro extrae el Cuco Ziganda, aunque tampoco creo que llene un cuaderno- ha sido la lesión del extremo malagueño. Joaquín se ha notado la rotura y los doctores Sarasa y Escribano la han confirmado: quinto metatarsiano del pie "al carrer". Entre semanas y meses. Esperanza en los médicos y algún rezo para acortar la recuperación.
La segunda mitad ha sido idónea para la tertulia. Más allá de un par de fueras de juego, el balón ha discurrido en una franja apenas de cincuenta metros entre pases horizontales y un indisimulado anhelo en los jugadores veteranos del silbido final. Pablo Bernárdez había reemplazado a Joaquín y luego ha seguido el turno de los canteranos Seijo, David García, y de Antonio Sánchez y Juan Carlos. Saludos, abrazos, corriendo al autobús y a descansar. Que ya se sabe lo que sucede cuando se duerme mal.